Kartas a Kim #2: Falsos privilegios

Ágata Ahora. Parece que, en algunas circunstancias, el hecho de ser la chica del grupo facilita determinadas cosas. Kim Gordon aceptaba su papel como elemento amable dentro del ruido y la disonancia de Sonic Youth. Según ella, el público tenía mejor predisposición ante el grupo porque, oh, la bajista llevaba vestido. Pero, ¿en qué sentido esto sigue siendo limitante?

 “Como nuestra música puede resultar rara y disonante, el hecho de que yo esté en el centro del escenario también hace que sea más fácil ganarse al público”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). 1353961051-sy_koress-1985-chi-018m

Querida Kim,

Pues sí, hay algo en ser la chica del grupo que a veces levanta simpatías, siempre que respondas a las expectativas de tu público masculino y te ajustes al rol femenino. Puede provocar incluso que te presten más atención en los medios, que te programen en festivales específicos de mujeres, o en generales para cumplir cuotas (bueno, si esas cuotas existieran…), que te ayuden a cargar con tu amplificador… ¡viva, qué suerte!

Kim, en ese momento considerabas como una ventaja el carácter amable que, solo por el hecho de ser chica, se supone que añadías al grupo. Pero… ¿qué pasa si no quisieras ser ese elemento agradable y atractivo? ¿si quisieras ser cualquier otra cosa? Y… ¿si quisieras decidir por ti misma qué es lo que quieres transmitir? ¿te dejarían los chicos grandes? ¿o te darían un par de azotes antes de devolverte a tu sitio?

Yo creo que estar limitada al papel de “la chica” es pesado y aburrido. Como lo es recibir atención por ello, de forma abstracta, y hacer de ello tu característica principal (ya hablaremos del allgirls band como etiqueta musical). Por otro lado, sí, un primer paso es la visibilización de las mujeres dentro de la escena musical, y por eso reforzamos la presencia de identidades no hegemónicas y construimos espacios que subrayen el papel de la mujer en la música (como ladyfest o sisterhood). Pero, pese a que tengas pase VIP en estos lugares, NO, NO ES UN PRIVILEGIO ser tía cuando quieres hacer música. Desde luego no en mi experiencia, ni en la de nadie que conozca que haya reflexionado de manera crítica sobre el asunto. En la anterior carta ya empezamos a dar pistas de por qué muchas lo sentimos así.

fotogrupo.jpgSolo te hacen caso porque eres tía

Esta situación de falso privilegio, además, genera críticas y reticencias en muchos compañeros. Es la traslación de “ya, os quejáis, pero las chicas pasan gratis a la discoteca” a los escenarios alternativos. Barbijaputa reflexionaba sobre el tema hace unos días en eldiario.es, y su argumentación se traslada perfectamente al supuesto trato de favor que recibimos los grupos de mujeres en la música, al captar más atención por algunos medios y programadores de salas y festivales (ojo, hablamos de espacios que NO son libertarios ni buscan en la presencia femenina un mensaje feminista y un cambio, como las muchas basuras que se programan en torno al 8 de marzo, o a las mujeres vocalistas… es decir, la mayoría):

“Sí pagamos. Y el coste es más alto. El precio que pagamos es el ser usadas como reclamo por el empresario (y sin cobrarle por el servicio) para atraer a hombres que consumen en su local y que, en muchas ocasiones, quieren cobrarse dicha inversión sea como sea. Cualquier mujer que lea este artículo tendrá en la memoria toqueteos, besos forzados y baboseos varios que, para colmo, nos han hecho interpretar como halagos”.

La parte en cursiva puede cambiarse, en el caso de mi experiencia como música, por “comentarios de mierda de promotores; comportamientos inapropiados por parte de organizadores; comentarios abusivos desde el público” y un triste etc. Repito, no estoy hablando de tocar en ladyfest o festivales de este tipo, esa experiencia es hamor y feminismo y empoderamiento, estoy hablando de los falsos privilegios que se nos dan a las mujeres músicas en espacios normativos.

Además, sí que seremos pardillas, porque pese a todas las facilidades que tenemos, seguimos sin tener una presencia masiva. Más bien todo lo contrario (por ejemplo, como comentaban Bulbasaur en su perfil de Facebook, en 2014, la representación femenina en los festivales de electrónica españoles fue de 8,2%, la masculina de 85,7% y la mixta de 5,6%). Y, pese a la mayor y mejor consideración que recibimos las que sí estamos en la escena, se nos sigue sin tomar en serio, se nos sigue cosificando, infantilizando, reduciendo…

Yo tuve un grupo que estaba formado íntegramente por mujeres. El carácter no mixto de la banda era llamativo (oye, que quizás, lo primero que nos debería hacer saltar las alarmas es que lo siga siendo) y era una de los atributos que se solía destacar del proyecto. Recuerdo los comentarios que una de mis compañeras –excelente música- tenía que escuchar de la boca de su novio –también músico-: “Claro, a vosotras os hacen mucho más caso porque sois un grupo de chicas”; “Os invitan a tocar a festivales, no tenéis que buscaros vosotras los conciertos sino que os los montan, incluso os invitan a recopilatorios de chicas… no es justo”.

Ejem. ¿Justicia? Lo que les molesta a los que hacen este tipo de crítica –un leve toquecito a su situación de amos del lugar- es consecuencia de una situación de desequilibrio y falta de entendimiento. Lo que las feministas locas llamamos patriarcado. Igual, si eso, podemos hacer algo juntas para cambiarlo. Nosotras, desde luego, queremos tocar, queremos crear, y les devolvemos todos y cada uno de esos falsos privilegios, que no los necesitamos. ¿Cederán ellos los suyos?

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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?