Kartas a Kim #3.3. Barreras y asedio. Sí, este también es nuestro sitio. Ft: Sandra Bueno
Entrevista a Sandra Bueno, batería, antropóloga, historiadora, poeta y otros.
“Nunca me he sentido coartada a la hora de tocar, mi hermana también tocaba en grupos con otras chicas, así que no me parecía raro, ¡lo normal para mí era ver bandas con mujeres! Soy una suertuda, ¿no?”
Ágata Ahora. Aunque “La batería sea un instrumento de chicos”, “una chica no tenga el mismo flow tocando que un chico”, o, “ui, eres muy pequeña, no vas a tener fuerza para tocar” Sandra Bueno (Agnes, Señorita Uva, Belga) lleva ya años haciendo música y disfrutando. Tuvo la suerte de contrarrestar esos comentarios de personas aleatorias, que creen tener derecho a opinar sobre tu destreza como batería o sobre tu grupo, con el modelo de su hermana y de otras amigas músicas. En esta carta a Kim reflexionamos alltogether (San, Kim y yo) sobre esta y otras dinámicas machistas que se reproducen en la música independiente y que siguen dejando a otras tantas tías fuera, y las estrategias para vencerlas.
Hola Kim,
Te quiero presentar a la persona que se va a colar en nuestra correspondencia de hoy, SANDRA BUENO/ AGNES, FLOR DE CALABAZA, SISTERHOOD.Sandra Bueno empezó a tocar en grupos cuando era bastante pequeña. Tocaba la batería, pero legalmente no podía entrar en los bares donde daba conciertos con su grupo, Belga. Entonces no sintió que nada más que la barrera de la edad la dejara fuera. Siguió tocando, después con Señorita Uva, y más tarde con Agnes. Entonces empezó a ver que a su alrededor no eran tantas las chicas que tocaban, muchas menos de las que veía en su vida, y comenzó sentir que había algo más que había pasado por alto, que perpetuaba la normalidad en la escena musical, que dejaba fuera a las mujeres. Dentro de su propia lucha, y también a partir su inquietud artística, se unió a las filas de Sisterhood. Además, escribe poemas que a veces recopila en ediciones hechas a mano para regalar a sus amigas. Otros se convierten en collages sobre cartón en nuestra sección Flor de Calabaza. Como batería, Sandra es de las mejores: toca con un sonido cálido y especial; es original, es precisa y creativa; además también canta y toca la guitarra, ahora desde su hogar temporal, Edimburgo.
Kim, como en las dos cartas anteriores, vamos a seguir reflexionando a partir del siguiente fragmento de tu libro:
“Hombres tocando. A mi me encantaba la música. Fuera lo que fuese que sintieran los hombres cuando estaban juntos en el escenario, yo quería verlo de cerca, quería repasar a tinta ese algo invisible. (…) Viéndolo con perspectiva, ese es el motivo por el que entré en un grupo, para poder integrarme en esa dinámica masculina y poder mirar hacia fuera, en lugar de tener que mirar hacia dentro a través de una ventana cerrada”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Y ahora te transcribo el diálogo con Sandra, ¿vale? Espero que te resulte interesante. Muchos besis,
LA ENTREVISTA
Se nos exige que demostremos que podemos hacerlo bien o si no, muchas veces nos ven como objetos de decoración
Pregunta: ¿Cómo fue tu toma de conciencia feminista en relación con la música?
Respuesta: Empecé a tocar música desde muy pequeña, así que hay ciertas cosas que no empecé a pensar hasta que fui más mayor. Es verdad que cuando iba a clase o bien eran todo chicos o bien las chicas que había eran cantantes o pianistas, pocas había baterías o bajistas etc. Los últimos años que estuve en la escuela municipal (allá por 2009 o así) sí que había muchas más chicas tocando otros instrumentos que no fuesen piano o voz.
P: ¿Qué referencias tenías entonces?
P: Cuando empecé a tocar era pequeña y me gustaban grupos como EBS [Ella Baila Sola], donde eran mujeres las que cantaban y tocaban (¿y componían? No sé), cuando empecé a investigar y mi hermana me empezó a enseñar música menos comercial que le gustaba a ella, sí que me di cuenta de que había poquísimas mujeres que formaban parte de esos grupos, y menos aún que se dedicasen a la producción. Aún así, nunca me he sentido coartada a la hora de tocar, además mi hermana también tocaba en grupos con otras chicas, así que no me parecía raro, ¡lo normal para mí era ver bandas con mujeres! Soy una suertuda, ¿no?
P: Y fuera de tu experiencia, en general, ¿crees que la música alternativa es un espacio que invita a las mujeres a participar?
R: Creo que invita más a los hombres porque a nosotras parece que se nos exige que demostremos que podemos hacerlo bien o si no, muchas veces nos ven más como objetos de decoración que como creadoras y artistas.
P: ¿Crees que nos sentimos apeladas como parte de la escena, tanto como emisoras como receptoras?
R: Muchas veces no. No quiero decir un no rotundo porque no lo siento así, a lo mejor es por el ambiente en el que estoy, donde conozco muchas chicas que tocan, que organizan conciertos etc. pero también chicos que me respetan como música. Sí es verdad que ser mujer y estar en una banda puede ponerte en situaciones muy incómodas (lo que dije antes de tener que demostrar, comportamientos paternalistas, comentarios machistas etc.) y eso puede echar para atrás a algunas personas que no quieran tener que pasar por eso o que se cansen. Además, creo que cuando empiezas sí puedes notar que el ambiente es todo masculino y masculinizado y que una no encaja ahí del todo y tiene que abrirse paso.
P: ¿Has vivido alguna experiencia de este tipo?
R: Yo lo que más me he encontrado y sufrido son los comentarios de promotores de conciertos, dueños de salas, técnicos de sonido o miembros de otras bandas que me dan a entender (a veces sutilmente, pero otras no tanto) que soy una chica y que por eso, por ejemplo, no tengo fuerza para tocar la batería, o no sé montarla, o tienen que tratarme con mucho cuidado por si me rompo. Otras veces, pasan directamente a los piropos chungos etc.
[El encargado de una sala] nos dijo “pero no os preocupéis, que si no llenáis la sala, os ponéis unas minifaldas y listo”
P: ¿Recuerdas alguna anécdota concreta?
R: Me acuerdo cuando Señorita Uva empezamos a mirar Hangar 19 para ver si ensayábamos allí y fui con Sara [Uve, la guitarrista de Señorita Uva entonces, y ahora cantante y guitarrista en Árida] y el dueño del local se lució. Primero nos preguntó que qué música hacíamos, que si hacíamos pop y se puso como a tararear música así suave y bonita. Y Sara y yo le dijimos, no, no, más bien rock, y el hombre nos miraba alucinado. Poco después, cuando le dije que yo tocaba la batería me dijo que había un chaval que daba clases de batería allí en Hangar, y que me pasaría su número porque probablemente las necesitaría. Flipa. Así que hay ciertos tipos de géneros musicales y de instrumentos en los que parece que una chica no tiene nada que hacer. Tengo otros ejemplos como el comentario que nos hizo el tipo de la sala Orange (ya no sé si se llama así) a Sara y a mí cuando fuimos a preguntarle condiciones para tocar; nos las contó y luego nos dijo “pero no os preocupéis, que si no llenáis la sala, os ponéis unas minifaldas y listo”. Nunca tocamos allí, claro. Otra vez, en la calle, hablando con un señor que trabajaba de músico profesional o en un estudio de grabación, no recuerdo, tuve una discusión porque me dijo que una chica que tocaba la batería “no podía tener el mismo flow que un chico”, que era “cuestión de sexo”.
P: ¿Cómo crees que se puede cambiar esta realidad? ¿Cómo evitar esos comentarios?
R: Para mí es algo contradictorio. Por un lado diría, demostrándoles lo que valemos. Pero me jode tener que demostrar nada. Así que diría que conquistando espacios que ahora están colonizados por hombres, y además, por hombres machistas y chungos. No dejando que un comentario te amargue, se puede intentar explicar al otro o lo que sea, o ignorarlo o mandarle a la mierda y seguir a lo nuestro. Tocar, crear, montar conciertos, grabar a grupos, producirlos etc. Creo que la única manera de revertir es tocar y tocar y que la cosa se normalice.
P: ¿Cómo lo has llevado tú?
R: Yo he seguido tocando y haciendo lo que quiero y me apetece, aunque “la batería sea un instrumento de chicos”, aunque “una chica no tenga el mismo flow tocando que un chico”, aunque “ui, eres muy pequeña, no vas a tener fuerza para tocar”. Los tontos son ellos si se creen que son los únicos que pueden hacer ciertas cosas, ¡y todo lo que se están perdiendo! Hay que conquistar espacios. (aunque estos comentarios, como ves, no se me olvidan, porque duelen y dan rabia)
Los tontos son ellos si se creen que son los únicos que pueden hacer ciertas cosas, ¡y todo lo que se están perdiendo!
P: ¿Se te ocurre alguna estrategia conjunta para fomentar que más y más mujeres se interesen por la música?
R: Proyectos como el de Sisterhood y otros por el estilo son una buena forma de dar voz grupos donde tocan chicas, grupos con mensajes feministas etc.
P: ¿Quieres hacer algún otro comentario al respecto?
R: Estas cartas a Kim también me parece una buena manera de contar situaciones que para nosotras son muy comunes pero que los chicos (y los chicos músicos) no se paran a pensar que o que es el pan nuestro de cada día o que incluso ellos pueden estar reproduciéndolos.
* Es importante tener en cuenta que las personas que participan en estas entrevistas son músicas en activo, son las que sí están ahí, por lo que, de alguna manera han conseguido traspasar las barreras invisibles de las que hablamos o, incluso, gracias a un entorno o educación privilegiada, no los han sufrido. Por tanto, no vamos a poder describir el fenómeno en su plenitud. Si tú tienes algo que añadir, por favor, háznoslo llegar a sisterhood.mad@gmail.com
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?