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Kartas a Kim. Las chicas revuelta
Ágata Ahora. “El riot grrl ha vuelto”, “los 90 están de moda”… Pero, ¿es que alguna vez se habían ido? Los movimientos de mujeres jóvenes que reivindican su espacio en la música alternativa utilizando como herramientas sus propios grupos, los fanzines, desde posturas feministas y autogestionadas se multiplican desde aquel estallido en Olympia, e incluso desde antes (Slits, Raincoats, Lidia Lunch, etc.). Kim Gordon no fue parte de esa revuelta, al menos no llegó a identificarse como tal, pero lo vio desde cerca y con cariño. Con cariño, dedicamos esta carta a las chicas revuelta.
“Riot grrrl, el movimiento underground punk feminista que se puso en marcha a principio de los años noventa, se negaba a conceder entrevistas, y hacía bien. Bikini KIll y otras formaciones de chicas no querían ser convertidas ni explotadas ni transformadas por parte de un un mundo masculino blanco corporativo en productos que ellas mismas no pudieran controlar”.
“En un principio, yo quería involucrar a los Knicks City Dancers para que parodiaran las típicas coreografías de la MTV, pero, en vez de ello, Katlheen Hanna hizo un cameo. Bikini KIll y otros grupos del movimiento riot grrrl seguían con su bloqueo a los medios de información, y el hecho de pedirle a Kathleen que apareciera en nuestro videoclip provenía de mi deseo perverso de que ella se infiltrara en el mainstream. De ese modo, la gente pudo verla también como la chica juguetona, traviesa y carismática que es –una mujer que controlaba la acción bailando a nuestro alrededor mientras nosotros permanecíamos tiesos en una pose rockera y nos limitábamos a tocar la canción–. Fue valiente por parte de Kathleen aparecer en un videoclip mainstream para la MTV y arriesgarse a ser criticada por la enorme comunidad que ella misma había creado.”
Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Estos días estoy inmersa en el movimiento riot grrl, preparando un taller súper molón que vamos a hacer con Sisterhood dentro de la programación del Festeen, en Matadero. Va a ser un minicampamento de rock con perspectiva feminista, partiendo de la experiencia y la(s) identidad(es) del riotgrrl. Y ya sé que Sonic Youth no se incluyó en el movimiento, pero tú serviste de inspiración para muchas de las chicas que se autodenominaron riotgrrls y, de hecho, nosotras te hemos puesto en una de las imágenes que hemos usado para promocionar el evento (y nos hemos quedado tan anchas). En el libro lo nombras de pasada un par de veces (en concreto, haciendo siempre referencia a Bikini Kill y Kathleen Hanna), parece que respeto pero desmarcándote de la tendencia y de sus decisiones, como dejar de lado la prensa mainstream.
No parece que tuvieras apenas relación con el movimiento (excepto con Hanna, Cobain y Love) Pero tú estabas en la escena de música alternativa cuando todo aquello sucedió… ¿cómo lo viviste? ¿Cómo lo valoraste? ¿Recibiste alguna ola de la locura de atención y acoso a los que las sometió la prensa? ¿Pensaste en unirte a alguno de los grupos de encuentro? ¿Hiciste algún fanzine, se lo mandaste a tus amigas?
Sé que valoras a Katlheen Hanna, de hecho su intervención es vuestro viodeoclip de Bull in the Heather es bastante gloriosa, pero más allá de ella: ¿cuál fue tu experiencia?
Yo conocí el Riotgrrl de forma bastante tardía, supongo que cuando empecé a hacer el programa de radio con Marta y Clara, aunque de más pequeña ya habría escuchado a Hole (que no, no son riots, pero bueno, esta canción me flipaba) y a algún otro grupo, pero solo considerándolas una versión femenina del grunge (sí, todas tenemos un pasado oscuro). Luego, cuando me metí en la organización de Ladyfest Madrid, se convirtió en uno de los grandes referentes de mi activismo en la música y en la vida. Supongo que durante años lo he idealizado, en otros momentos me ha parecido plano, superficial simplista y naif, en otros me he reencontrado con los grupos, o con los fanzines… De forma general, para mi es un referente inspirador.
Ahora, releyendo Girls to the Front, de Sara Marcus, me emociona recordar como fue una burbuja de oxígeno, un salvavidas de tantas adolescentes feministas, raras e inadaptadas. Según testimonios recogidos en el libro, para ellas el riot grrl era:
- GirlPower Girl <3 love Sisterhood Frienship BESTFRIENDS
- Una mano en la que agarrarse y un puño en su cara.
- Cualquier cosa que yo quiero que sea. Cualquier cosa que tú quieres que sea.
En mi caso no fue así, claro, porque en España, que yo sepa, no ha existido una red de riot grrls activas como hubo en DC u Olympia. Es más, los ecos del movimiento –que desde luego, hubo– tardaron en reproducirse. Sin embargo sí creo que tuve una vivencia similar (de encuentro de una red, de identificación con otras personas tan raras como tú, con intereses parecidos), primero con Ladyfest y después con Sisterhood. Lucky me. Al final, ambos colectivos beben mucho de valores, referentes y principios parecidos a los del riot, principalmente: feminismo y autogestión.
Y ¿por qué seguimos reivindicando un movimiento que sucedió hace ya casi 25 años a km de distancia? Para empezar, porque sigue siendo uno de los pocos momentos en los que la música alternativa incorpora de forma decidida los feminismos, y señala sus propias contradicciones:
“Dentro de una subcultura que se consideraba a sí misma como una alternativa, que debería suponer un refugio, encontraban más mierda. Los esfuerzos de los chicos eran alabados, mientras que los de las chicas no se reconocían. La objetificación y la agresión sexual pasaban desapercibidos. El pogo era la imagen perfecta para entender qué iba mal en la escena: un remolino de hombres a punto de zambullirse en un mar de testosterona, que se quitaban sus bombers negras y se las pasaban a sus amigas: eh, coge esto, dejando una línea de chicas-perchero pegadas a la pared, literalmente marginadas”. “Girls to the front”, Sara Marcus (2010). Yes, seguimos con la misma historia, 25 años después.
Además, consiguieron hacer funcionar una red internacional (bueno, de EE UU a UK y vuelta, pero algo es algo) de cultura punk rock /DIY/underground, conectada a través de grupos de música y fanzines. También construyeron espacios seguros para que mujeres jóvenes compartieran sus preocupaciones sobre sexualidad, política, cultura… Además fue un movimiento anticapitalista y radical, que prefirió inmolarse a sí mismo antes de ser fagocitado por el mainstream (como sí hicieron los grunges y también tú con tu grupo, con más equilibrio y elegancia, Kim). Y los grupos molaban la vida. Bratmobile, Huggy Bear, Bikini Kill…
Y siguen molando, porque nada de esto está muerto. Lo dice Tobi Vail:
“Parecía un milagro lo fácil que había sido que el riot grrl sucediera, así que, ¿por qué no podíamos re-inventar el feminismo punk una y otra vez? De hecho, ¿no es eso lo que hemos estado haciendo una y otra vez, incluso ahora, en los 2010? Seguimos haciendo que las cosas sucedan, creando cultura independiente, auto-representativa, participando en la vida de la comunidad, compartiendo nuestras ideas, escuchándonos las unas a las otras, discutiendo, equivocándonos, aprendiendo y viviendo nuestras vidas con los ojos, las orejas y los corazones abiertos.”
Eso para mi es el riotgrrl. Por eso estoy tan TAN emocionada con el taller de este fin de semana. Ya te contaré cómo nos va.
Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?