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Kartas a Kim #3.2. Barreras y asedio. Sí, este también es nuestro sitio. Ft: Elia Maqueda
Entrevista a Elia Maqueda, música, poeta, traductora.
“Abogo firmemente por una nueva ola de riot grrrls”
Ágata Ahora. En torno a la música alternativa parece alzarse una barrera invisible que reza “girls are not aloud”. Estos obstáculos operan de forma diferente en cada persona, en función de sus circunstancias, de su personalidad, de sus condiciones… y quién sabe de qué otros factores. Kim Gordon fue una de las que penetró dentro de esos límites. Elia Maqueda (Medelia, Agnes) también lo ha hecho –es más, no solo en la música, también en la poesía, en la traducción de vieojuegos, de cómics… Hoy nos lo cuenta.
Querida Kim,
Espero que todo vaya bien. En esta carta, como en la anterior y en la siguiente, tenemos invitada, al hilo del fragmento de tu libro que corto-pego abajo (*). Pero antes de nada, las presentaciones:
Elia Maqueda es mi cantante favorita. Ale, ya lo he dicho. Admito que no soy del todo objetiva, claro, porque es la cantante-teclista de Agnes, donde yo soy cantante-guitarrista. Pero hay mucha gente que estará de acuerdo conmigo, si no, basta escuchar la delicia de Non-places, el último disco que grabó con Medelia, en 2012, antes de su disolución. La primera vez que yo la vi recitaba, no cantaba (bueno, sí cantaba pero con ritmo hablado), luminosa como un amanecer en el mar. Entonces recitaba poemas de Papilas analógicas. Paisaxe sur tex (Progesele/Diminutos salvamentos, 2014), junto a Ana Cibeira y Davidia Martín Saornil. Elia es traductora, poeta, música y una de las personas más bellas que he conocido, aunque en esta entrevista hablaremos principalmente de su relación con la música y su escena, y no tanto de la hermosura.
(*) EL FRAGMENTO DEL LIBRO
“Hombres tocando. A mi me encantaba la música. Fuera lo que fuese que sintieran los hombres cuando estaban juntos en el escenario, yo quería verlo de cerca, quería repasar a tinta ese algo invisible. (…) Viéndolo con perspectiva, ese es el motivo por el que entré en un grupo, para poder integrarme en esa dinámica masculina y poder mirar hacia fuera, en lugar de tener que mirar hacia dentro a través de una ventana cerrada”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
A continuación te trascribo lo que nos contamos, por escrito. Ya me dirás que te parece.
Muchos besos,
LA ENTREVISTA.
Recuerdo ver a Nosoträsh y pensar que tenía que ser estupendo tener un grupo con amigas, pero siempre me pareció una quimera
Pregunta: ¿Recuerdas alguna experiencia como observadora de chicos tocando, antes de empezar a tocar tú? ¿qué pensabas entonces?
Respuesta: Yo pensaba sencillamente que anda que no molaría estar ahí arriba. Me daba mucha envidia e, igual que Kim, quería participar desde dentro. Pero a la vez saltaba a la vista que era un mundo muy de chicos. Siempre me ha gustado mucho el pop, y recuerdo ver a Nosoträsh y pensar que tenía que ser estupendo tener un grupo con amigas, pero siempre me pareció una quimera. Ahora reflexiono y me pregunto por qué me parecía algo tan difícil de conseguir: solo había que hacerlo.
P: ¿Crees que la música alternativa es un espacio que invita a las mujeres a participar?
R: Creo que es un espacio peligroso, porque aparentemente podría parecer más abierto pero luego no lo es en absoluto. Al contrario, en ocasiones me parece que puede llegar a ser un mundo bastante más masculino que, por ejemplo, la música mainstream. Por supuesto que invita a las mujeres a participar, pero de otras formas, con otras luces y otros recovecos raros.
P: ¿Crees que las mujeres nos sentimos apeladas?
R: Yo creo que sí, o al menos quiero pensar que sí, pero a la hora de la verdad no se nos ponen las cosas fáciles. También depende de cómo lo entiendas: como intérprete y cantante sí me he sentido apelada muchas veces, no tanto así como instrumentista. Claro que eso también es algo que tenemos que revisar nosotras mismas, no lo niego, y es un trabajo individual y colectivo que debemos asumir como pendiente.
P: ¿En qué sentido?
R: En el ámbito instrumental, es un comentario habitual lo de que las chicas “tocan peor”; en cambio, se asume que cantamos mejor. Es una cuestión meramente educacional: a las chicas de mi generación no se nos daba una guitarra eléctrica, no se nos animaba a generar una voz creativa y contestataria ni a hacer ruido, y los modelos femeninos eran escasos además de prototípicos en su gran mayoría. Además, la apariencia y la estética están muy polarizadas sobre un escenario, no solo por géneros sexuales sino para empezar por géneros musicales; en la música alternativa hay mucho postureo, mucha trampa y mucho cartón. No lo digo como algo necesariamente negativo; querer proyectar una imagen es algo más que comprensible, pero tenemos que ocupar la posición de poder decidir cuál será y, sobre todo, nunca supeditar la música a la apariencia (opinión totalmente personal y cuestionable, pero es la mía).
Es la apariencia de la chica la que importa, en un caso mixto como este [Medelia], y no la del chico, Y el modelo de belleza es el que es en función a unos cánones establecidos por la industria de la moda
P: ¿Tienes alguna experiencia propia al respecto (una situación en la que se te dijera de manera más o menos clara este no es tu sitio)?
R: Más que un “este no es tu sitio”, se trata de una experiencia relacionada con la apariencia. En una conversación con una persona del mundo de la música alternativa, hablábamos de las comparaciones de mi dúo (chico/chica), con otro, también chico/chica, que había empezado a sonar en la radio y a figurar en los carteles de muchos festivales. Esta persona opinaba que nuestro dúo era musicalmente mejor que el otro, pero que la chica del otro “estaba más buena” y por eso les iba mejor. No lo dijo con mala idea, sino con rabia de que algo así ocurriera, pero el pesar de que la tiranía de la apariencia “mandaba” impregnaba el comentario y la forma de ver las cosas de aquella persona y, creo, de toda una industria, en este caso la de la “música alternativa” (sea lo que sea eso). Lo peor es que es la apariencia de la chica la que importa, en un caso mixto como este, y no la del chico, y que el modelo de belleza es el que es en función a unos cánones establecidos por la industria de la moda. En cualquier caso, lo realmente deprimente para mí fue que la imagen pesara sobre la música y que fuese, en aquel caso, la mía (o la de aquella otra chica).
P: ¿Cómo crees que se puede revertir eso?
R: Si la exposición física en el escenario es inevitable, que lo es, para ellos y para nosotras (aunque de un modo distinto), siempre podemos callar bocas cuando nos bajemos del escenario, en lo organizativo, en el proceso de enchufar cables, en lo relativo al sonido o en cualquier otro hueco. Al final, te haces experta en esquivar ataques. La astucia siempre viene bien.
P: ¿Cómo lo hiciste tú?
R: Casi siempre trato de utilizar unos ámbitos para subvertir otros. Durante años he estado inmersa en otro mundo muy masculino como es el de los videojuegos, algo que he utilizado en conversaciones más de una vez para soltar algún zasca. Soy muy sonriente y apacible hasta que me tocan la moral y salen a relucir los paternalismos, y cuando eso ocurre soy bastante incendiaria. Quien ha discutido de estos temas conmigo no me los suele volver a sacar.
P: ¿Se te ocurre alguna estrategia conjunta para fomentar que más mujeres se interesen por la música?
R: Hay que dar ejemplo, sin lugar a dudas. Cuantos más grupos de chicas, o liderados por mujeres, alcancen la “primera línea”, mejor que mejor. Las niñas y adolescentes, o directamente nuestras propias amigas, necesitan modelos reales que seguir. Que todas nos animemos, como mínimo, a probar a montar una banda. Que luego no nos gusta, pues vale, pero no sirven los argumentos de no intentarlo porque “yo no me veo en un escenario”, “porque toco fatal” o “porque todo el mundo me va a mirar”. Hace falta una escena contundente, más mujeres haciendo ruido, del tipo que sea. Abogo firmemente por una nueva ola de riot grrrls, esta vez en una variedad aún más amplia de estilos musicales.
Hace falta una escena contundente, más mujeres haciendo ruido, del tipo que sea
P: ¿Quieres hacer algún otro comentario al respecto?
R: Solo que espero que cada vez seamos más las que asumamos nuestras virtudes, igual que nuestras incoherencias e inseguridades, y construyamos una red fuerte entre nosotras para no tener que bajar nunca la cabeza. La cabeza, como el volumen, siempre alta.
* Es importante tener en cuenta que las personas que participan en estas entrevistas son músicas en activo, son las que sí están ahí, por lo que, de alguna manera hemos conseguido traspasar los obstáculos o, incluso, gracias a nuestro entorno o educación privilegiada, no los hemos sufrido. Por tanto, no vamos a poder describir el fenómeno en su plenitud. Si tú tienes algo que añadir, por favor, háznoslo llegar a sisterhood.mad@gmail.com
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?