Author Archive: sista
Nace Ruido Sisterhood: discos-zines y revoluciones
Flor de Calabaza #8
Los poemas-collages de Sandra Buena tienen una apariencia naif, inofensiva, pero muchas veces esconden pozos profundos y se atascan en la garganta. Este, el ocho, habla sobre lo bonito que es el campo español y las cosas terribles que esconde debajo. Sobre las verdades enterradas y la justicia que no florece.
La flor de calabaza está llena de agua y de fósforo y también de calcio. Son amarillas y bonitas y no duran más de un día en la nevera. En teoría, la mayoría de las flores son comestibles, pero no todas tienen la suerte de estar ricas como la flor de calabaza. Estas piezas de poesía y collage en cartón llevan su nombre. FLOR DE CALABAZA es un conjunto ordenado de poemas-collage firmados por Sandra Bueno, una de nuestras sistahs queridísimas y colaboradora del fanzine Sisterhood
Kartas a Kim #5. Las groseras, las ruidosas.
Ágata Ahora. Oh, la provocación. Es un elemento muy recurrente en el arte y más en el que, con la etiqueta de “alternativo”, se sitúa en los márgenes. Lo provocador, lo irreverente es en muchos casos grosero. ¿Qué pasa cuando las mujeres se ponen en ese papel? ¿Hasta dónde pueden llevarlo? Kim Gordon asegura que se les cortan las alas, porque esa libertad atemoriza. ¿Y que pasa con las que no se dejan amordazar? Que arden. Groseras, a la hoguera. Para hablar de ellas, tenemos una artista invitada en este post: Palomitas en los Ojos.
“Culturalmente, no permitimos que las mujeres sean tan libres como estas quisieran, porque es algo que da miedo. A esas mujeres o bien las evitamos o las tenemos por locas. Las cantantes que se obstinan en llevar las cosas al límite no suelen durar demasiado tiempo. Son ráfagas, relámpagos, cometas: Janis Joplin, Billie Holiday. Pero ser esa mujer que traspasa los límites significa que, además, introduce aspectos menos deseables de sí misma. Al fin y al cabo , lo que se espera de las mujeres es que sustenten el mundo, no que lo aniquilen. Por eso Katlheen Hanna de Bikini Kill es tan grande”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Hola Kim,
Espero que esta carta te encuentre contenta y con salud. El asunto que planteas en el fragmento anterior es interesante: las mujeres ruidosas, que se salen del orden establecido y que, en consecuencia, resultan molestas. Son las groseras que Palomitas en los Ojos, colaboradora del Fanzine Sisterhood #1 Salvajes, define como “aquellas mujeres de bestiales comportamientos públicos, con cuerpos expansivos, orificios pantagruélicos y voces irritantes”.
A mi se me ocurren unas cuantas, pero sin duda, el paradigma absoluto me parece Courtney Love. Sí, sé que vosotras no os acabáis de llevar del todo bien –aunque produjeras el mejor disco de Hole-, pero me sorprende que no lo veas, es más, que hayas asumido esa postura fácil de crítica, y más después de leer lo siguiente: “a esas mujeres, o bien las evitamos o las tenemos por locas”. C-O-U-R-T-N-E-Y.
Dices: “las cantantes que se obstinan en llevar las cosas al límite no suelen durar demasiado tiempo”, y pones ejemplos de artistas muertas que admiras, pero te olvidas de las que incluso tú aborreces, las que son demasiado groseras para ti. Love, encima de llevar las cosas al límite, ha tenido la desfachatez de seguir viviendo. A ver, estoy segura que no es de trato fácil, ¿eh? Pero me parece un ejemplo clarísimo de la figura que reivindicas en la cita anterior. En fin, seguiremos hablando de Courtney en futuras cartas, si te parece.
Groseras, las salvajes cotidianas
Ahora me gustaría compartir contigo algunas ideas del reportaje Groseras las salvajes cotidianas (Fanzine Sisterhood #1, enero de 2015) de Palomitas en los Ojos, en el que retrata, de forma general, a la mujer ruidosa e incómoda de la que hablas en la cita. Todo lo que plantea en su reportaje puede aplicarse a la perfección en el caso de las músicas, y nos sirve para delinear el concepto y comprender el fenómeno social en torno a estas figuras (la ridiculización, la negación y el castigo a los que se les condena). Le cedo la palabra a Palomitas hasta el siguiente ladillo, robando párrafos sueltos de su texto:
(…) las mujeres groseras niegan su invisibilidad en espacios público y subvierten activamente el sistema de miradas. Las mujeres preñadas, las gordas y las gritonas ocupan espacio y se apoderan de las miradas, rompen la jaula con la que tradicionalmente se ha exhibido a las salvajes.
(…)
La mujer grosera es una salvaje que se ha apropiado de la mirada y que la dirige a un cuerpo grotesco, que no tiene límites, que menstrua sangre, no ese ñoño líquido azul de los anuncios, que esta desvergonzadamente preñada y que subraya sus protuberancias y procesos. Y dentro de esos procesos, especialmente aquellos que producen terrores masculinos por estar relacionados con follar, con la puerta de acceso a la vida y con la puerta de acceso a la muerte o a la mierda. El cuerpo grotesco es sobre todo el cuerpo femenino, el cuerpo maternal, que a través de la menstruación, el embarazo y la lactancia participa en el drama carnavalesco de estar dentro y fuera, de subvertir los límites.
(…)
Groseras son las gordas consideradas en nuestra cultura mediática como poco femeninas, rebeldes y sexualmente desviadas ya sea por asexuales o por hipersexuales en una lectura psicológica y moralmente interesada de la obesidad. Porque las mujeres, especialmente su cuerpo, tiene que estar dominado por el autocontrol y en nuestra cultura el comportamiento de la boca de arriba nos dice mucho del de la boca de abajo.
(…)
Groseras son las gritonas, las mujeres que hablan mucho, porque la suya es una boca que se expande y que intimida. Una mujer habladora se reduce a una boca incontrolable que, igual que la que come mucho, produce muchos discursos, que en nuestra cultura patriarcal son tachados de banales.
Gritonas sobre el escenario
Todas las descripciones anteriores son fácilmente contextualizables al escenario, a la música. Las músicas groseras van un paso más allá de las rebeldes, que aun podrían salir en la portada de Vogue aunque no se depilen el entrecejo. Son las negadas. De hecho, son las que no llegan, a las que apagan los micrófonos y sus amig*s no dudan en amedrentar en la adolescencia. Incluso, aunque se empeñen en montar la banda, son las que no reciben ninguna palmadita en el culo del manager, ni el fotógrafo enfoca sus tetas, son las que no cuentan con el apoyo de nadie; no en un sistema en el que la mujeres están tan limitadas por el molde objeto de deseo. Desde luego, ellas no lo son desables. Al menos no de nadie en sus santos cabales. Sin embargo, Kim yo creo que estas mujeres tienen mucho que decir. Y si el arte va de conmocionar (y no solo emocionar en plan ñoño), ¿cuál es el problema?
Características de la mujer grosera (según Kathleen Rowe filtrada por Palomitas en los Ojos) – ¿Reconoces en ellas a alguien familiar, Kim? Por fa, a medida que enuncies los puntos, piensa en Courtney Love.
- Crea desorden al dominar o intentar dominar a los hombres.
- Es incapaz o rechaza confinarse en el lugar que le toca.
- Su cuerpo es excesivo o gordo, sugiriendo su incapacidad/ su rechazo a contener sus apetitos físicos.
- Su discurso es excesivo, en cantidad, contenido o tono.
- Hace bromas o se ríe de sí misma.
- Puede ser andrógina o hermafrodita, llamando la atención sobre la construcción social del género.
- Puede ser vieja o una bruja / arpía masculinizada: las mujeres mayores que se niegan a convertirse en invisibles en nuestra cultura son consideradas a menudo grotescas.
- Su conducta se asocia con ligereza de cascos o promiscuidad, pero su sexualidad no está tan definida como la de la mujer fatal (el otro reverso). Puede estar preñada.
- Está asociada con la suciedad, la liminalidad, lo intermedio, los agujeros, los márgenes, las fronteras corporales. También con el tabú.
Ostracismo y ridiculización
La presencia de las groseras ahí, en el centro de atención, en la tele, en el escenario, les irrita. Cuestionan roles e identidades y rompen con la hegemonía, ante lo que el establishment pone en marcha sus mecanismos para mantener la normatividad. De esta manera, las viejas como Madonna, o las gordas como Beth Ditto, o las locas como Cat Power, o las sucias drogadictas (encima, con ambición desmedida) como Courtney Love y el resto de la panda de mujeres salvajes, no merecen el más mínimo respeto como artistas ni como personas, ni por la prensa ni por la propia comunidad. Son escoria. El sistema les recordará sin descanso cuál es su lugar, como decía Palomitas en los Ojos:
“(…) el heteropatriarcado [les] tiene reservado un lugar especial en su infierno social, el de la broma de casino, barra de bar y sobremesa familiar. Broma y violencia verbal, la salita de estar de la violencia física”
Es la manera de decir que no, que ese no es tu sitio. A hostias. Lo han intentando con un paternalismo suave pero si nos empeñamos en no hacer caso, pues tendrán que ponerse serios. Pero oye, que a lo mejor Keith Richards no es el único payaso. Que igual las mujeres también pueden ser desagradables sobre un escenario. La provocación y la irreverencia forman parte de muchas manifestaciones de la música alternativa que tenemos más que asimiladas. Que las mujeres pueden decidir, y también pueden decidir ser groseras, y por eso Courtney Love es DIOS. Piénsalo, Kim.
Encuesta sisterhood
La siguiente no, la otra #kartaakim va a estar dedicada a las mujeres groseras y ruidosas en la música. A las que son todo lo libres que ellas quieren, por encima de los remilgos del resto. Queremos mandar a Kim una buena lista de nuestras groseras favoritas (locales o no), ¿nos ayudáis? Mi favorita es Courtney Love, ¿cuáles son las vuestras? ¿Porqué son las reinas de la grosería? Escríbenos a sisterhood.mad@gmail.com
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Kartas a Kim #4. Dominar y destacar/ La performatividad del rocanrol
Ágata Ahora. En términos generales, en cualquier ámbito sociocultural, no se fomenta que las mujeres destaquemos más allá que por nuestra belleza, contemplada por la mirada masculina, por nuestra bondad, nuestra gentileza… y otros parámetros de madre-esposa. En la música alternativa, por tanto, tampoco. Pero ¿hay algo más? ¿Algo específico de la performatividad de la música que no nos incluye? ¿Lo que se espera y lo que se refleja de quien sube al escenario es masculino? ¿Puede ser de otra forma? Kim Gordon habla de la eterna distinción entre arte (masculina) y artesanía (femenino).
“(…) por lo general, a las mujeres no se les permite ser la hostia. Es como la famosa distinción entre arte y artesanía: el arte y el desenfreno y llevar las cosas al límite es algo masculino; la artesanía, el control y el refinamiento es para mujeres. ”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Querida Kim,
Hace unos meses, en una mesa redonda sobre mujeres en la música a la que Sangre Fucsia me invitaron a participar, Laura, la moderadora, nos preguntó si veíamos alguna característica de la escena musical que hiciera que la situación de las mujeres fuera diferente a la general en otros ámbitos culturales. Dilia (de Perra Vieja) dijo que no veía peculiaridades porque, al final, la música es una parte más de la cultura; Elena Cabrera (Autoreverse), señaló que el grado de sexualización es mayor que en otros escenarios. Lo de la hipersexualización es un temazo, y espero poder tratarlo en un post más adelante, a raíz de algunos comentarios del libro.
En el fragmento anterior tú señalas un factor interesante: la separación arte/artesanía que divide las aportaciones deseables por géneros. Se corresponde a la clásica distinción público/ privado: el arte pertenece al espacio público (dominado por el hombre); la artesanía al espacio privado (reservado para la mujer). En esto la música poco se diferencia frente a otras formas de arte.
Además añades otros factores en relación con la performatividad, ya en el espacio público (desenfreno y llevar las cosas al límite vs. control y refinamiento), que sí señalan ciertas diferencias en la música frente a otras formas de arte. Precisamente en la experiencia compartida, en el directo, es posible que el hacer y compartir música suponga una mayor exposición respecto a otras disciplinas, como la fotografía y la literatura (que se hacen en nuestro cuarto propio, aunque luego se expongan en espacio públicos) o la interpretación (ensayada y controlada al detalle, de nuevo, en un ámbito más privado). Por tanto, es posible que la música suponga un mayor riesgo en un espacio hostil. No lo sé, quizás en un sentido similar a la improvisación en teatro o en poesía.
Desde luego, tener un grupo, subirse a un escenario y compartir tus canciones tiene un punto exhibicionista y de toma del espacio, lo que entra en cierta contradicción con los valores femeninos tradicionales, que se transmiten a través de recriminaciones más o menos cariñosas del entorno, mediante mensajes continuos de los medios de comunicación. Nos piden ser comedidas, respetables, modosas. Nada de eso se corresponde con una rockstar en el escenario.
Eh, eh, pero están Debbie Harrie, Janis Joplin, Juliette Lewis, PJ Harvey… en una siguiente carta si quieres hablamos precisamente de eso, de las que es salen de su norma, a partir de otra reflexión tuya sobre el tema. En cualquier caso, de nuevo, hay que tener en cuenta que son casos puntuales. La situación general es que las mujeres siguen estando en minoría sobre el escenario y los roles hegemónicos son siempre los mismos, como decía Sole Parody: chica mona asexuada o zorra, siempre en torno al sexo leído por varones, y por tanto, como objeto contemplado, no como sujeto activo, que busca la provocación y el límite fuera de la mirada de nadie, sino como parte de su identidad.
La improvisación, la ostentación.
En el escenario, y más en contextos no-formales (*), entra en juego otro factor: eres tú con tu instrumento, y a veces toca arriesgar (la búsqueda de los límites, el descontrol). En la performatividad del rock o el punk, etc. la improvisación –lo que no se puede controlar, lo que no sabes a dónde te llevará– tiene un papel importante. Pero, Kim… ¿Cuantas chicas has visto tú participando en jamsessions? ¿Y en otro papel que no sea cantando?
En relación con el riesgo también está, en muchos casos, el desorden, el desenfreno. Y como comentas, son lugares en los que, a priori, no se nos ha invitado a estar, y, por tanto, es posible que no estemos del todo cómodas. En contraposición, sugieres el refinamiento y el control. Muy rocanrol todo eso, yes.
También en el camino de la búsqueda de los límites está la ostentación. El señor flipado levantando el mástil de su guitarra y tocando un solo con la boca abierta; dando palmas jaleando al público; dirigiendo su mirada desafiante mientras aúlla; contoneando su cuerpo entre las primeras filas. Son referentes claros que creo que tod*s tenemos en nuestras pupilas: eso es rocandrol. No es control, no es refinamiento. Es perder los papeles. Son cosas de señores. Asumimos que esos son los roles válidos en el contexto de la música alternativa, y, por otro lado, que no son roles válidos para nosotras, según el modelo de feminidad hegemónico.
Y no es que a mi me parezca mal, de hecho me gusta bastante el chourockero, las luces y las plataformas giratorias (oh, una de mis filias, el rock de señores). Por supuesto, tampoco veo necesario que todas las mujeres adquieran esas actitudes, cada una con su rollo sobre el escenario. Lo dañino es que esos sean los únicos referentes y que todos sean predominantemente masculinos.
Si el imaginario de gran parte de la música pop, rock, punk, hardcore, metal… incluye únicamente a señores haciendo muestra de su poder masculino en el escenario, para que una niña se vea identificada con esa realidad, y a la vez se sienta a gusto con el mensaje que le cuentan en Disney Channel tiene que hacer un par de piruetas mentales. Mientras tanto, otras performatividades, otras formas de disfrutar de la música sobre el escenario, de compartir el espectáculo y el mensaje, quedan invisibilizadas, o incluso quedan sin existir.
(*) ¿Qué pasa en otros contextos como el de la música clásica, en el que l*s instrumentistas responden a la técnica, el rigor y la práctica? ¿Sigue habiendo muchas menos mujeres?
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Flor de Calabaza #7
Sandra Bueno vive en Edimburgo, lejos de muchas personas que la quieren y le querrían dar besos todo el rato. Allí vive contenta (cómo no, en la ciudad más bonita y con castillos y meadows y cervezas y canciones) pero siempre es difícil volver. Y regresar a Madrid sabiendo que la despedida será inminente. A partir de ese sentimiento nace este flor de calabaza sobre lo que cuesta volver y re-volver.
La flor de calabaza está llena de agua y de fósforo y también de calcio. Son amarillas y bonitas y no duran más de un día en la nevera. En teoría, la mayoría de las flores son comestibles, pero no todas tienen la suerte de estar ricas como la flor de calabaza. Estas piezas de poesía y collage en cartón llevan su nombre. FLOR DE CALABAZA es un conjunto ordenado de poemas-collage firmados por Sandra Bueno, una de nuestras sistahs queridísimas y colaboradora del fanzine Sisterhood.
Kartas a Kim #3.4. Barreras y asedio. Sí, este también es nuestro sitio. Ft: Hilda Hund (YAY)
Entrevista a Hilda Hund, guitarrista y cantante de YAY
“Ir a un campamento de rock me habría hecho la niña más feliz del mundo y seguro que habría montado un grupo a los 8 años y no a los 80”
Ágata Ahora. En esta carta seguimos reflexionando sobre música, barreras y estrategias para sortearlas, esta vez con la ayuda de la mujermaravilla Hilda Hund, de YAY. Ella empezó a tocar la guitarra y hacer canciones con 11 años. Las grababa por su cuenta, o en verano y navidades con su prima (Clara, guitarrista y cantante de His Majesty the King). Con 25 empezó su grupo propio: YAY. Desde entonces han grabado dos discos y dado decenas de conciertos; entre ellos, el año pasado telonearon a Juliana Hatfield –su ídola desde los 12 años- y Matthew Caws en la sala Sol. Reconoce que la presencia o ausencia de modelos incluye en la cantidad e mujeres que deciden dedicarse a hacer música pero opina que, si realmente estás interesada en el tema, encontrarás la manera de hacerlo, e incluso, de hacerlo a tu manera.
Hola Kim,
¿Qué tal has pasado las vacaciones? Espero que bien. Yo estuve de visita en tu ciudad de adopción, la que vio nacer a Sonic Youth; hasta estuve buscando algunas de las galerías en las que trabajaste en Chelsea. Me gustó, con muchos matices, y ya casi he vencido el jetlag. Todo bien. En fin, a la vuelta he retomado la conversación a la que hemos dedicado las últimas tres cartas: reflexiones sobre las barreras de género que serpentean en torno al mundo musical y narraciones de los caminos que entre unas y otras vamos construyendo para abrir paso. Hoy te quiero presentar a una de mis heroínas: Hilda Hund, de YAY, que se une a nuestra discusión.
Hilda Hund / YAY
Hilda Hund lleva tocando la guitarra y cantando durante años, pero lo costó casi 15 dar el salto al formato banda. Cuando lo hizo, eso sí, fue una composición exquisita: YAY es un grupo sólido y cuidado al detalle. Son la banda sonora perfecta de un viaje nocturno en carretera. Las canciones -de sus hasta ahora dos LP (Fur, de 2015, y We Never Know How The Day Will End, de 2012) y dos EP (uno de este 2014 y otro del 2012 navideño)- fluyen, transportándote sobre la bruma, pisando el acelerador, creando una tensión que nunca terminan de resolver. Cada pieza encaja para el perfecto funcionamiento de la experiencia: las guitarras dibujan los bordes de las montañas, la voz atrae a los animales, los bajos son los faros que alumbran la calzada, y la batería te sujeta para no caer en el precipicio.
Hoy Hilda Hund se cuela en nuestra correspondencia y responde a mis preguntas a partir del siguiente fragmento de tu libro:
“Hombres tocando. A mí me encantaba la música. Fuera lo que fuese que sintieran los hombres cuando estaban juntos en el escenario, yo quería verlo de cerca, quería repasar a tinta ese algo invisible. (…) Viéndolo con perspectiva, ese es el motivo por el que entré en un grupo, para poder integrarme en esa dinámica masculina y poder mirar hacia fuera, en lugar de tener que mirar hacia dentro a través de una ventana cerrada”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
La entrevista
[Se supone que] como mujer, la música sin unos brazos masculinos rodeándome sería un aburrimiento. Me hace hasta gracia, porque la afirmación no podría estar más lejos de la realidad, entre otras cosas por los brazos rodeándome y porque encima sean masculinos
Respuesta: Recuerdo muchas, porque de pequeña iba a muchos conciertos, del estilo que fueran. Me parecía que estaba presenciando algo mágico o sobrenatural y pensaba en cómo podría reproducir aquella sensación para mí misma cuando yo quisiera. Tomaba con la naturalidad que da la costumbre el hecho de que siempre hubiera una cierta o total ausencia de mujeres en el escenario, pero cada vez que había alguna, lo celebraba. Incluso diría que me daban nervios buenos.
P: ¿Cómo crees que influía esa ausencia de mujeres?
R: El no ver demasiados referentes influye, aunque sea de manera inconsciente, en el número de mujeres que se dedican a la música. Sin embargo, también creo que las chicas verdaderamente interesadas aprenden dónde buscar y no esperan a tener una invitación, no son vampiras entrando en casa de nadie. Las tímidas siempre lo tienen más complicado, pero eso ocurre en todas las facetas de la vida.
P: Pero, por lo general, ¿nos sentimos invitadas a entrar?
R: Creo que no es lo común sentirse identificada, o sentir que, de manera general, te requieren en la música por las cosas que haces. De manera general, insisto. A veces tienes que personificar un determinado pack de cualidades, como emisora y como receptora de la música. Y especialmente, cuanto más comercial es esta, más se valoran otro tipo de cosas que ganan terreno a lo meramente artístico. En ocasiones se apela más a la imagen de las mujeres y a sus supuestas características que a la realidad de las propias personas.
P: ¿Cómo operan esas normas?
R: Hay mecanismos que nos indican que nos quieren dentro, pero bajo sus reglas y su percepción de lo que una mujer, música o no música, debe ser. Uno muy claro es la frase “para ser una chica… (Completar con cualquier supuesto halago)”. Además, estas cosas machistas no es solo cosa de hombres. Insultos bienintencionados como estos pueden venir de cualquiera. Muchas de nosotras a veces nos olvidamos de que esto es así, porque nos rodeamos de personas con opiniones y actitudes parecidas a las nuestras, pero basta salir un poco de nuestras burbujas para comprobar esa realidad fácilmente.
Un técnico en una prueba de sonido me insistió en que tenía que cantarlo todo en otro tono porque así estaba mal y no me podía sonorizar bien
P: ¿Recuerdas alguna experiencia personal en ese sentido?
R: Un técnico en una prueba de sonido me insistió en que tenía que cantarlo todo en otro tono porque así estaba mal y no me podía sonorizar bien. ¡Era un gran profesional! También está el dependiente de la tienda de instrumentos que no me quería vender cuerdas del calibre 12 porque eran muy gruesas para una chica. Lo ahorqué con una. Es broma. En otra ocasión, hace algunos años, cuando en el grupo éramos tres chicos y yo, una colega de una amiga vino a un concierto y lo primero que le preguntó a mi amiga fue de quién era novia yo en el grupo. ¡Se suponía que esta mujer era una persona feminista! ¿De qué lugar recóndito salió esta suposición suya?
P: ¿Cómo te tomabas estas cosas?
R: La traducción que podría hacer de estas experiencias es que yo no sé lo que hago en lo que se refiere a música, que alguien tiene que corregirme, y que, por supuesto, para estar en un grupo de rock necesito una motivación sexual o afectiva porque, como mujer, la música sin unos brazos masculinos rodeándome sería un aburrimiento. Me hace hasta gracia, porque la afirmación no podría estar más lejos de la realidad, entre otras cosas por los brazos rodeándome y porque encima sean masculinos. Pero a mí todo eso me da más ganas de tocar, la verdad. De todas formas, a ver quién no ha formulado un juicio erróneo en su vida, todas tenemos que aprender.
Cada una con nuestras opiniones y nuestra manera de ser y de decir las cosas, con nuestros cambios y evoluciones. Si eso inspira a alguien a ser como es o a ver cosas que no veía, estupendo, pero lo suyo es hacerlo primero por una misma, por dignidad personal.
P: Pero… ¿Cómo crees que se puede revertir eso?
R: Hay muchos casos perdidos y creo que no hay que perder energía en ellos. Para los demás, en mi opinión, tenemos que ser nosotras mismas con todas sus consecuencias. Cada una con nuestras opiniones y nuestra manera de ser y de decir las cosas, con nuestros cambios y evoluciones. Si eso inspira a alguien a ser como es o a ver cosas que no veía, estupendo, pero lo suyo es hacerlo primero por una misma, por dignidad personal. No hay que dejarse reducir, no somos un caldo. Es un dicho italiano que me acabo de inventar.
P: ¿Cómo lo hiciste tú?
R: No dejándome reducir como un caldo y aprendiendo a hacer lo que me apetece sin darle explicaciones a nadie, muchísimo menos a quienes se obcecan con sus prejuicios, sean estos los que sean. Intentando encajar aquí o allá no se consigue nada bueno.
P: ¿Se te ocurre alguna estrategia conjunta para fomentar que más y más mujeres se interesen por la música?
R: Si no les interesa la música, lo que deben hacer es dedicarse a lo que les interese a ellas. Si les interesa pero no se atreven, a lo mejor un día les pueden las ganas y no les queda más remedio que atreverse (eso me pasó a mí). Pero te digo una cosa, lo de los referentes es muy cierto, y a mí, un campamento de rock, de pequeña me habría hecho la niña más feliz del mundo y seguro que habría montado un grupo a los 8 años y no a los 80, para bien o para mal, jiji.
* Es importante tener en cuenta que las personas que participan en estas entrevistas son músicas en activo, son las que sí están ahí, por lo que, de alguna manera han conseguido traspasar las barreras invisibles de las que hablamos o, incluso, gracias a un entorno o educación privilegiada, no los han sufrido. Por tanto, no vamos a poder describir el fenómeno en su plenitud. Si tú tienes algo que añadir, por favor, háznoslo llegar a sisterhood.mad@gmail.com
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
“Vivir y hacer música siendo mujer siempre se reduce únicamente a ser mujer. ¿Por qué?”
Entrevista a Hanin Elias (ex Atari Teenage Riot)
Elia M y Ágata Ahora. Hanin Elias, fundadora de Atari Teenage Riot, visita por primera vez España para presentar su proyecto en solitario. Será el sábado 9 de mayo en la sala Maravillas, en un cartel compartido con Vadim Tudor y Super Busty Samurai Monkey, organizado por Indypendientes. Elias ha sido un referente dentro de la escena del hardcore electrónico en Berlín desde los años noventa. Además del activismo feminista que practica encima del escenario, también puso en marcha un sello (Fatal Recordings) exclusivo para mujeres. Esta vez viene acompañada de la DJ danesa That Fucking Sara. Hemos tenido la oportunidad de entrevistarla por correo electrónico.
En Brasil, me tiré al público y un tipo me agarró entre las piernas al pasar sobre él. Tuve que pegarle con el micrófono y vino la ambulancia otra vez…
¿Cómo vives el directo?
Los conciertos siempre suponen un desafío para mí. Para empezar, me pongo muy nerviosa en el escenario. Es una interacción tremenda con el público, y recibo de vuelta mucha de la energía que doy. Vivo los conciertos como un alivio y creo que son algo muy hermoso.
¿Qué es lo mejor que te ha sucedido en un concierto? ¿Y lo peor?
En la época de Atari hubo conciertos muy locos, como una vez que el escenario se rompió bajo nuestros pies porque se había subido un montón de gente. Unos chicos se hicieron heridas en las piernas y hubo que sacarlos de allí en ambulancia. Otra vez, en Brasil, me tiré al público y un tipo me agarró entre las piernas al pasar sobre él. Tuve que pegarle con el micrófono y vino la ambulancia otra vez… Y otra vez, en Perth (Australia), me desmayé por el calor y me rompí un diente. ¡Hay mil historias!
La industria musical se encuentra en constante cambio. ¿Cómo describirías la evolución desde la época de Atari Teenage Riot en los noventa al momento actual con tu proyecto en solitario?
A veces me agota todo. Me autofinancio todos los discos, luego los saca un sello que se lleva el 80 % de los ingresos, tienes que firmar contratos cediendo todos los derechos…
¿Crees que tienes más control sobre tu carrera musical?
Hoy en día, puedes editar tu propia música, pero luego tienes que costear la promo, pagar a las sociedades de gestión de derechos y correr con todos los gastos. La gente espera que pongas tu música gratis en internet, pero se tarda tanto en hacer un disco…
La gente espera que pongas tu música gratis en internet, pero se tarda tanto en hacer un disco…
¿Se puede vivir de la música hoy en día? ¿Merece la pena?
Jajaja, en este momento tengo que decir que ¡“no”!
El hecho de vivir y hacer música siendo mujer siempre se ve reducido únicamente a ser mujer.
¿Te consideras feminista?
Sí.
¿Qué impacto tiene ese posicionamiento político en tu propuesta artística?
El hecho de vivir y hacer música siendo mujer siempre se ve reducido únicamente a ser mujer. ¿Por qué?
¿Crees que el feminismo está imponiéndose de nuevo (o más bien por fin), o la sociedad patriarcal aún domina el mundo de la música?
Todavía queda mucho camino por recorrer.
Pero he descubierto que la mujer cabreada con el hombre también es una fantasía sexual. Yo solo quiero ser auténtica y atraer a la gente a mi mundo.
¿Es posible apropiarse del valor artístico que parece tomar el aspecto en el escenario para dominarlo como un elemento más del mensaje propio?
Si consigo fundirme con la música en el escenario desaparezco para mí misma, pero sé que aún estoy ahí para el público. Creo que si haces lo que quieres, ojos que no ven, corazón que no siente.
¿Qué mirada crees que recibes de tu público? Y, ¿cuál devuelves?
Depende de qué hable la canción. Yo creo que devuelvo mucho enfado al público, sobre todo al público mayoritario que quiere que tenga un aspecto determinado o que me comporte de una forma concreta. Pero he descubierto que la mujer cabreada con el hombre también es una fantasía sexual. Yo solo quiero ser auténtica y atraer a la gente a mi mundo. Sentir que alguien se identifica contigo en un momento preciso es una sensación increíble.
Os devuelvo la pregunta: ¿qué seríamos las mujeres sin la mirada del hombre?
Libres. Sin lugar a dudas seríamos más libres.
Concierto Hanin Elias + Super Busty Samurai Monkey + Vadim Tudor
Sábado 9 de Mayo 21:30, sala Maravillas Club
10€ Anticipada / 14€ Taquilla.
Organiza: Indypendientes.
Entradas anticipadas:
https://www.ticketea.es/hanin-elias-atari-teenage-riot-en-madrid/
http://entradium.com/entradas/hanin-elias-atari-teenage-riot-vadim-tudor
Rara Avis
Escridiscos
Libreria La integral
Más información:
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