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Cinco reflexiones sisty sobre mujeres, política y liderazgo.

La semana pasada recibimos una propuesta por parte del SModa. Con motivo del estreno del documental Alcaldessa (Pau Faus, 2016), que aborda los 12 meses previos al desembarco de Ada Colau en el consistorio de Barcelona, nos lanzaron unas cuantas preguntas sobre liderazgo femenino en política. Las peticiones de medios mainstream siempre nos generan dudas: ¿contribuyen a la visibilidad del discurso feminista? ¿Suponen una apropiación de la lucha? ¿La frivolizarán, o se respetará lo que decimos? Decidimos hacerlo, porque además nos apetecía reflexionar de manera colectiva a partir de los temas que nos planteó la periodista. Tan solo nos pedían tres o cuatro líneas por respuesta, pero una vez más, ya metidas al lío, nos pudo la emoción y esas tres líneas se convirtieron en varios párrafos. Al final solo usaron dos lineas, como suele pasar, pero el texto que escribimos ha resultado muy valioso para nosotras, pues nos han ayudado a ordenar y dar forma a un montón de ideas sobre las mujeres en política que teníamos en la cabeza. Por eso, hemos decidido compartir con vosotras la entrevista tal como fue entregada.

Alcaldessa - TRAILER

P. ¿Cuáles son los puntos clave del proceso de empoderamiento de una mujer?

R. Hablar de los conflictos de las mujeres en singular, como “la mujer” es de por sí bastante opresivo y “desempoderante”. Aunque es una expresión muy común y extendida, nunca veremos en los medios hablar de “el hombre” en estos mismos términos. Las circunstancias personales, sociales y culturales son tan diversas que resulta imposible hablar de forma general ni de “empoderamiento” ni de “mujer”. Creemos que tiene que ver con ser capaz de vivir e interactuar con tu entorno de forma afín a tus intereses, valores e inquietudes, tomando decisiones libres ante las imposiciones externas, que pueden venir de tu educación, de tu red social, de las normas de conducta establecidas, de los estándares de belleza, de la religión, de tantas y tantas partes del sistema patriarcal y capitalista.

Para ello, primero es necesario identificar las opresiones a las que estás sometida, o al menos, a aquellas a las que te quieres enfrentar en ese proceso; posicionarte ante ellas, es decir, decidir que quieres cambiar la situación; y, por último, hacerlo. El tercer paso es, evidentemente, el más complicado. A nosotras nos ha servido mucho la teoría feminista, leer libros de muchas mujeres que, antes que nosotras, se enfrentaron a situaciones similares, reflexionaron sobre ello y actuaron; hablar con otras mujeres de estos temas, compartir nuestras inquietudes… También es clave tener una red de apoyo: colectivos, amigas, familia… personas que te ayuden a reafirmarte y te den su cariño, no matter what. Por supuesto, buscar estrategias comunes, de nuevo a través del activismo. Y no desesperarse, saber que es un proceso complicado, porque muchas veces estás caminando contracorriente, pero merece la pena, y aunque nunca vayas a llegar al estatus de “mujer empoderada” al completo (siempre quedarán opresiones, más o menos sutiles, aparecerán nuevas, etc.), cada paso que des es valioso. En cualquier caso, no creemos que haya una receta, esto son algunos de los ingredientes que nos han ayudado a nosotras.

“Si una chica recibe el mensaje  de que ella no vale para dirigir, y sin embargo se le anima a  desarrollar otras labores sociales, por ejemplo en relación con los cuidados (enseñanza, enfermería, comunicación, etc.), evidentemente es fácil que se sienta más cómoda o más predispuesta a buscar una carrera profesional en el segundo campo y a rechazar el primero”.

P. ¿Cuáles son los principales obstáculos con los que se encuentra una mujer líder?

R. Vivimos en una sociedad patriarcal, que establece una división social a  partir de la construcción de género,y asigna serie de valores y características “deseadas” a las dos categorías dicotómicas “hombre” y “mujer” a través de la cultura, la educación, la moral, etc. Por  ejemplo: el cuidado, el peso de la estética hegemónica, etc. son valores  que se consideran positivos en las mujeres; la competitividad, la  agresividad, el liderazgo, etc. son valores que se consideran positivos  en los hombres, y en muchos casos negativos en las mujeres.

En la construcción de la identidad “líder” se refleja esta realidad. En muchos casos estas desigualdades son muy sutiles y no vienen en forma de  prohibiciones, sino en base a modelos, conductas celebradas y conductas menos celebradas, etc. Por ejemplo, existe una creencia más o menos  generalizada de que las mujeres son menos asertivas, decididas y fuertes que los hombres. Nosotras consideramos que esas “barreras  biológicas” no tienen ningún sustento, pero la creencia social de su existencia acaba teniendo consecuencias: si una chica recibe el mensaje  de que ella no vale para dirigir, y sin embargo se le anima a  desarrollar otras labores sociales, por ejemplo en relación con los cuidados (enseñanza, enfermería, comunicación, etc.), evidentemente es fácil que se sienta más cómoda o más predispuesta a buscar una carrera profesional en el segundo campo y a rechazar el primero. Por tanto, creemos que el principal obstáculo son los estereotipos de género, que influyen en la autopercepción y en la construcción de la identidad (lo que quieres ser, a los puestos a los que optas, tus formas de relacionarte, etc.), y en la mirada que tu entorno deposita sobre ti (lo que esperan de ti, lo que premian, lo que castigan, etc.).

También cabe preguntarse si nos interesa o no reproducir estos roles de autoridad, o si, en vez de buscar una organización jerárquica, quizás es más interesante explorar otras formas de organización más horizontales, más justas e igualitarias.

Proponemos inventar una nueva palabra para entendernos mejor y decir “feministar la política”, en vez de feminizarla. Quizá así evitaríamos confusiones y de paso les daríamos un nuevo motivo a los académicos de la RAE para que sigan tirándose de los pocos pelos que les quedan.

P. Aspecto físico e imagen: ¿es igual el nivel de exigencia con una mujer que con un hombre?

No, para nada. La imagen de las mujeres está constantemente en tela de juicio. En la sociedad capitalista y patriarcal uno de los papel principales de las mujeres es ser un objeto de contemplación (además de madre y esposa), recibir atención en base a su aspecto físico. Además, se ha creado un mercado muy jugoso que parte del cuestionamiento de todas y cada una de las partes de nuestro cuerpo, ofreciendo un único modelo al que todas debemos aspirar: delgadez, juventud, depilación, buen olor, dulzura, suavidad… Se nos exige que tratemos de alcanzar ese modelo, y se nos ofrecen medios (que nunca serán suficiente) para ello: comprar cremas, ropa, maquillaje, revistas de moda, hacer dietas, etc.

R. ¿Esto que se está dando en llamar “feminizar la política” es en realidad humanizarla?

Existe la costumbre generalizada de despotricar contra las etiquetas, pero creemos que es algo a lo que debemos prestar atención, porque en el lenguaje casi nada es inocente ni casual, mucho menos en política. Por poner un ejemplo, muchas veces nos encontramos con discursos pseudoigualitarios que promulgan la abolición de la palabra “feminismo” en beneficio de otras que a ellos les parecen menos conflictivas como “igualitarismo” o “humanismo”. En realidad, lo único que consiguen estas corrientes es rebajar el discurso a cambio de hacerlo supuestamente más digerible y divulgativo. La realidad es que si tu lucha es justa -el feminismo lo es- no es necesario maquillarla para agradar a quienes no la comparten. Creemos que la cuestión de “humanizar la política” va un poco por ahí, aunque este caso es más confuso, pues “feminizar” no alude a “feminismo” sino a “femenino” y ahí empieza el conficto nominal. Lo que entendemos por “femenino” es mucho más complejo y problemático que “lo feminista”, ya que atiende a tantas convenciones y subjetividades que resulta imposible concretarlas para que cristalicen de forma inteligible en una expresión. De hecho, nosotras hemos tenido que buscar en Google porque no estábamos familiarizadas con ella y no acabábamos de entender a qué se refería. Proponemos inventar una nueva palabra para entendernos mejor y decir “feministar la política”, en vez de feminizarla. Quizá así evitaríamos confusiones y de paso les daríamos un nuevo motivo a los académicos de la RAE para que sigan tirándose de los pocos pelos que les quedan.

P. En España tenemos/hemos tenido otras mujeres líderes en política: Esperanza Aguirre, Susana Díaz, Rita Barberá, Carme Chacón… ¿Qué trae de nuevo la figura de Ada Colau al panorama político femenino?

R. Ada Colau es activista y es feminista. Representa una serie de valores que no tienen nada que ver con la lista anteriormente mencionada: es crítica con el sistema, lucha por los intereses de la clase trabajadora, lucha por la justicia para las personas desfavorecidas, lucha por la igualdad de las mujeres, de las migrantes, de las personas LGTBI, de las pobres, de las precarias… Trae honestidad y revolución. No basta solo con ser mujer y política, la clave está en entender el estatus de mujer en la sociedad patriarcal, los problemas que genera para la mayoría y luchar por solucionarlos y modificar el sistema desde dentro.

P. Cualquier otra cosa que me queráis comentar sobre el liderazgo femenino en política, y sobre el panorama abierto con la metamorfosis de Ada Colau hasta ser alcaldesa electa de Barcelona hace un año.

R. Como hemos dicho antes, el hecho de ser mujer y ocupar una posición de poder no te convierte automáticamente en una feminista, ni en una luchadora por los derechos de las mujeres, aunque desde el marketing político se nos intente vender lo contrario constantemente. Este punto de vista postfeminista es especialmente peligroso porque promueve la conquista individual del espacio a través de la competición, lo que acaba derivando en una desmovilización colectiva. En realidad el desembarco de las mujeres en el poder abre un debate muy complejo que, desgraciadamente, a un hombre nunca se le llegará a plantear. Esto no significa que debamos quedarnos eternamente en las trincheras, pero tampoco limitarnos a considerar la representación femenina como una conquista que concluye al conseguir copar el cincuenta por ciento de las posiciones que tradicionalmente han ocupado los hombres. De hecho, creemos que detentar una posición de poder político en primera línea en la mayoría de los casos es incompatible con el discurso y el activismo feministas. No es necesario recurrir al manido ejemplo de Margaret Thacher, la lista de mujeres mencionadas en la pregunta anterior ya es una buena muestra de ello. Por eso creemos que la figura de Colau en ese contexto es especialmente valiosa y un verdadero modelo para todas nosotras, pues no se limita a ocupar el espacio sino que aprovecha su posición privilegiada para seguir luchando por el feminismo con ética y gran valentía a pesar de lo adverso que es el espacio en el que ha decidido desarrollar su activismo.

Kartas a Kim #6.2. Lideresas y mandonas

Ágata Ahora. En su libro, Kim Gordon se sitúa como artista tímida que vence a duras penas sus fobias sociales para compartir su creación. El modelo de mujer decidida, resuelta, capaz y fuerte –que yo asignaba desde fuera a la bajista de Sonic Youth– no se refleja en su biografía, así que dedicaremos esta carta (y la anterior y la siguiente) a ello. La idea de “líder” es escurridiza: por un lado habla de una organización jerárquica, por otro lado se refiere a la capacidad de autodeterminación, de decisión, de seguridad, de convicción. Dedicamos esta carta a esta segunda acepción.

peaches6“El rollo de las estrellas del rock siempre me ha parecido insincero –esterilizado y gestual, incluso ridículo–. Siempre me he sentido incomoda dándole a la gente lo que quieren o esperan de mí”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).

Hola Kim,

¿Qué tal las vacaciones? ¿Estuviste por California?

Yo la verdad es que muy bien, tranquila, mirando el mar. He tenido tiempo para retomar poco a poco nuestra correspondencia, que dejé bruscamente antes del verano. Disculpa mi silencio estos meses, pero tuve muchos líos varios que ahora no vienen a cuento. La verdad es que he echado de menos tus cartas y nuestras reflexiones compartidas sobre mujeres y música, así que, si te parece bien, retomamos.

Lo último de lo que hablábamos era sobre el liderazgo, la fortaleza… Son atributos que no se suelen inculcar a las niñas ni a las mujeres, pero que tienen un papel clave a la hora de situarse como creadora, coordinadora de un grupo, etc. ¿Cómo subirse a un escenario, proponer tus ideas dentro de un grupo o defender tu opinión, cuando lo que te enseñan es a ser invisible? O aun peor, cuando se condena a la mujer que lo hace, tachándola de “mandona”. Contadba Sara Uve de Árida: “Al principio me mostraba mucho más insegura y no tenía muy claro qué valor darle a mis ideas. Muchas veces me colocaba en ese rol de compositora o gestora y no sabía bien por donde tirar. Si se creaba confrontación de algún tipo solía terminar cediendo en mi criterio por no saber defenderlo bien o por rechazo al conflicto en sí mismo. Pero fui aprendiendo de mis errores, superando algo más mis inseguridades y moviéndome por lo que me motivaba. Si lo que quería era componer en un grupo, tenía que aprender a trabajar en equipo, a ceder a veces, a defender otras, y a manejar situaciones que, quizá por mi sensibilidad, me afectaban de más”. Es es un proceso de empoderamiento, muchas veces a contracorriente.

Desde luego tú, Kim, no eres el ejemplo de líder: te defines como tímida crónica y en el libro relatas en varias ocasiones lo mal que lo pasabas y lo poco segura que te sentías sobre el escenario. Incluso consideras que al exigir fortaleza en las mujeres se cae en una trampa en la que no se les permite mostrar su sensibilidad. De eso hablaremos en la siguiente carta. En esta me gustaría hablar brevemente del perfil de “mandona”, precisamente por la falta de presencia  que se extrae de tu experiencia.

Pero por otro lado, al reflexionar sobre este perfil, el de la “mandona”, me surge otro temor: caer en el feminismo liberal, ese de “porque yo lo valgo”, que sitúa el sujeto de la lucha “feminista” en el individuo, aislándolo de su entorno. Que reivindica las decisiones de las mujeres, sean solidarias, reflexionadas, políticas para la comunidad, o todo lo contrario. En este sentido, reivindicar al sujeto dirigente puede implicar defender una organización jerárquica, lo que, comprenderás, no es absoluto mi intención. Creo en la cooperación y en las estructuras horizontales, pero, para coordinar y ofrecer una opinión es necesaria también esa seguridad (o fortaleza) de la que quiero hablar en estas cartas. Y que no se corresponde, en absoluto a lo que nos educan a las mujeres (todo lo contrario, cualquier milímetro de nuestro cuerpo, que es nuestra valía social, es fuente de inseguridad, desde la escuela hasta la vejez). Buscando cosas sobre el tema del liderazgo y las mujeres, encontré una web llamada Ban Bossy [prohíbe mandona].

“Cuando un niño pequeño se reafirma se le dice que es un líder, sin embargo, cuando una niña hace lo mismo, se arriesga a ser llamada “mandona”. El uso de términos como mandona mandan un mensaje claro a las niñas: no levantes la mano o hables. Ya en la escuela secundaria, las niñas están menos interesadas ​​en el liderazgo que los niños una tendencia que continúa en la edad adulta.”

Esta iniciativa advierte de situaciones alarmantes, que ya se observan en edades muy tempranas:

  • Girls get less airtime in class. They are called on less and interrupted more.
  • The confidence gap starts early. Between elementary and high school, girls’ self–esteem drops 3.5 times more than boys’.
  • Bossy holds girls back. Girls are twice as likely as boys to worry that leadership roles will make them seem.

La web incluye gráficas que confirman (al menos en EE.UU.) sus observaciones, fotos de Beyoncé, Condoleezza Rice (!!), Jennifer Garner y Jane Lynch apoyando la campaña y también guías #Banbossy para chicas, para profesor*s, para padres y madres, etc. Toda la web tiene un marcado carácter individualista – liberal – túpuedesserelnúmerouno estadounidense, pero la situación que describe (al margen de la estrategia para combatirla) parece evidente: a las mujeres no se nos educa para destacar, ni para asumir puestos de coordinación.

Y esto: ¿qué impacto tiene sobre un escenario? Pues mucho, claro. El asumir un rol activo –y por tanto, romper con la normalidad de señores rockeros– en la música es mucho más que levantar la mano en clase. Si el querer hacer las cosas como quieres, tocar tus canciones, decidir tu manera de llevarlas a escena, coordinar a un equipo de músicas y de técnicas, etc. lleva a recibir calificativos mucho peores que el de mandonas, pues oye, mejor quitarse de líos y quedarse abajo del escenario, en un sitio discreto. O en casa, más tranquilas.

Por eso necesitamos otros modelos, capaces de subvertir el mensaje. Mujeres poderosas (que no tiranas), seguras y fuertes. No para que todas tengamos que ser de esta manera, claro, sino para que podamos ser como nos de la gana.

Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?

 

 

Kartas a Kim #6. Fortaleza ft. Sara Uve (Árida)

Ágata Ahora. En el proceso creativo es necesario tomar decisiones y  tener un grupo, incluso en bellas situaciones de horizontalidad,  requiere mostrar tus ideas, adquirir carácter y apostar por tu criterio. No es tan sencillo, conocerse, dejarse conocer. Kim Gordon admite que, durante años, su propia timidez le llevaba al vacío creativo. Tuvo que repensarse y reafirmarse para empezar a sentirse ella misma. En esta carta a Kim hablamos sobre la fortaleza y el liderazgo en la música. Para ello, invitamos a una artista fuerte y valiente: Sara Uve, de Árida. 

Sara Uve

Sara Uve – Árida

“Aquellas mujeres [The Raincoats] tocaban y cantaban en contra de todo estereotipo, pero lo hacía sutil y musicalmente, suave y místicamente, sin la agresividad tradicional del rock y el punk y sin hacer ondear ninguna insignia estrafalaria. Me había pasado la vida entera evitando hacer lo que era fácil, lo que se esperaba de mí. No sabía qué imagen proyectaba en el escenario o fuera de él, pero estaba dispuesta a permitirme a mí misma ser desconocida para siempre. Para mí, la timidez era el principio de la muerte creativa”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).

Querida Kim,

Al hablar de las Raincoats describes una fortaleza contrapuesta a la agresividad (masculina) del rock y del punk. Otro tipo de seguridad, que tiene que ver con ser quién quieres ser. Algo que tú consideras que no habías alcanzado en aquel momento, y que yo creo que no es sencillo de lograr. Como venimos hablando desde el principio de nuestra correspondencia, los roles femeninos predominantes en la industria musical son limitados y casi siempre son más bien complacientes (ser quien él quiere que seas). La fortaleza, la seguridad, el liderazgo no se corresponden con el modelo imperante. Aunque también está Madonna, por ejemplo. O, mucho mejor, Sara Uve, de Árida. Kim, si te parece, hoy nos ayuda ella a pensar sobre liderazgo y música. Antes de nada, las presentaciones.

Sara Uve

En las fiestas de fin de curso del cole, mientras sus amigas hacían una coreografía, ella se pedía estar detrás con una guitarra de juguete. Desde siempre, a Sara Uve le fascinaba la idea de hacer música, aunque hasta los quince años se contentó con un papel de espectadora. Entonces, su familia le regaló su primera guitarra y su madre le animó a apuntarse a clases. En sus primeros grupos asumía de forma natural el segundo plano que le venía asignado, pero un buen día, The Donnas se cruzaron en su vida. Cuando vio a Allison Robertson tocando solos, llevando el peso de las canciones, algo cambió. Ahora, años después, con su dúo de stoner-grunge, Árida, dice que encuentra más gracia en aspectos más simples y primitivos de la guitarra, como un riff o un sonido. Pero seguramente, dentro de un tiempo, otra niña se dará cuenta de que sí-se-puede después de ver un video suyo (o quién sabe, un video-holograma).

 sara3“La fuerza se construye y hacerlo sola es muy difícil”

Pregunta: ¿La fortaleza es un atributo tradicionalmente masculino?
Respuesta: Para nada. Al hablar de fortaleza se suele aludir a otros conceptos como competitividad, agresividad o separación, pero para mí los valores que nos fortalecen son otros muy distintos. Una persona fuerte es empática con los demás y necesita de la gente, tiene ganas y ambición y a su vez es humilde, y desarrolla una serie de criterios propios que trata de poner en práctica. Creo que “el cuidado”, que es un valor que siempre se ha achacado a la mujer, es un buen valor a tener en cuenta. Una persona no solo es fuerte por sus valores personales, sino por la relación que tiene con los demás y su medio. No concibo en mi vida otra manera de hacer cosas, como música, que no sea bajo estas condiciones.

P: ¿Tú te consideras una persona fuerte?
R: Creo que se trata de un ejercicio y como tal, hay que practicarlo. Siempre hay dificultades y el saber sobreponerse a estas situaciones no evita que nos sintamos mal o queramos tirar la toalla. Forma parte de la vida. Pero se trata de que eso sea un punto y seguido y no un punto y final.

P: Entonces, ¿qué significa para ti ser una mujer fuerte?
R: Uf. Es una pregunta difícil y subjetiva. Supongo que para mí una mujer fuerte es la que afronta la vida con ganas, la que se expone ante sí misma y los demás y que a pesar de encontrarse obstáculos sigue adelante, con más o menos dificultad. La que reformula la realidad adaptándola a sus propios valores y objetivos y busca un espacio para sí misma que acabe realizándola de alguna manera.

Una de las claves para mí es ser menos exigente conmigo y entender que estoy en un proceso de aprendizaje y disfrute

P: Y… ¿en qué se traduce esto en la música?
R: En mi caso, en tener claro lo que me apetece hacer. Ahora mismo estoy en proceso de cambio y exploración artística a nivel compositivo, de interpretación y de situaciones nuevas que se me van presentando. Ser fuerte se traduce en estar en ese nuevo rol disfrutando, siendo consciente de todo lo que me queda por aprender y llevándome algún batacazo que otro de cuando en cuando. Me intento hacer a mi voz (que es algo relativamente nuevo para mí), apreciándola como es e intentando llevarla a un terreno más personal, exponerme a la situación de ponerme retos y fallar a veces (como componer guitarras que no me salen, o confundirme en directo),… Creo que una de las claves para mí está siendo el ser menos exigente conmigo y entender que estoy en un proceso de aprendizaje y disfrute. Empezar a interiorizar esto forma parte de una de mis fortalezas todavía en proceso. También he asumido un rol de “dirección” a nivel de composición-interpretación de una manera más relajada, más cómoda conmigo misma y más conciliadora con los demás. Trato de seguir y desarrollar mis ideas armonizándolas con las personas con las que esté tocando.

P: ¿Qué crees que te permiten estas nuevas herramientas?
R: El resultado es que estoy más feliz. Supone trabajo por mi parte y a veces coste personal, pero me siento más realizada y más lejana al “qué dirán”. Apuesto más por lo que me pide el cuerpo hacer (aunque la influencia de “los demás” siempre está ahí). Trato de irme liberando de lo que se espera de mí y creando mis propias expectativas, disfrutar de lo que me gusta de mí misma y de la música, probándome de manera constante y trabajando los que considero mis puntos flacos.

P: Para ti, ¿cuáles han sido los puntos clave para desarrollar estas fortalezas?
R: Para mi es vital contar con personas que no solo te respeten sino que te ayuden a levantarte en los tropiezos, reforzando tus puntos fuertes. La fuerza se construye y hacerlo sola es muy difícil. Se trata de un aprendizaje que vas forjando conforme a tus experiencias y tu red. Yo soy más fuerte que hace unos años y espero que menos que dentro de otros. Tengo la suerte de contar en el grupo con un gran apoyo para mí: Javi es mi compañero, mi apoyo y mi referencia, muchas veces. Gracias a que puedo contar con su hombro, todo esto es más fácil y posible. También cuento con una red de amigas y amigos que compartimos y entendemos la música y la amistad de una forma muy similar. Para mí es importante rodearse de personas que te mandan los mensajes correctos y te apoyan desde el respeto y la igualdad. Parece algo muy obvio y sencillo, pero en la práctica no es así muchas veces.

Árida

Árida

P: En Árida, ¿cómo os planteáis la toma de decisiones?
R: Javi (batería) y yo (guitarra y voz) creamos y llevamos el grupo de manera conjunta, aunque el peso compositivo recae más sobre mí por ser la guitarrista y la voz. En este sentido, desempeño un papel más directivo -que me gusta, y con el que cada vez estoy más cómoda- aunque es solo una forma de empezar a componer, que luego pasa por el filtro y el criterio de ambos. Igual que para gestionar el grupo, unas cosas las hago yo y otras él. Nos gusta compartir de esta manera el proceso, las tareas y cualquier cosa que implique al grupo.

P: Tú has puesto en marcha, desde cero, varios proyectos musicales, ¿cómo ha sido la experiencia?
R: Al principio me mostraba mucho más insegura y no tenía muy claro qué valor darle a mis ideas. Muchas veces me colocaba en ese rol de compositora o gestora y no sabía bien por donde tirar. Si se creaba confrontación de algún tipo solía terminar cediendo en mi criterio por no saber defenderlo bien o por rechazo al conflicto en sí mismo. Pero fui aprendiendo de mis errores, superando algo más mis inseguridades y moviéndome por lo que me motivaba. Si lo que quería era componer en un grupo, tenía que aprender a trabajar en equipo, a ceder a veces, a defender otras, y a manejar situaciones que, quizá por mi sensibilidad, me afectaban de más. Sigo siendo todas esas cosas pero 2.0.

P: ¿Crees que alguna vez se te ha considerado mandona por imponer tu criterio?
R: ¡Jajaja, desde luego! Seguramente algunas veces con razón, porque igual no he sabido llevar bien la situación o expresar mis ideas de la manera más adecuada. Suelo colocarme en ese lugar de emprender, gestionar, componer y en general, formo parte de una manera muy activa en los grupos; he reflexionado sobre ello y creo que voy aprendiendo poco a poco a no imponer y tampoco renunciar a mi propio criterio. No siempre resulta sencillo ya que la música puede resultar algo verdaderamente personal.

En general se nos suele tachar de mandonas a las que tenemos algo que decir, que queremos algo concreto, que sabemos cómo llegar a eso y que no tiene por qué estar en sintonía con los demás

P: Pero… ¿no crees que hay un trasfondo machista en tachar a las mujeres que lideran de mandonas?
R: Sí. Al margen de algunas situaciones, en general se nos suele tachar de mandonas a las que tenemos algo que decir, a las que tenemos claro que queremos algo concreto, que sabemos cómo llegar a eso y que no tiene por qué estar en sintonía con los demás. Aunque he vivido pocas confrontaciones explícitas de “eres una mandona” las recuerdo bien, porque me resultaron chocantes y dañinas. Al final, tras resolver lo que pasaba, siempre salían a relucir inseguridades y/o prejuicios de la otra persona.

P: ¿Puedes contarnos alguna?
R: Recuerdo una prueba a un batería con un grupo que tuve con dos chicos hace años. Yo hacía un esfuerzo grande por ser amable, integrarle y enseñarle los temas, pero él se mostraba todo el tiempo indiferente a lo que yo le dijera (como si no pudiera aportarle nada de interés) y tenía una actitud bastante borde. Resulta que le parecía que, habiendo dos chicos, el que yo le estuviera explicando las estructuras de los temas y tal era de estar “muy subidita”. “A mí no me manda la tía”. Incluso intentó que mis compañeros fueran sus aliados. Yo tenía 16 años, pero recuerdo mi shock y el no entender lo que estaba pasando. Estaba adentrándome en un mundo lleno de prejuicios sin saberlo y ese chico, ruda y repentinamente, me puso enfrente una realidad con la que no había tomando contacto antes, pero que poco a poco iría descubriendo de maneras mucho más sutiles y retorcidas. Esto de “no prestar atención”, la indiferencia, es lo que más he vivido: notar el desinterés hacia lo que yo tuviera que decir del técnico, organizador, dueño, dependiente,-ponga.aquí.lo.que.quiera- de turno.

P: ¿Cómo crees que se puede cambiar este tipo de situaciones?
R: Muchas veces esta falta de atención sucede de maneras sutiles y es difícil de identificarlo, para poder enfrentarlo adecuadamente. Muchas veces incluso pienso que en realidad soy yo; que estoy descontextualizando las cosas, que quizás esa persona no se dirige a mí –y solo a Javi- por razones que desconozco, que en realidad no me ha oído aunque los demás sí, o que incluso es un simple tema de afinidad… y paso por alto comportamientos así. La toma de conciencia me parece un ejercicio necesario, pero muchas veces no queremos ver lo que tenemos en frente. Cuando me ocurren estas cosas no puedo evitar sentir aún rabia pero trato de afrontarlo de la manera menos conflictiva para mí, insistiendo y haciendo que mi voz se escuche, acercándome de otra manera, e incluso utilizando el humor si tengo el día gracioso. No siempre funciona y es cuando las ganas de matar aumentan a tope.

sara4P: ¿Qué mensaje darías a las niñas que quieren ser guitarristas solistas?
R: Que se atrevan a ser lo que se les antoje y que no piensen que no pueden hacerlo. Solistas o rítmicas, o cualquier otra función que se les pueda ocurrir, que no esperen a ser invitadas para empezar. Que creen su propia puerta de acceso y busquen o creen espacios donde sentirse bien y crear. A mí me hubiera encantado que alguien me hubiera dicho algo así, por obvio que suene. Pero tuve que ver un concierto por internet de The Donnas para darme cuenta. Recuerdo que aluciné como en mi vida. Había visto antes chicas en un escenario aunque casi siempre era cantando o tocando la guitarra acústica. Estas chicas eran distintas: tocaban rock, se divertían, mostraban actitud y no necesitaban de un chico al lado. Me acuerdo como algo en mi mente hizo “click” cuando vi a la guitarrista tocar acordes y solos, bastándose ella y llevando el peso de las canciones. Ella sola. Pensaba “¿no tiene a alguien que le haga los solos?, ¡¿no es demasiado para ella?!”

P: Benditos modelos.
R: Sí. De repente esto empezó a formar parte de mi realidad también. Como si hubiera estado adormecida hasta entonces a la espera de algo como aquello. Por fin tenía un modelo real de que eso era posible. Entonces monté un grupo desde cero, en el que seríamos todo chicas, haciendo la música que nos gustara y sin límites. Y más tarde, mejores amigas. Esto fue Lady Grape (Señorita Uva). Esto me ha demostrado la influencia tan brutal que pueden ejercer los modelos, para bien o para mal. Para inhibirte o lanzarte a la acción. Ojalá cada vez seamos más mujeres haciendo música, del estilo que sea y desempeñando cualquier rol, para crear modelos diversos y hacer de la música un espacio donde nosotras seamos también bienvenidas.

Más información:
https://aridamadrid.bandcamp.com/album/cenizas

Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?