Monthly Archive: September 2015
Kartas a Kim #8.1. Autoexigencia
Ágata Ahora. La autoexigencia como obstáculo para hacer música de forma libre y fluida, para confiar en los propios proyectos y compartirlos abiertamente. También, está claro, como fuerza para mejorar, para no conformarse, para seguir creciendo pero… ¿dónde está el equilbrio? En la autobiografía de Kim Gordon se vislumbra esta mirada estricta con ella misma, como música y como artista, que no le impidó tener un grupo, dar conciertos, tener una exitosa carrera, pero sí, pese a todo el reconocimiento, le hizo mantener una duda constante sobre su valía. Dedicamos esta y las siguientes cartas a la autoexigencia de las mujeres como músicas.
“Con el tiempo, llegó a gustarme mucho tocar el bajo, era algo físico que conectaba con mi amor por la danza, aunque cuando estoy tocando un instrumento sobre el escenario, me cuesta sentir que pueda llegar a emocionar a la gente de verdad”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Querida Kim,
Menuda locura, ¿no? Si tú no te ves como una música capaz de emocionar a tu público… ¿quién lo va a ser?
Desde luego, reconozco en estas palabras muchos sentimientos propios y compartidos por otras amigas, que vienen a decir que NO valemos lo suficiente. No para la industria, ni para el público, ni para nuestr*s compis de grupo, sino para nosotras mismas.
Fuera de la experiencia estrictamente musical, hace unos meses participé en una mesa redonda organizada por Radio Utopía sobre medios de comunicación con perspectiva de género junto con Toña Medina, representando a Sisterhood, Píkara Magazine y Sangre Fucsia. Fue un foro interesante, el podcast está aquí. Cuando se dio la palabra al público los primeros y casi únicos en tomarla fueron los tíos, como sucede habitualmente (haz la prueba, los datos no mienten). Después, valorando la situación con unas compañeras de Radio Utopía rápidamente lo asociamos con el tema de la separación y asignación del espacio publico/privado –que tú y yo también hemos tratado en cartas previas-, pero fuimos más allá y tratamos de buscar razones concretas. Una de ellas, para mi clara, es la autoexigencia. Por lo general, las tías no hablamos en las asambleas o en las tertulias a no ser que tengamos algo interesante que decir. De esta manera, nuestro auto-escrutinio es una de las cosas que nos hace quedar calladas. ¿También pasa en la música?
Basándome en mi propia experiencia, sí. He tardado más de ¿10? años en enseñar mis composiciones a la gente, básicamente porque creía que no iban a gustar a nadie, excepto a mi. Como tú, Kim, pensaba que no podrían emocionar a la gente. Como guitarrista me suelo disculpar: “Yo soy la guitarra rítmica, la buena es la otra”; y como cantante quitarme importancia: “Bueno, no canto mal, en mi registro. No tengo técnica, canto como puedo”. Escuchando a mis amigas, me he dado cuenta de que esta es la regla. Todas los hacemos valer de menos. No nos gusta destacar, pero no solo porque no es el comportamiento que se espera de nosotras, sino porque no confiamos en que merezca la pena. Para los demás, ni para nosotras mismas.
Así que, WTF?! Tenemos que demostrar que valemos el doble (hace poco lo dijo Jack White en una entrevista que la hacía Mike McCready, de Pearl Jam, y fue un escandalazo, igual hace falta que lo diga un señor para que se escuche el mensaje), y además creyéndonoslo la mitad. Esta barrera para internalizar los logros propios también es llamado el Fenómeno de la Impostora. Se aplica principalmente a mujeres que desarrollan puestos de responsabilidad o prestigio social. Dice Wikipedia: “A pesar de las evidencias externas de su competencia, aquellos con el síndrome permanecen convencidos de que son un fraude y no merecen el éxito que han conseguido. Las pruebas de éxito son rechazadas como pura suerte, coincidencia o como el resultado de hacer pensar a otros que son más inteligentes y competentes de lo que ellos creen ser”. Hola Kim, ¿te suena de algo?
Desde luego la autoexigencia se mezcla con el miedo al ridículo, con la inseguridad… pero al final, yo creo que se corresponde con el control y escrutinio al que se nos somete a las mujeres de forma sistemática, que acabamos por interiorizar. Y así, el enemigo ya no es solo la sociedad, amigas, también lo tenemos dentro, aplastando nuestra capacidad de acción con dudas y estándares locos. Esta carta parece un libro de autoayuda, y no lo es. No creo que tenga que venir ni yo, ni nadie, para decirnos que sí lo valemos (mucho menos una marca de cosmética, juas). Pero tenemos que empezar a creérnoslo, de alguna manera.
El otoño pasado, en uno de sus talleres de autogestión musical, Ainara LeGardon (ay, Kim, te gustaría un montón, igual hasta ya la conoces) contó una anécdota tonta que trata sobre este tema. Relataba cómo a veces ella sentía la necesidad de pedir perdón al público después o durante su actuación, porque quizás no era lo que esperaban, porque no fuese su rollo, porque no era lo suficientemente buena. Alguien (un señor de su entorno, no recuerdo quien) le dijo que, como artista, tenía que estar por encima de eso (sin dejar de empatizar, claro), y que su actitud, su impresión, su planteamiento, debería ser: “esta es mi mierda, y vais a comérosla”.
En fin, a mi sí me parece interesante mantener un grado de humildad con la gente que está dedicando parte de su tiempo a ver a qué dedicas tú el tuyo, pero entiendo el valor de esa seguridad, de esa confianza en tu mensaje, en tu propósito, en tus canciones. Y creo que es una buena actitud, en el camino hacia conocer y dejar conocer quién eres como música. Y al menos no ponerte zancadillas a ti misma, cuestionando tu propia valía en cada paso.
Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Crónica: Proyección “She’s beautiful when she’s angry” en el Cine Doré – 19 sept 2015
Crónica: Conciertos Trash Kit + Cabeza + Burofax
Kartas a Kim #6.3. Fortaleza y riesgos. FT Dilia (Perra Vieja)
Entrevista: Dilia (ex Perra Vieja)
“Dentro de la escena musical ruidosa y subversiva no hay cabida para la sensibilidad”
Ágata Ahora. En su libro Kim Gordon reivindica la sensibilidad como atributo necesario para la creación musical. Más allá de eso, lo defiende frente a ciertas “agresiones” que ella ha recibido desde “hombres” que emplean la supuesta emancipación o fortaleza de las mujeres para negar su emotividad: “si eres una tía fuerte, ¿a qué vienen estos lamentos?”. Yo me pregunto: ¿porqué ha de ser incompatible estar empoderada con ser afectiva? Y, ¿es cierto que este mecanismo es una herramienta de opresión contra la identidad de las mujeres músicas? Para ello, contamos en esta carta con Dilia, guitarrista de la banda madrileña recién disuelta Perra Vieja, que tiene estas cosas muy pensadas, construidas y deconstruidas.
“(…) todo el mundo está al tanto de las maneras, a menudo agresivas y manipuladoras, con las que los hombres a menudo ejercen el poder en el mundo y de cómo, mediante el uso de la palabra “empoderadas” para describir a las mujeres, lo único que hacen los hombres es mantener su propio poder y control”
“Entonces me preguntaba, y sigo haciéndolo ahora: <<¿Estoy empoderada? Si tienes que esconder tu hipersensibilidad, ¿eres realmente una “mujer fuerte”?>>. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Hola Kim,
No, yo creo que no, para nada, no tienes que esconderte. A mi me parece que el arte tiene que ver, en muchos casos, con la sensibilidad. ¿Hemos de ser necesariamente las mujeres quienes aportemos ese punto sentimental y carnal? Pues no, tampoco. Y… ¿es incompatible ser sensible con ser una mujer empoderada? No, desde luego que no. Pero mejor preguntemos a Dilia, nuestra guitarrista macarra de referencia.
Yo conocí a Dilia organizando un Ladyfest en Madrid. Desde el primer momento admiré determinación y la solidez de su postura feminista, muy trabajada y con las lecturas bien asentadas. También es cálida, cercana y divertida. Además durante años ha tocado la guitarra y ha hecho coros en uno de los grupos de hardcore más cañeros de la ciudad: Perra Vieja, que, parece ser, se han tomado unas vacaciones permanentes. En esta conversación me he enterado que antes tuvo otros grupos, más cercanos al grunge quizás, con los que no llegó a grabar. Perra Vieja sí tienen un disco y un legado de fieles seguidoras que las amarán forever. Ella, mientras tanto, sigue impulsando proyectos en relación con el feminismo y el punk. En una de esas, una vez hicimos una canción juntas (y con otras amigas, nos llamábamos Animalas). A saber en qué anda metida ahora. Espero que pronto la podamos ver sobre los escenarios de nuevo.
El empoderamiento no deja de hablarnos de luchas que no paran de producirse
Ale, al lío.
P: ¿Te consideras una mujer empoderada?
R: Bueno, no creo que el empoderamiento sea una cima, una meta estática a la que llegas y de repente las tienes todas contigo. Creo que el empoderamiento no deja de hablarnos de luchas que no paran de producirse… autoestima vs inseguridad, amor propio vs vergüenza, confianza en una misma vs patriarcado… En mi caso una vez que acepto todo este potaje interno intento que no me frene, que no me paralice. Pienso si no es ahora ¿cuándo? si no soy yo ¿quién?. Y me lanzo… hay que atreverse a empujar nuestros propios límites (aunque sea un poquito) y estas pequeñas acciones empiezan a sentarse interiormente y generan más aplomo y firmeza para la próxima ocasión.
P: ¿Esto afecta a tu manera de hacer música? ¿De qué manera?
R: Supongo que todo forma parte de un proceso. Como receptora no podría entender mi existencia sin música. Fue gracias a la sororidad, la que me hizo pasar de receptora a emisora. En 1999 mis amigas querían montar “un grupo como Hole” y ellas querían que yo participara, me colgaron una guitarra y me decían que trastes tocar. En mi segundo grupo 2003 yo ya metía mis riffs y alguna letra que me gustara. Ha sido con Perra Vieja (PV) donde me he definido definitivamente, ahora compongo, melodías y letras, cada vez tengo más claro que me gusta, como quiero que suene y que es lo que quiero transmitir.
P: ¿Qué papel han tenido tú público, tu escena y tus compañeras músicas en ese empoderamiento?
R: Aquí creo que es justo hablar de grupos de mujeres. Cuando hay actitudes machistas normalmente te las callas, nos anestesiamos a nosotras mismas con toda esa basura patriarcal “no será para tanto” “eres una exagerada” lo piensas SOLA y le quitas importancia… Pero si lo compartes con otra que ha sufrido lo mismo, y con otra y otra, detectas un problema estructural que hay que señalarlo y erradicarlo. Esto me ha pasado en la música al igual que en todos los aspectos de la vida, pero concretamente en la música diría que este es un compromiso de todxs las que formamos la escena, público e intérpretes… Tengo claro que la presencia femenina visibiliza pero mantiene el estatus que no es cuestionado. Solo una presencia feminista luchará para cambiarlo generando una escena sana, igualitaria y revolucionaria.
La presencia femenina visibiliza pero mantiene el estatus (…) Solo una presencia feminista luchará para cambiarlo
P: ¿Podrías describir la escena de la que la hablamos?
R: Perra Vieja es un grupo HxC punk con letras comprometidas socialmente y hasta aquí nuestro circuito normalmente ha estado vinculado a centros sociales okupados, concierto de apoyo a causas políticas, siempre con un tinte anticapitalista y antiautoritario. Hasta aquí todo más o menos normal, ¿no?… Lo cierto es que este cambio social nosotras no lo concebíamos sin grandes dosis feministas y nos hemos encontrado con una acogida que ha ido creciendo con los años. Nuestros pogos se han ido llenando de progesterona, mujeres, lesbianas, trans se apoderan de la primera línea y se apropian de ese espacio que ha sido tan masculino por norma general. Ahora cada vez son más los festivales organizados por tías, donde se busca una alta presencia no solo femenina, si no feminista en el escenario. Es una burbuja maravillosa donde recargar pilas, donde sentir que como buenas “perras” tenemos una manada, hermanadas. Donde nos devuelven que lo que hacemos tiene sentido también para ellxs, que tiene cabida, huele a revolución, a cambio.
P: Y… ¿hay vida fuera de esa escena?
R: Si, por su puesto. Esa manada nos da fuerzas para tocar en “territorios hostiles”. Para mí, ese es uno de los mayores sentidos del gueto, recargar energía, empoderarte y salir a otras escenas más punkis, más hardcoretas y por supuesto poco feministas a priori. Y así, seguir reapropiándonos de esos espacios, recordarles a nuestros compañeros que la escena y el pogo también son nuestras, que ya nos hemos cansado de estar en la última fila y que el papel de groupie se queda bastante escaso. Como en otros ámbitos, hemos llegado para quedarnos. P: Por el contrario: ¿alguna vez te has sentido prisionera de tu supuesta fortaleza? ¿Crees que alguien ha empleado tu empoderamiento en tu contra?
R: Sí, y he hecho cosas que no me apetecían demasiado, solo para que haya presencia de mujeres. Pero bueno, de todo se aprende. No sé si alguien lo ha utilizado en mi contra, pero es cierto que a veces tienes la sensación de que te “utilizan” para cubrir cierto cupo de feminidad o feminismo, sin tenerlo demasiado interiorizado, ni trabajado. Pero bueno, que ya cuenten con esa presencia implica un cambio de mentalidad.
P: ¿Crees que es posible expresar sensibilidad desde un rol de tía dura?
R: Esto es algo que en Perra Vieja tuvimos muy claro, no queríamos tener un grupo de hardcore y hacerlo como “lo hacen los tíos”. Y quiero dejar claro que me encanta escuchar a Candace Kucsulain, dándolo todo y como ella a muchas tías más. Pero creo que es interesante explorar otras maneras de hacerlo. Destruir los roles es un reto activo. Yo me siento bien, cuando entre canción y canción presento algún tema, con mi acento canario y mi tono dulce… es mi manera de hablar. Y siento que la verdadera potencia está en lo que digo, cuando aludo al trabajo asalariado como sistema de control social, cárceles, aborto, represión, liberación, etc… No actuamos de ninguna manera, es auténtico, sale de nosotras. Uno de nuestros lemas ha sido “hacemos lo que nos sale de tol coño y esta es nuestra única ley” y que así sea.
Hacemos lo que nos sale de tol coño y esta es nuestra única ley
P: ¿Para ti qué relación tiene la sensibilidad con la creación musical?
R: Con los años me he dado cuenta que elegí el grunge, el punk, el hxc, rock, la música ruidosa, para transitar la rabia, canalizar la ira de manera positiva. Enchufo la guitarra y me gusta sentirme macarra, potente, poderosa… pero nunca he renunciado a mi sensibilidad. El feminismo me hizo entender que los “valores femeninos” cotizan a la alza y esta idea supura por los poros de Perra Vieja también.
P: En la música, ¿La sensibilidad sigue siendo algo de mujeres?
R: Pues mi primera respuesta ha sido: – Tristemente si.
Pero si soy estrictamente sincera creo que dentro de la escena musical ruidosa y subversiva por la que yo me muevo, no hay cabida para la sensibilidad. Esto es fácil de analizar si hacemos un símil del patriarcado con el sistema financiero (dos sistemas de dominación que apestan y debemos erradicar). Los valores asociados con lo “masculino” rudeza, ira, violencia cotizan a la alta, lo asociado a lo “femenino” la sensibilidad, la delicadeza, a la baja. En este “escalar” hacia lo masculino y “descender” hacia lo femenino… ser una tía marimacho, nos hace sentirnos empoderadas y un tío sensible tiende a ser tachado de “nenaza” (como si esto fuera un insulto).
Fue gracias a la sororidad, la que me hizo pasar de receptora a emisora
P: ¿Puedes darle algún consejo a los hombres que quieran incorporarla?
R: Les diría lo mismo que Simone de Beauvoir nos dijo a nosotras, que “No se nace hombre, se llega a serlo”. Que el “ser hombre” es un producto cultural que se ha construido socialmente. No ser delicado, no llorar, no ser sensible o mostrar debilidad es tan absurdo como, no reír cuando algo te hace gracia, no enfadarte si alguien excede tus límites, o no beber agua si tienes sed.
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Proyección She’s Beautiful When She’s Angry en el cine Doré
She’s beautiful when she’s angry muestra el trabajo desde los movimientos sociales de liberación de las mujeres entre los años 1966 al 1971 en Estados Unidos. Sisterhood trae este documental, subtitulado en castellano por el colectivo, a Europa, y organizamos un segundo pase el próximo 19 de septiembre a las 19:30 en la Sala 1 de la Filmoteca Española (c/ Santa Isabel, 3, Madrid).
El próximo sábado 19 de septiembre volvemos a proyectar el documental She’s Beautiful When She’s Angry en el cine Doré. La cinta presenta la lucha de las mujeres en los movimientos feministas del año 1966 al 1971 en Estados Unidos en un formato directo, accesible y entretenido.
Nos parece una obra muy interesante, por lo que hemos querido ayudar a su difusión: estrenamos la película en Europa el pasado mes de junio. También lo tradujimos y subtitulamos para la ocasión. No medimos la capacidad de convocatoria de la actividad y mucha gente se quedó fuera, por lo que ahora hemos organizado un segundo pase en la Sala 1. Será a las 19:30 en la Filmoteca Española (c/ Santa Isabel, 3, Madrid). Venid, que luego ya no vamos a poder proyectarla más 😀
She’s Beautiful When She’s Angry (Es bella cuando está enfadada, Mary Dore, 2014). Documental. EE. UU. B-R. VOSE. 92′
Cine Doré (Calle de Santa Isabel, 3, Madrid), Sala 1, 19 de septiembre, 19:30h.
Precio: 2’50 €/ 2 € (reducida para estudiantes).
“El documental captura la emoción, la electricidad, el humor y el poder de las mujeres, que se dan cuenta de que no están locas: el sistema es la locura. A medida que muestra la toma de conciencia y el activismo de las mujeres de la década de los sesenta y principios de los setenta, Mary Dore contagia la revolución a las jóvenes que están tomando conciencia y encabezan el activismo ahora.” (Gloria Steinem)
Evento en facebook:
Kartas a Kim #6.2. Lideresas y mandonas
Ágata Ahora. En su libro, Kim Gordon se sitúa como artista tímida que vence a duras penas sus fobias sociales para compartir su creación. El modelo de mujer decidida, resuelta, capaz y fuerte –que yo asignaba desde fuera a la bajista de Sonic Youth– no se refleja en su biografía, así que dedicaremos esta carta (y la anterior y la siguiente) a ello. La idea de “líder” es escurridiza: por un lado habla de una organización jerárquica, por otro lado se refiere a la capacidad de autodeterminación, de decisión, de seguridad, de convicción. Dedicamos esta carta a esta segunda acepción.
“El rollo de las estrellas del rock siempre me ha parecido insincero –esterilizado y gestual, incluso ridículo–. Siempre me he sentido incomoda dándole a la gente lo que quieren o esperan de mí”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Hola Kim,
¿Qué tal las vacaciones? ¿Estuviste por California?
Yo la verdad es que muy bien, tranquila, mirando el mar. He tenido tiempo para retomar poco a poco nuestra correspondencia, que dejé bruscamente antes del verano. Disculpa mi silencio estos meses, pero tuve muchos líos varios que ahora no vienen a cuento. La verdad es que he echado de menos tus cartas y nuestras reflexiones compartidas sobre mujeres y música, así que, si te parece bien, retomamos.
Lo último de lo que hablábamos era sobre el liderazgo, la fortaleza… Son atributos que no se suelen inculcar a las niñas ni a las mujeres, pero que tienen un papel clave a la hora de situarse como creadora, coordinadora de un grupo, etc. ¿Cómo subirse a un escenario, proponer tus ideas dentro de un grupo o defender tu opinión, cuando lo que te enseñan es a ser invisible? O aun peor, cuando se condena a la mujer que lo hace, tachándola de “mandona”. Contadba Sara Uve de Árida: “Al principio me mostraba mucho más insegura y no tenía muy claro qué valor darle a mis ideas. Muchas veces me colocaba en ese rol de compositora o gestora y no sabía bien por donde tirar. Si se creaba confrontación de algún tipo solía terminar cediendo en mi criterio por no saber defenderlo bien o por rechazo al conflicto en sí mismo. Pero fui aprendiendo de mis errores, superando algo más mis inseguridades y moviéndome por lo que me motivaba. Si lo que quería era componer en un grupo, tenía que aprender a trabajar en equipo, a ceder a veces, a defender otras, y a manejar situaciones que, quizá por mi sensibilidad, me afectaban de más”. Es es un proceso de empoderamiento, muchas veces a contracorriente.
Desde luego tú, Kim, no eres el ejemplo de líder: te defines como tímida crónica y en el libro relatas en varias ocasiones lo mal que lo pasabas y lo poco segura que te sentías sobre el escenario. Incluso consideras que al exigir fortaleza en las mujeres se cae en una trampa en la que no se les permite mostrar su sensibilidad. De eso hablaremos en la siguiente carta. En esta me gustaría hablar brevemente del perfil de “mandona”, precisamente por la falta de presencia que se extrae de tu experiencia.
Pero por otro lado, al reflexionar sobre este perfil, el de la “mandona”, me surge otro temor: caer en el feminismo liberal, ese de “porque yo lo valgo”, que sitúa el sujeto de la lucha “feminista” en el individuo, aislándolo de su entorno. Que reivindica las decisiones de las mujeres, sean solidarias, reflexionadas, políticas para la comunidad, o todo lo contrario. En este sentido, reivindicar al sujeto dirigente puede implicar defender una organización jerárquica, lo que, comprenderás, no es absoluto mi intención. Creo en la cooperación y en las estructuras horizontales, pero, para coordinar y ofrecer una opinión es necesaria también esa seguridad (o fortaleza) de la que quiero hablar en estas cartas. Y que no se corresponde, en absoluto a lo que nos educan a las mujeres (todo lo contrario, cualquier milímetro de nuestro cuerpo, que es nuestra valía social, es fuente de inseguridad, desde la escuela hasta la vejez). Buscando cosas sobre el tema del liderazgo y las mujeres, encontré una web llamada Ban Bossy [prohíbe mandona].
“Cuando un niño pequeño se reafirma se le dice que es un líder, sin embargo, cuando una niña hace lo mismo, se arriesga a ser llamada “mandona”. El uso de términos como mandona mandan un mensaje claro a las niñas: no levantes la mano o hables. Ya en la escuela secundaria, las niñas están menos interesadas en el liderazgo que los niños una tendencia que continúa en la edad adulta.”
Esta iniciativa advierte de situaciones alarmantes, que ya se observan en edades muy tempranas:
- Girls get less airtime in class. They are called on less and interrupted more.
- The confidence gap starts early. Between elementary and high school, girls’ self–esteem drops 3.5 times more than boys’.
- Bossy holds girls back. Girls are twice as likely as boys to worry that leadership roles will make them seem.
La web incluye gráficas que confirman (al menos en EE.UU.) sus observaciones, fotos de Beyoncé, Condoleezza Rice (!!), Jennifer Garner y Jane Lynch apoyando la campaña y también guías #Banbossy para chicas, para profesor*s, para padres y madres, etc. Toda la web tiene un marcado carácter individualista – liberal – túpuedesserelnúmerouno estadounidense, pero la situación que describe (al margen de la estrategia para combatirla) parece evidente: a las mujeres no se nos educa para destacar, ni para asumir puestos de coordinación.
Y esto: ¿qué impacto tiene sobre un escenario? Pues mucho, claro. El asumir un rol activo –y por tanto, romper con la normalidad de señores rockeros– en la música es mucho más que levantar la mano en clase. Si el querer hacer las cosas como quieres, tocar tus canciones, decidir tu manera de llevarlas a escena, coordinar a un equipo de músicas y de técnicas, etc. lleva a recibir calificativos mucho peores que el de mandonas, pues oye, mejor quitarse de líos y quedarse abajo del escenario, en un sitio discreto. O en casa, más tranquilas.
Por eso necesitamos otros modelos, capaces de subvertir el mensaje. Mujeres poderosas (que no tiranas), seguras y fuertes. No para que todas tengamos que ser de esta manera, claro, sino para que podamos ser como nos de la gana.
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Madrid centellea: Trash Kit + Cabeza + Burofax / 11 de septiembre
Volvemos a la carga a la city con fuerza y conciertos. Celebramos el resurgir del andergraun ardiente de las ciudades con la visita estelar del grupo inglés Trash Kit, maravillosamente acompañadas por las bandas madrileñas Cabeza y Burofax. Será este viernes 11 de septiembre en la Sala Maravillas (Calle de San Vicente Ferrer, 33, Madrid), a partir de las 21:30, por 6 euros sin consumición / 10 euros con dos consumiciones si te das prisa y la pillas anticipada en: http://entradium.com/entradas/