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Cinco reflexiones sisty sobre mujeres, política y liderazgo.
La semana pasada recibimos una propuesta por parte del SModa. Con motivo del estreno del documental Alcaldessa (Pau Faus, 2016), que aborda los 12 meses previos al desembarco de Ada Colau en el consistorio de Barcelona, nos lanzaron unas cuantas preguntas sobre liderazgo femenino en política. Las peticiones de medios mainstream siempre nos generan dudas: ¿contribuyen a la visibilidad del discurso feminista? ¿Suponen una apropiación de la lucha? ¿La frivolizarán, o se respetará lo que decimos? Decidimos hacerlo, porque además nos apetecía reflexionar de manera colectiva a partir de los temas que nos planteó la periodista. Tan solo nos pedían tres o cuatro líneas por respuesta, pero una vez más, ya metidas al lío, nos pudo la emoción y esas tres líneas se convirtieron en varios párrafos. Al final solo usaron dos lineas, como suele pasar, pero el texto que escribimos ha resultado muy valioso para nosotras, pues nos han ayudado a ordenar y dar forma a un montón de ideas sobre las mujeres en política que teníamos en la cabeza. Por eso, hemos decidido compartir con vosotras la entrevista tal como fue entregada.
P. ¿Cuáles son los puntos clave del proceso de empoderamiento de una mujer?
R. Hablar de los conflictos de las mujeres en singular, como “la mujer” es de por sí bastante opresivo y “desempoderante”. Aunque es una expresión muy común y extendida, nunca veremos en los medios hablar de “el hombre” en estos mismos términos. Las circunstancias personales, sociales y culturales son tan diversas que resulta imposible hablar de forma general ni de “empoderamiento” ni de “mujer”. Creemos que tiene que ver con ser capaz de vivir e interactuar con tu entorno de forma afín a tus intereses, valores e inquietudes, tomando decisiones libres ante las imposiciones externas, que pueden venir de tu educación, de tu red social, de las normas de conducta establecidas, de los estándares de belleza, de la religión, de tantas y tantas partes del sistema patriarcal y capitalista.
Para ello, primero es necesario identificar las opresiones a las que estás sometida, o al menos, a aquellas a las que te quieres enfrentar en ese proceso; posicionarte ante ellas, es decir, decidir que quieres cambiar la situación; y, por último, hacerlo. El tercer paso es, evidentemente, el más complicado. A nosotras nos ha servido mucho la teoría feminista, leer libros de muchas mujeres que, antes que nosotras, se enfrentaron a situaciones similares, reflexionaron sobre ello y actuaron; hablar con otras mujeres de estos temas, compartir nuestras inquietudes… También es clave tener una red de apoyo: colectivos, amigas, familia… personas que te ayuden a reafirmarte y te den su cariño, no matter what. Por supuesto, buscar estrategias comunes, de nuevo a través del activismo. Y no desesperarse, saber que es un proceso complicado, porque muchas veces estás caminando contracorriente, pero merece la pena, y aunque nunca vayas a llegar al estatus de “mujer empoderada” al completo (siempre quedarán opresiones, más o menos sutiles, aparecerán nuevas, etc.), cada paso que des es valioso. En cualquier caso, no creemos que haya una receta, esto son algunos de los ingredientes que nos han ayudado a nosotras.
“Si una chica recibe el mensaje de que ella no vale para dirigir, y sin embargo se le anima a desarrollar otras labores sociales, por ejemplo en relación con los cuidados (enseñanza, enfermería, comunicación, etc.), evidentemente es fácil que se sienta más cómoda o más predispuesta a buscar una carrera profesional en el segundo campo y a rechazar el primero”.
P. ¿Cuáles son los principales obstáculos con los que se encuentra una mujer líder?
R. Vivimos en una sociedad patriarcal, que establece una división social a partir de la construcción de género,y asigna serie de valores y características “deseadas” a las dos categorías dicotómicas “hombre” y “mujer” a través de la cultura, la educación, la moral, etc. Por ejemplo: el cuidado, el peso de la estética hegemónica, etc. son valores que se consideran positivos en las mujeres; la competitividad, la agresividad, el liderazgo, etc. son valores que se consideran positivos en los hombres, y en muchos casos negativos en las mujeres.
En la construcción de la identidad “líder” se refleja esta realidad. En muchos casos estas desigualdades son muy sutiles y no vienen en forma de prohibiciones, sino en base a modelos, conductas celebradas y conductas menos celebradas, etc. Por ejemplo, existe una creencia más o menos generalizada de que las mujeres son menos asertivas, decididas y fuertes que los hombres. Nosotras consideramos que esas “barreras biológicas” no tienen ningún sustento, pero la creencia social de su existencia acaba teniendo consecuencias: si una chica recibe el mensaje de que ella no vale para dirigir, y sin embargo se le anima a desarrollar otras labores sociales, por ejemplo en relación con los cuidados (enseñanza, enfermería, comunicación, etc.), evidentemente es fácil que se sienta más cómoda o más predispuesta a buscar una carrera profesional en el segundo campo y a rechazar el primero. Por tanto, creemos que el principal obstáculo son los estereotipos de género, que influyen en la autopercepción y en la construcción de la identidad (lo que quieres ser, a los puestos a los que optas, tus formas de relacionarte, etc.), y en la mirada que tu entorno deposita sobre ti (lo que esperan de ti, lo que premian, lo que castigan, etc.).
También cabe preguntarse si nos interesa o no reproducir estos roles de autoridad, o si, en vez de buscar una organización jerárquica, quizás es más interesante explorar otras formas de organización más horizontales, más justas e igualitarias.
Proponemos inventar una nueva palabra para entendernos mejor y decir “feministar la política”, en vez de feminizarla. Quizá así evitaríamos confusiones y de paso les daríamos un nuevo motivo a los académicos de la RAE para que sigan tirándose de los pocos pelos que les quedan.
P. Aspecto físico e imagen: ¿es igual el nivel de exigencia con una mujer que con un hombre?
No, para nada. La imagen de las mujeres está constantemente en tela de juicio. En la sociedad capitalista y patriarcal uno de los papel principales de las mujeres es ser un objeto de contemplación (además de madre y esposa), recibir atención en base a su aspecto físico. Además, se ha creado un mercado muy jugoso que parte del cuestionamiento de todas y cada una de las partes de nuestro cuerpo, ofreciendo un único modelo al que todas debemos aspirar: delgadez, juventud, depilación, buen olor, dulzura, suavidad… Se nos exige que tratemos de alcanzar ese modelo, y se nos ofrecen medios (que nunca serán suficiente) para ello: comprar cremas, ropa, maquillaje, revistas de moda, hacer dietas, etc.
R. ¿Esto que se está dando en llamar “feminizar la política” es en realidad humanizarla?
Existe la costumbre generalizada de despotricar contra las etiquetas, pero creemos que es algo a lo que debemos prestar atención, porque en el lenguaje casi nada es inocente ni casual, mucho menos en política. Por poner un ejemplo, muchas veces nos encontramos con discursos pseudoigualitarios que promulgan la abolición de la palabra “feminismo” en beneficio de otras que a ellos les parecen menos conflictivas como “igualitarismo” o “humanismo”. En realidad, lo único que consiguen estas corrientes es rebajar el discurso a cambio de hacerlo supuestamente más digerible y divulgativo. La realidad es que si tu lucha es justa -el feminismo lo es- no es necesario maquillarla para agradar a quienes no la comparten. Creemos que la cuestión de “humanizar la política” va un poco por ahí, aunque este caso es más confuso, pues “feminizar” no alude a “feminismo” sino a “femenino” y ahí empieza el conficto nominal. Lo que entendemos por “femenino” es mucho más complejo y problemático que “lo feminista”, ya que atiende a tantas convenciones y subjetividades que resulta imposible concretarlas para que cristalicen de forma inteligible en una expresión. De hecho, nosotras hemos tenido que buscar en Google porque no estábamos familiarizadas con ella y no acabábamos de entender a qué se refería. Proponemos inventar una nueva palabra para entendernos mejor y decir “feministar la política”, en vez de feminizarla. Quizá así evitaríamos confusiones y de paso les daríamos un nuevo motivo a los académicos de la RAE para que sigan tirándose de los pocos pelos que les quedan.
P. En España tenemos/hemos tenido otras mujeres líderes en política: Esperanza Aguirre, Susana Díaz, Rita Barberá, Carme Chacón… ¿Qué trae de nuevo la figura de Ada Colau al panorama político femenino?
R. Ada Colau es activista y es feminista. Representa una serie de valores que no tienen nada que ver con la lista anteriormente mencionada: es crítica con el sistema, lucha por los intereses de la clase trabajadora, lucha por la justicia para las personas desfavorecidas, lucha por la igualdad de las mujeres, de las migrantes, de las personas LGTBI, de las pobres, de las precarias… Trae honestidad y revolución. No basta solo con ser mujer y política, la clave está en entender el estatus de mujer en la sociedad patriarcal, los problemas que genera para la mayoría y luchar por solucionarlos y modificar el sistema desde dentro.
P. Cualquier otra cosa que me queráis comentar sobre el liderazgo femenino en política, y sobre el panorama abierto con la metamorfosis de Ada Colau hasta ser alcaldesa electa de Barcelona hace un año.
R. Como hemos dicho antes, el hecho de ser mujer y ocupar una posición de poder no te convierte automáticamente en una feminista, ni en una luchadora por los derechos de las mujeres, aunque desde el marketing político se nos intente vender lo contrario constantemente. Este punto de vista postfeminista es especialmente peligroso porque promueve la conquista individual del espacio a través de la competición, lo que acaba derivando en una desmovilización colectiva. En realidad el desembarco de las mujeres en el poder abre un debate muy complejo que, desgraciadamente, a un hombre nunca se le llegará a plantear. Esto no significa que debamos quedarnos eternamente en las trincheras, pero tampoco limitarnos a considerar la representación femenina como una conquista que concluye al conseguir copar el cincuenta por ciento de las posiciones que tradicionalmente han ocupado los hombres. De hecho, creemos que detentar una posición de poder político en primera línea en la mayoría de los casos es incompatible con el discurso y el activismo feministas. No es necesario recurrir al manido ejemplo de Margaret Thacher, la lista de mujeres mencionadas en la pregunta anterior ya es una buena muestra de ello. Por eso creemos que la figura de Colau en ese contexto es especialmente valiosa y un verdadero modelo para todas nosotras, pues no se limita a ocupar el espacio sino que aprovecha su posición privilegiada para seguir luchando por el feminismo con ética y gran valentía a pesar de lo adverso que es el espacio en el que ha decidido desarrollar su activismo.
Presentación de Un mundo aprox. de María Salgado y Fran MM Cabeza de Vaca
Este domingo -24 de abril-
celebramos los libros bastardos.
Ruido Sisterhood y y La Lenta os invitamos a
conocer/ tocar/ escuchar/ leer
la plaquette Un mundo aprox.
de María Salgado y Fran MM Cabeza de Vaca
en la librería Molar, con aperitivo-pinchada, de 12:00 a 15:00.
Situado en la intersección de poesía, ruido, collage, investigación y revuelta, la plaquette Un mundo aprox. es el segundo discozine del sello Ruido Sisterhood, e incluye un código de descarga del disco Hacía un Ruido.
Hacía un ruido es un trabajo de recolección, observación, procesado y montaje audiotextual de los trozos de frases y sonidos emitidos por las ciudades del globo desde el convulso año 2011. Hacía un ruido es el nombre de un disco, pero también de una zona de investigación que María Salgado y Fran MM Cabeza de Vaca iniciaron en enero de 2014 y completaron en diciembre de 2015.
El disco incluye grabaciones en vivo y en estudio surgidas de los recitales, así como obras inéditas que han sobrevolado la investigación. Ahora se encarnan por primera vez en piezas de audiotexto que articulan el desarrollo narrativo del mismo. Ya puede escucharse en el bandcamp de Ruido Sisterhood .
El formato físico es un híbrido entre un libro de poesía y un disco digital: el discozine Un Mundo Aprox.
Tendremos algunas copias el domingo (hay solo 200!);
Pero si estás lejos o la quieres tener ya, puedes pillarla en:
https://sisterhoodmadrid.bigcartel.com/
Las Odio // ¿Y por qué no montamos un grupo de riot grrrls de una vez?
El sábado en la Sala Maravillas tenemos uno de los estrenos más esperados… ¡por nosotras mismas! Desde el corazón de Sisterhood nace Las Odio (3 de las 4 componentes son del colectivo), un grupo de riotgrrrls divertidas, rápidas, directas y mordaces que nos llena de orgullo y satisfaction. Son Ali, Paula, Ágata y Sonsoles; llevan solo un par de meses ensayando pero esta misma semana nos abofeteaban con el lanzamiento de su primer single, grabado por Atilio González. Dicen en su presentación que “p
– ¿Y por qué no montamos un grupo de riot grrrls de una vez?
Le sugirió Ali a Paula mientras debatían por dónde deberían seguir sus pasos musicales tras la aventura que compartieron en Dúo Divergente.
– Pues tienes razón.
Respondió Paula.
– Que el ruido nos ampare.
Unos días más tarde, Paula irrumpió en las veraniegas vacaciones de Ali con una ansiosa llamada internacional por la que pagó mucha pasta pero que, claramente, mereció la pena.
– Ali, ya sé a quiénes les tenemos que proponer lo de la banda.
– A ver, cuéntame.
– Ágata y Sonsoles. Ya he hablado con Ágata y le encanta la idea. A Sonsoles pienso mandarle un mensaje esta misma tarde.
Y a Ali también le pareció la idea más maravillosa del mundo. Tanto que, desde ese momento, ninguna de las dos podía contemplar más opciones.
A Ágata la conocían de Sisterhood -colectivo feminista al que pertenecen las tres- y del infraunderground madrileño, ambiente en el que han compartido conciertos con su grupo Agnes y muchas cervezas en los de otras bandas amigas. Con Sonsoles también se habían tomado unas cuantas birras y la tenían fichadísima desde su paso por Las Cruces. Ambas aceptaron emocionadas la propuesta y las cuatro decidieron llamarse Las Odio, porque a todas les parecía que era el mejor nombre de grupo que ninguna de ellas habia oído ever.
Tras menos de dos meses de ensayo y cada vez más convencidas con su proyecto, Las Odio decidieron lanzarse peligrosamente a los escenarios, como no podía ser de otra manera, en un concierto organizado por Sisterhood con motivo de la presentación del tercer número de su fanzine, que gira, en esta ocasión, en torno al tema de los #Miedos. Sin mucho repertorio pero con mazo de ganas, porque se presentan entre amigas.
* Otra gente cuenta que en realidad se conocieron en un concurso de talentos infantiles. Dos de ellas ya actuaban en un espectáculo conjunto llamado Dúo Divergente y después en Matarse en la Castellana. Las otras tenían sus proyectos a parte (Sonso, Las Cruces, Ágata, Agnes). Decidieron unir fuerzas para sumar sus posibilidades de éxito, llegar alto, salir por la tele.
Más información:
Bandcamp y Facebook de Las Odio
Posts de la fiesta, de Las Potras, de Le Parody.
Sobre el zine:
El fanzine Sisterhood
El fanzine Sisterhood es una obra colaborativa, feminista y autoeditada. Cada número gira en torno a un tema, que sirve como punto de partida e inspiración para las autoras aunque no todos los contenidos lo siguen. Lo publicamos, más o menos, cada cuatro meses. Lo auto-distribuimos en librerías y tiendas de fanzines, en eventos propios y de amigas, y también a través nuestra web. El tercer número pretende capturar diferentes formas de miedo: el que se induce como herramienta de control (de la calle, de los cuerpos, de las libertades, del otro/de la otra), el que caricaturiza a las identidades disidentes (las brujas, las vampiras, las viudas negras), el que nos despierta y nos pone en movimiento.
https://sisterhoodmadrid.bigcartel.com/
Kartas a Kim #9.2. Imagen e identidad. No dar nada.
Ágata Ahora. Parece que, sobre el escenario alternativo, en vez de derrumbarse los cánones y las presiones estéticas, se imponen otros. Se suman, se multiplican, se restan… oh, las capas de opresión. Seguimos hablando de la imagen y de la identidad en esta carta.
“El rollo de las estrellas de rock siempre me ha parecido insincero –esterilizado y gestual, incluso ridículo-. Siempre me he sentido incómoda dándole a la gente lo que quieren o esperan de mí. En una ocasión Dan Graham, me describió la actitud de Lydia Lunch sobre el escenario, cómo se plantaba allí de pie y se negaba a moverse. <<¡Lydia Lunch es genial!>>, dijo Dan. <<Es tan fría… ¿te das cuenta de que no mueve el cuerpo ni un ápice? No le quiere dar nada al público>>. Aunque Lydia tenía una imagen pública mucho más aterradora de la que yo llegué a tener nunca, me podía sentir identificada con ella”.
Querida Kim,
No dar nada de ti misma me parece un rollo, ¿no? Entiendo que te hayas sentido “incómoda dándole a la gente lo que quieren o esperan” de ti, que como artista no quieras ser complaciente pero… a cambio, tu mensaje será otro, ¿no? No sé, me gustaría saber qué es lo que la gente quería y esperaba de ti, o qué es lo que tú creías que querían, y porqué eso te dejaba sin alternativas.
Según cuentas, por un lado estaba lo que la escena mainstream, de las grandes discográficas, la MTV, los managers y los intereses comerciales… El mercado. Ellos, como explicas en otros fragmentos del libro, querían que tu papel como música se limitara a ser “una chica”, en el sentido más normativo, y en el rol más ornamental. Pero por otro lado, identificabas otra presión desde la propia escena alternativa, como hablábamos en una carta anterior con Paula Yei Yei:
“Cuando Sonic Youth daba sus primeros pasos, hice un verdadero esfuerzo por tener un aspecto más punk, para eliminar cualquier elemento que pudiera recordar al aspecto y la feminidad de una chica de clase media del oeste de Los Ángeles”.
Desde la escena alternativa se pretende rechazar los cánones, las imposiciones… y a veces no se dinamita el sistema de poder, sino que simplemente se sistituye uno por otro. De esta manera, la feminidad de chica de clase media del oeste de Los Ángeles era rechazada en la escena punk, al igual que la identidad punk era rechazada en los barrios bien, porque no era lo que se esperaba de las mujeres (sujeto pasivo, sobre el que se depositan las miradas y se establecen los territorios). Una doble coacción que acaba siempre imponiendo una estética y una mirada (ya sea mainstream, ya sea alternativa) sobre el cuerpo de las mujeres.
Entonces, Kim, tú parece que después de intentarlo con la estética punk, al final te reafirmas en tu imagen de chica mona, pero fría y distante, sin asumir la complacencia. Como si eso fuera mucho más revolucionario porque de alguna manera lo era en tu entorno. Pero que como tu bien sabes, la feminidad hegemónica tiene implícitas muchas capas de opresión y porque sea tu elección ir con pintalabios y depilada, no se convierte en una decisión feminista. Este cómic de Everyday Feminism lo explica muy bien: las elecciones individuales están enmarcadas en una serie de circunstancias, opresiones y privilegios (no solo de género, también de clase, de raza, etc.) que es importante considerar para valorar su sentido político. Las acciones personales inciden en modelos, valores y referencias y se alimentan de las mismas. Lo personal es político, vamos. La depilación, por ejemplo, es un canon impuesto desde el patriarcado y el capitalismo occidental, y al aceptarlo lo perpetramos y lo normalizamos.
Pero oye, tampoco creo que haya que fustigarse: tomamos decisiones cediendo a las presiones del sistema, dealwithit. Yo creo que hay que escoger las luchas y aceptar cierta incoherencia. Pero reflexionando, viendo de dónde vienen las cosas, qué sentido tienen.
Y desde fuera, respetando. En ningún caso se debe aprobar o condenar la elección estética de nadie. Ella sabrá, ¿no? Si no, si todo el mundo se permite imponer su criterio sobre tu ser y estar (en el escenario y en la vida), pues entonces entiendo tu “no querer dar nada a nadie”, Kim. Entiendo esa posición como una huelga: hasta que no dejéis de exigirme que atienda vuestros cánones y valores, no os voy a dar NADA. Ni complacencia ni desobediencia, NADA.
Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Kartas a Kim #8.2 Autoexigencia y cuidados
Ágata Ahora. La autoexigencia está muy presente en la construcción de la feminidad hegemónica. Entre otras cosas, en relación con los cuidados: nos enseñan a estar siempre para los demás, con la mejor de las caras, y no es una elección, es un deber. La cultura de los cuidados tiene muchas implicaciones positivas y también al hacer y compartir música, sin duda, pero… ¿puede conllevar también ciertas barreras para disfrutar y confiar en una misma?
“Las primeras veces que toqué en un escenario me sentía bastante cohibida. Simplemente intentaba ser competente con el bajo, con la esperanza de que no se me rompieran las cuerdas y de que el público tuviera una buena experiencia” Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Querida Kim,
Entiendo que el escenario da miedo, y supongo que las primeras veces nos pasa a tod*s, pero… ¿Tú crees que el resto de tus compañeros de Sonic Youth, especialmente aquellos que no tuvieran experiencia previa en otros grupos, sentirían algo parecido? ¿Estaría preocupados porque el público tuviera una buena experiencia, o, en todo caso por estar dando ellos una buena imagen? Y, si fuera así: ¿se sentirían también bastante cohibidos por esa situación?
En la carta anterior hablábamos de la autoexigencia brutal a la que nos sometemos las (algunas) mujeres, que, seguramente venga en gran parte determinada por el miedo al ridículo (al final, ese no es nuestro espacio, y tenemos la mirada masculina sobre nosotras, examinando cada uno de nuestros pasos), pero creo que en este fragmento añades algo interesante: los cuidados. Me refiero al cuidado como don, solidaridad, reciprocidad… no como “servicios profesionales de cuidado”. Así será en toda la carta.
Sobre el escenario, te preocupabas de ser competente y de que el público tuviera una buena experiencia. No importaba tanto pasarlo bien, trascender, ni siquiera la admiración del público, sino que ellos estuvieran bien. ¿Quieres algo de beber, un té, unas pastas? A mi también me parece importante preocuparse por el público, valorar su opinión, incluso romper la separación audiencia-artista y construir entre tod*s una experiencia compartida, plural, en la que quepan sus expectativas, no solo las que tú traías de partida. Pero eso no debe llevar a cohibirte, no debe de significar ser o sentir menos, sino al contrario. Sin embargo, parece que a veces estas consideraciones pasan por encima de nosotras.
Entre los valores de la feminidad hegemónica se encuentran aquellos relacionados “con la debilidad, la pasividad, la delicadeza, y por propender el cuidado de los otros por encima del cuidado personal” (Garzón Segura, 2015). Los cuidados pueden ser estupendos (para mí, son parte de mi filosofía de vida y herramienta clave de mi activismo) pero… ¿por encima de todo lo demás? Y, sobre todo, ¿solo provenientes de un 50% de la población? Parece que sí: “El cuidar a otros aparece como un rol netamente femenino, salvo cuando se es médico y se decide sobre la salud ajena” (Garzón Segura).
Beatriz Gimeno escribió hace unos años un artículo muy interesante al respecto, “Cuidado con el cuidado”, en el que decía: “El término [cuidado] está tan unido al componente afectivo que la palabra siempre remite a algo “bueno” y así desaparece lo que de negativo pueda tener: sacrificio, desigualdad, carga, responsabilidad, etc.”
Un concierto, o cualquier otra manifestación artística, es un proceso comunicativo (que insisto, es interesante trabajar para que sea bidireccional, horizontal y abierto), pero también es una actividad social, de encuentro. Y, en general, cuando se dirige una actividad que involucra a más gente (un concierto, un cumpleaños, una cena en un casa, un viaje…) se mantiene una cierta atención para con los demás. Eso es estupendo, pero si esta asistencia al resto se convierte en preocupación, en responsabilidad social, debería ser compartida y no considerada un valor exclusivamente femenino. Ni en un grupo musical, ni en la vida. Porque si relegamos los cuidados solo a las mujeres, estamos separando roles y añadiendo cargas, como dice Gimeno: “por la vía de la afectividad a las mujeres se nos obliga a aceptar trabajos o situaciones que nos conducen o nos mantienen en la desigualdad. En esta cultura el mundo de la afectividad es femenino”.
Yo creo en una sociedad de solidaridad, reciprocidad… pero preservar esos valores no puede ser una responsabilidad exclusiva de las mujeres, sino una parte más del pacto social. Si queremos/ necesitamos los cuidados, ¡gestionémoslo entre tod*s! Todo Sonic Youth atento del público, pendiente de que lo pasemos bien, de que la experiencia sea satisfactoria. Desde luego, tampoco debe ser una losa encima del propio bienestar, del propio deseo, para nadie. No debe ser una herramienta para tenernos sumisas y cohibidas, sino una elección de quién decida asumirla. Afirma Gimeno: “Relativo al componente afectivo que necesariamente va implícito en el concepto de “cuidado” éste conlleva, casi de manera automática, un componente ético que no es obligatorio asumir o compartir. Cuidar puede ser mejor o peor, pero no es ni debe ser obligatorio, dependerá de las condiciones y circunstancias de cada persona; las mujeres tienen derecho a no cuidar si no quieren hacerlo y por cierto que eso no invalida su derecho a ser cuidadas cuando lo necesiten”.
Estas son las referencias que aparecen en el texto, por si te aparece leer más:
Anni Marcela Garzón Segura. Masculinidad y feminidad hegemónicas y sus consecuencias en la salud de hombres y mujeres. Al Sur de Todo, 2015.
Beatriz Gimeno, Cuidado con el cuidado. Beatrizgimeno.es, 2012.
Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de reflexionar a partir de preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90’s? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Kartas a Kim #6.3. Fortaleza y riesgos. FT Dilia (Perra Vieja)
Entrevista: Dilia (ex Perra Vieja)
“Dentro de la escena musical ruidosa y subversiva no hay cabida para la sensibilidad”
Ágata Ahora. En su libro Kim Gordon reivindica la sensibilidad como atributo necesario para la creación musical. Más allá de eso, lo defiende frente a ciertas “agresiones” que ella ha recibido desde “hombres” que emplean la supuesta emancipación o fortaleza de las mujeres para negar su emotividad: “si eres una tía fuerte, ¿a qué vienen estos lamentos?”. Yo me pregunto: ¿porqué ha de ser incompatible estar empoderada con ser afectiva? Y, ¿es cierto que este mecanismo es una herramienta de opresión contra la identidad de las mujeres músicas? Para ello, contamos en esta carta con Dilia, guitarrista de la banda madrileña recién disuelta Perra Vieja, que tiene estas cosas muy pensadas, construidas y deconstruidas.
“(…) todo el mundo está al tanto de las maneras, a menudo agresivas y manipuladoras, con las que los hombres a menudo ejercen el poder en el mundo y de cómo, mediante el uso de la palabra “empoderadas” para describir a las mujeres, lo único que hacen los hombres es mantener su propio poder y control”
“Entonces me preguntaba, y sigo haciéndolo ahora: <<¿Estoy empoderada? Si tienes que esconder tu hipersensibilidad, ¿eres realmente una “mujer fuerte”?>>. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Hola Kim,
No, yo creo que no, para nada, no tienes que esconderte. A mi me parece que el arte tiene que ver, en muchos casos, con la sensibilidad. ¿Hemos de ser necesariamente las mujeres quienes aportemos ese punto sentimental y carnal? Pues no, tampoco. Y… ¿es incompatible ser sensible con ser una mujer empoderada? No, desde luego que no. Pero mejor preguntemos a Dilia, nuestra guitarrista macarra de referencia.
Yo conocí a Dilia organizando un Ladyfest en Madrid. Desde el primer momento admiré determinación y la solidez de su postura feminista, muy trabajada y con las lecturas bien asentadas. También es cálida, cercana y divertida. Además durante años ha tocado la guitarra y ha hecho coros en uno de los grupos de hardcore más cañeros de la ciudad: Perra Vieja, que, parece ser, se han tomado unas vacaciones permanentes. En esta conversación me he enterado que antes tuvo otros grupos, más cercanos al grunge quizás, con los que no llegó a grabar. Perra Vieja sí tienen un disco y un legado de fieles seguidoras que las amarán forever. Ella, mientras tanto, sigue impulsando proyectos en relación con el feminismo y el punk. En una de esas, una vez hicimos una canción juntas (y con otras amigas, nos llamábamos Animalas). A saber en qué anda metida ahora. Espero que pronto la podamos ver sobre los escenarios de nuevo.
El empoderamiento no deja de hablarnos de luchas que no paran de producirse
Ale, al lío.
P: ¿Te consideras una mujer empoderada?
R: Bueno, no creo que el empoderamiento sea una cima, una meta estática a la que llegas y de repente las tienes todas contigo. Creo que el empoderamiento no deja de hablarnos de luchas que no paran de producirse… autoestima vs inseguridad, amor propio vs vergüenza, confianza en una misma vs patriarcado… En mi caso una vez que acepto todo este potaje interno intento que no me frene, que no me paralice. Pienso si no es ahora ¿cuándo? si no soy yo ¿quién?. Y me lanzo… hay que atreverse a empujar nuestros propios límites (aunque sea un poquito) y estas pequeñas acciones empiezan a sentarse interiormente y generan más aplomo y firmeza para la próxima ocasión.
P: ¿Esto afecta a tu manera de hacer música? ¿De qué manera?
R: Supongo que todo forma parte de un proceso. Como receptora no podría entender mi existencia sin música. Fue gracias a la sororidad, la que me hizo pasar de receptora a emisora. En 1999 mis amigas querían montar “un grupo como Hole” y ellas querían que yo participara, me colgaron una guitarra y me decían que trastes tocar. En mi segundo grupo 2003 yo ya metía mis riffs y alguna letra que me gustara. Ha sido con Perra Vieja (PV) donde me he definido definitivamente, ahora compongo, melodías y letras, cada vez tengo más claro que me gusta, como quiero que suene y que es lo que quiero transmitir.
P: ¿Qué papel han tenido tú público, tu escena y tus compañeras músicas en ese empoderamiento?
R: Aquí creo que es justo hablar de grupos de mujeres. Cuando hay actitudes machistas normalmente te las callas, nos anestesiamos a nosotras mismas con toda esa basura patriarcal “no será para tanto” “eres una exagerada” lo piensas SOLA y le quitas importancia… Pero si lo compartes con otra que ha sufrido lo mismo, y con otra y otra, detectas un problema estructural que hay que señalarlo y erradicarlo. Esto me ha pasado en la música al igual que en todos los aspectos de la vida, pero concretamente en la música diría que este es un compromiso de todxs las que formamos la escena, público e intérpretes… Tengo claro que la presencia femenina visibiliza pero mantiene el estatus que no es cuestionado. Solo una presencia feminista luchará para cambiarlo generando una escena sana, igualitaria y revolucionaria.
La presencia femenina visibiliza pero mantiene el estatus (…) Solo una presencia feminista luchará para cambiarlo
P: ¿Podrías describir la escena de la que la hablamos?
R: Perra Vieja es un grupo HxC punk con letras comprometidas socialmente y hasta aquí nuestro circuito normalmente ha estado vinculado a centros sociales okupados, concierto de apoyo a causas políticas, siempre con un tinte anticapitalista y antiautoritario. Hasta aquí todo más o menos normal, ¿no?… Lo cierto es que este cambio social nosotras no lo concebíamos sin grandes dosis feministas y nos hemos encontrado con una acogida que ha ido creciendo con los años. Nuestros pogos se han ido llenando de progesterona, mujeres, lesbianas, trans se apoderan de la primera línea y se apropian de ese espacio que ha sido tan masculino por norma general. Ahora cada vez son más los festivales organizados por tías, donde se busca una alta presencia no solo femenina, si no feminista en el escenario. Es una burbuja maravillosa donde recargar pilas, donde sentir que como buenas “perras” tenemos una manada, hermanadas. Donde nos devuelven que lo que hacemos tiene sentido también para ellxs, que tiene cabida, huele a revolución, a cambio.
P: Y… ¿hay vida fuera de esa escena?
R: Si, por su puesto. Esa manada nos da fuerzas para tocar en “territorios hostiles”. Para mí, ese es uno de los mayores sentidos del gueto, recargar energía, empoderarte y salir a otras escenas más punkis, más hardcoretas y por supuesto poco feministas a priori. Y así, seguir reapropiándonos de esos espacios, recordarles a nuestros compañeros que la escena y el pogo también son nuestras, que ya nos hemos cansado de estar en la última fila y que el papel de groupie se queda bastante escaso. Como en otros ámbitos, hemos llegado para quedarnos. P: Por el contrario: ¿alguna vez te has sentido prisionera de tu supuesta fortaleza? ¿Crees que alguien ha empleado tu empoderamiento en tu contra?
R: Sí, y he hecho cosas que no me apetecían demasiado, solo para que haya presencia de mujeres. Pero bueno, de todo se aprende. No sé si alguien lo ha utilizado en mi contra, pero es cierto que a veces tienes la sensación de que te “utilizan” para cubrir cierto cupo de feminidad o feminismo, sin tenerlo demasiado interiorizado, ni trabajado. Pero bueno, que ya cuenten con esa presencia implica un cambio de mentalidad.
P: ¿Crees que es posible expresar sensibilidad desde un rol de tía dura?
R: Esto es algo que en Perra Vieja tuvimos muy claro, no queríamos tener un grupo de hardcore y hacerlo como “lo hacen los tíos”. Y quiero dejar claro que me encanta escuchar a Candace Kucsulain, dándolo todo y como ella a muchas tías más. Pero creo que es interesante explorar otras maneras de hacerlo. Destruir los roles es un reto activo. Yo me siento bien, cuando entre canción y canción presento algún tema, con mi acento canario y mi tono dulce… es mi manera de hablar. Y siento que la verdadera potencia está en lo que digo, cuando aludo al trabajo asalariado como sistema de control social, cárceles, aborto, represión, liberación, etc… No actuamos de ninguna manera, es auténtico, sale de nosotras. Uno de nuestros lemas ha sido “hacemos lo que nos sale de tol coño y esta es nuestra única ley” y que así sea.
Hacemos lo que nos sale de tol coño y esta es nuestra única ley
P: ¿Para ti qué relación tiene la sensibilidad con la creación musical?
R: Con los años me he dado cuenta que elegí el grunge, el punk, el hxc, rock, la música ruidosa, para transitar la rabia, canalizar la ira de manera positiva. Enchufo la guitarra y me gusta sentirme macarra, potente, poderosa… pero nunca he renunciado a mi sensibilidad. El feminismo me hizo entender que los “valores femeninos” cotizan a la alza y esta idea supura por los poros de Perra Vieja también.
P: En la música, ¿La sensibilidad sigue siendo algo de mujeres?
R: Pues mi primera respuesta ha sido: – Tristemente si.
Pero si soy estrictamente sincera creo que dentro de la escena musical ruidosa y subversiva por la que yo me muevo, no hay cabida para la sensibilidad. Esto es fácil de analizar si hacemos un símil del patriarcado con el sistema financiero (dos sistemas de dominación que apestan y debemos erradicar). Los valores asociados con lo “masculino” rudeza, ira, violencia cotizan a la alta, lo asociado a lo “femenino” la sensibilidad, la delicadeza, a la baja. En este “escalar” hacia lo masculino y “descender” hacia lo femenino… ser una tía marimacho, nos hace sentirnos empoderadas y un tío sensible tiende a ser tachado de “nenaza” (como si esto fuera un insulto).
Fue gracias a la sororidad, la que me hizo pasar de receptora a emisora
P: ¿Puedes darle algún consejo a los hombres que quieran incorporarla?
R: Les diría lo mismo que Simone de Beauvoir nos dijo a nosotras, que “No se nace hombre, se llega a serlo”. Que el “ser hombre” es un producto cultural que se ha construido socialmente. No ser delicado, no llorar, no ser sensible o mostrar debilidad es tan absurdo como, no reír cuando algo te hace gracia, no enfadarte si alguien excede tus límites, o no beber agua si tienes sed.
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?