Tag Archive: Música

Kartas a Kim #8.2 Autoexigencia y cuidados

Ágata Ahora. La autoexigencia está muy presente en la construcción de la feminidad hegemónica. Entre otras cosas, en relación con los cuidados: nos enseñan a estar siempre para los demás, con la mejor de las caras, y no es una elección, es un deber. La cultura de los cuidados tiene muchas implicaciones positivas y también al hacer y compartir música, sin duda, pero… ¿puede conllevar también ciertas barreras para disfrutar y confiar en una misma?

Kim Gordon shot at the Rookery EC1

“Las primeras veces que toqué en un escenario me sentía bastante cohibida. Simplemente intentaba ser competente con el bajo, con la esperanza de que no se me rompieran las cuerdas y de que el público tuviera una buena experiencia” Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).

Querida Kim,

Entiendo que el escenario da miedo, y supongo que las primeras veces nos pasa a tod*s, pero… ¿Tú crees que el resto de tus compañeros de Sonic Youth, especialmente aquellos que no tuvieran experiencia previa en otros grupos, sentirían algo parecido? ¿Estaría preocupados porque el público tuviera una buena experiencia, o, en todo caso por estar dando ellos una buena imagen? Y, si fuera así: ¿se sentirían también bastante cohibidos por esa situación?

En la carta anterior hablábamos de la autoexigencia brutal a la que nos sometemos las (algunas) mujeres, que, seguramente venga en gran parte determinada por el miedo al ridículo (al final, ese no es nuestro espacio, y tenemos la mirada masculina sobre nosotras, examinando cada uno de nuestros pasos), pero creo que en este fragmento añades algo interesante: los cuidados. Me refiero al cuidado como don, solidaridad, reciprocidad… no como “servicios profesionales de cuidado”. Así será en toda la carta.

Sobre el escenario, te preocupabas de ser competente y de que el público tuviera una buena experiencia. No importaba tanto pasarlo bien, trascender, ni siquiera la admiración del público, sino que ellos estuvieran bien. ¿Quieres algo de beber, un té, unas pastas? A mi también me parece importante preocuparse por el público, valorar su opinión, incluso romper la separación audiencia-artista y construir entre tod*s una experiencia compartida, plural, en la que quepan sus expectativas, no solo las que tú traías de partida. Pero eso no debe llevar a cohibirte, no debe de significar ser o sentir menos, sino al contrario. Sin embargo, parece que a veces estas consideraciones pasan por encima de nosotras.

Entre los valores de la feminidad hegemónica se encuentran aquellos relacionados “con la debilidad, la pasividad, la delicadeza, y por propender el cuidado de los otros por encima del cuidado personal” (Garzón Segura, 2015). Los cuidados pueden ser estupendos (para mí, son parte de mi filosofía de vida y herramienta clave de mi activismo) pero… ¿por encima de todo lo demás? Y, sobre todo, ¿solo provenientes de un 50% de la población? Parece que sí: “El cuidar a otros aparece como un rol netamente femenino, salvo cuando se es médico y se decide sobre la salud ajena” (Garzón Segura).

Beatriz Gimeno escribió hace unos años un artículo muy interesante al respecto, “Cuidado con el cuidado”, en el que decía: “El término [cuidado] está tan unido al componente afectivo que la palabra siempre remite a algo “bueno” y así desaparece lo que de negativo pueda tener: sacrificio, desigualdad, carga, responsabilidad, etc.”

Huelga de cuidados

Huelga de cuidados

Un concierto, o cualquier otra manifestación artística, es un proceso comunicativo (que insisto, es interesante trabajar para que sea bidireccional, horizontal y abierto), pero también es una actividad social, de encuentro. Y, en general, cuando se dirige una actividad que involucra a más gente (un concierto, un cumpleaños, una cena en un casa, un viaje…) se mantiene una cierta atención para con los demás. Eso es estupendo, pero si esta asistencia al resto se convierte en preocupación, en responsabilidad social, debería ser compartida y no considerada un valor exclusivamente femenino. Ni en un grupo musical, ni en la vida. Porque si relegamos los cuidados solo a las mujeres, estamos separando roles y añadiendo cargas, como dice Gimeno: “por la vía de la afectividad a las mujeres se nos obliga a aceptar trabajos o situaciones que nos conducen o nos mantienen en la desigualdad. En esta cultura el mundo de la afectividad es femenino”.

Yo creo en una sociedad de solidaridad, reciprocidad… pero preservar esos valores no puede ser una responsabilidad exclusiva de las mujeres, sino una parte más del pacto social. Si queremos/ necesitamos los cuidados, ¡gestionémoslo entre tod*s! Todo Sonic Youth atento del público, pendiente de que lo pasemos bien, de que la experiencia sea satisfactoria. Desde luego, tampoco debe ser una losa encima del propio bienestar, del propio deseo, para nadie. No debe ser una herramienta para tenernos sumisas y cohibidas, sino una elección de quién decida asumirla. Afirma Gimeno: “Relativo al componente afectivo que necesariamente va implícito en el concepto de “cuidado” éste conlleva, casi de manera automática, un componente ético que no es obligatorio asumir o compartir. Cuidar puede ser mejor o peor, pero no es ni debe ser obligatorio, dependerá de las condiciones y circunstancias de cada persona; las mujeres tienen derecho a no cuidar si no quieren hacerlo y por cierto que eso no invalida su derecho a ser cuidadas cuando lo necesiten”.

Estas son las referencias que aparecen en el texto, por si te aparece leer más:

Anni Marcela Garzón Segura. Masculinidad y feminidad hegemónicas y sus consecuencias en la salud de hombres y mujeres. Al Sur de Todo, 2015.

Beatriz Gimeno, Cuidado con el cuidado. Beatrizgimeno.es, 2012.

 

Kim-Gordon-Girl-In-A-Band-608x914Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de reflexionar a partir de preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90’s? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?

Kartas a Kim #6.3. Fortaleza y riesgos. FT Dilia (Perra Vieja)

Entrevista: Dilia (ex Perra Vieja)

“Dentro de la escena musical ruidosa y subversiva no hay cabida para la sensibilidad”

Ágata Ahora. En su libro Kim Gordon reivindica la sensibilidad como atributo necesario para la creación musical. Más allá de eso, lo defiende frente a ciertas “agresiones” que ella ha recibido desde “hombres” que emplean la supuesta emancipación o fortaleza de las mujeres para negar su emotividad: “si eres una tía fuerte, ¿a qué vienen estos lamentos?”. Yo me pregunto: ¿porqué ha de ser incompatible estar empoderada con ser afectiva? Y, ¿es cierto que este mecanismo es una herramienta de opresión contra la identidad de las mujeres músicas? Para ello, contamos en esta carta con Dilia, guitarrista de la banda madrileña recién disuelta Perra Vieja, que tiene estas cosas muy pensadas, construidas y deconstruidas.

_OGM5838“(…) todo el mundo está al tanto de las maneras, a menudo agresivas y manipuladoras, con las que los hombres a menudo ejercen el poder en el mundo y de cómo, mediante el uso de la palabra “empoderadas” para describir a las mujeres, lo único que hacen los hombres es mantener su propio poder y control”

“Entonces me preguntaba, y sigo haciéndolo ahora: <<¿Estoy empoderada? Si tienes que esconder tu hipersensibilidad, ¿eres realmente una “mujer fuerte”?>>. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).

Hola Kim,

No, yo creo que no, para nada, no tienes que esconderte. A mi me parece que el arte tiene que ver, en muchos casos, con la sensibilidad. ¿Hemos de ser necesariamente las mujeres quienes aportemos ese punto sentimental y carnal? Pues no, tampoco. Y… ¿es incompatible ser sensible con ser una mujer empoderada? No, desde luego que no. Pero mejor preguntemos a Dilia, nuestra guitarrista macarra de referencia.

Yo conocí a Dilia organizando un Ladyfest en Madrid. Desde el primer momento admiré determinación y la solidez de su postura feminista, muy trabajada y con las lecturas bien asentadas. También es cálida, cercana y divertida. Además durante años ha tocado la guitarra y ha hecho coros en uno de los grupos de hardcore más cañeros de la ciudad: Perra Vieja, que, parece ser, se han tomado unas vacaciones permanentes. En esta conversación me he enterado que antes tuvo otros grupos, más cercanos al grunge quizás, con los que no llegó a grabar. Perra Vieja sí tienen un disco y un legado de fieles seguidoras que las amarán forever. Ella, mientras tanto, sigue impulsando proyectos en relación con el feminismo y el punk. En una de esas, una vez hicimos una canción juntas (y con otras amigas, nos llamábamos Animalas). A saber en qué anda metida ahora. Espero que pronto la podamos ver sobre los escenarios de nuevo.

 _OGM5672

El empoderamiento no deja de hablarnos de luchas que no paran de producirse

Ale, al lío.

P: ¿Te consideras una mujer empoderada?
R: Bueno, no creo que el empoderamiento sea una cima, una meta estática a la que llegas y de repente las tienes todas contigo. Creo que el empoderamiento no deja de hablarnos de luchas que no paran de producirse… autoestima vs inseguridad, amor propio vs vergüenza, confianza en una misma vs patriarcado… En mi caso una vez que acepto todo este potaje interno intento que no me frene, que no me paralice. Pienso si no es ahora ¿cuándo? si no soy yo ¿quién?. Y me lanzo… hay que atreverse a empujar nuestros propios límites (aunque sea un poquito) y estas pequeñas acciones empiezan a sentarse interiormente y generan más aplomo y firmeza para la próxima ocasión.

P: ¿Esto afecta a tu manera de hacer música? ¿De qué manera?
R: Supongo que todo forma parte de un proceso. Como receptora no podría entender mi existencia sin música. Fue gracias a la sororidad, la que me hizo pasar de receptora a emisora. En 1999 mis amigas querían montar “un grupo como Hole” y ellas querían que yo participara, me colgaron una guitarra y me decían que trastes tocar. En mi segundo grupo 2003 yo ya metía mis riffs y alguna letra que me gustara. Ha sido con Perra Vieja (PV) donde me he definido definitivamente, ahora compongo, melodías y letras, cada vez tengo más claro que me gusta, como quiero que suene y que es lo que quiero transmitir.

P: ¿Qué papel han tenido tú público, tu escena y tus compañeras músicas en ese empoderamiento?
R: Aquí creo que es justo hablar de grupos de mujeres. Cuando hay actitudes machistas normalmente te las callas, nos anestesiamos a nosotras mismas con toda esa basura patriarcal “no será para tanto” “eres una exagerada” lo piensas SOLA y le quitas importancia… Pero si lo compartes con otra que ha sufrido lo mismo, y con otra y otra, detectas un problema estructural que hay que señalarlo y erradicarlo. Esto me ha pasado en la música al igual que en todos los aspectos de la vida, pero concretamente en la música diría que este es un compromiso de todxs las que formamos la escena, público e intérpretes… Tengo claro que la presencia femenina visibiliza pero mantiene el estatus que no es cuestionado. Solo una presencia feminista luchará para cambiarlo generando una escena sana, igualitaria y revolucionaria.

La presencia femenina visibiliza pero mantiene el estatus (…) Solo una presencia feminista luchará para cambiarlo

P: ¿Podrías describir la escena de la que la hablamos?
R: Perra Vieja es un grupo HxC punk con letras comprometidas socialmente y hasta aquí nuestro circuito normalmente ha estado vinculado a centros sociales okupados, concierto de apoyo a causas políticas, siempre con un tinte anticapitalista y antiautoritario. Hasta aquí todo más o menos normal, ¿no?… Lo cierto es que este cambio social nosotras no lo concebíamos sin grandes dosis feministas y nos hemos encontrado con una acogida que ha ido creciendo con los años. Nuestros pogos se han ido llenando de progesterona, mujeres, lesbianas, trans se apoderan de la primera línea y se apropian de ese espacio que ha sido tan masculino por norma general. Ahora cada vez son más los festivales organizados por tías, donde se busca una alta presencia no solo femenina, si no feminista en el escenario. Es una burbuja maravillosa donde recargar pilas, donde sentir que como buenas “perras” tenemos una manada, hermanadas. Donde nos devuelven que lo que hacemos tiene sentido también para ellxs, que tiene cabida, huele a revolución, a cambio.

P: Y… ¿hay vida fuera de esa escena?
R: Si, por su puesto. Esa manada nos da fuerzas para tocar en “territorios hostiles”. Para mí, ese es uno de los mayores sentidos del gueto, recargar energía, empoderarte y salir a otras escenas más punkis, más hardcoretas y por supuesto poco feministas a priori. Y así, seguir reapropiándonos de esos espacios, recordarles a nuestros compañeros que la escena y el pogo también son nuestras, que ya nos hemos cansado de estar en la última fila y que el papel de groupie se queda bastante escaso. Como en otros ámbitos, hemos llegado para quedarnos. _OGM5747P: Por el contrario: ¿alguna vez te has sentido prisionera de tu supuesta fortaleza? ¿Crees que alguien ha empleado tu empoderamiento en tu contra?
R: Sí, y he hecho cosas que no me apetecían demasiado, solo para que haya presencia de mujeres. Pero bueno, de todo se aprende. No sé si alguien lo ha utilizado en mi contra, pero es cierto que a veces tienes la sensación de que te “utilizan” para cubrir cierto cupo de feminidad o feminismo, sin tenerlo demasiado interiorizado, ni trabajado. Pero bueno, que ya cuenten con esa presencia implica un cambio de mentalidad.

P: ¿Crees que es posible expresar sensibilidad desde un rol de tía dura?
R: Esto es algo que en Perra Vieja tuvimos muy claro, no queríamos tener un grupo de hardcore y hacerlo como “lo hacen los tíos”. Y quiero dejar claro que me encanta escuchar a Candace Kucsulain, dándolo todo y como ella a muchas tías más. Pero creo que es interesante explorar otras maneras de hacerlo. Destruir los roles es un reto activo. Yo me siento bien, cuando entre canción y canción presento algún tema, con mi acento canario y mi tono dulce… es mi manera de hablar. Y siento que la verdadera potencia está en lo que digo, cuando aludo al trabajo asalariado como sistema de control social, cárceles, aborto, represión, liberación, etc… No actuamos de ninguna manera, es auténtico, sale de nosotras. Uno de nuestros lemas ha sido “hacemos lo que nos sale de tol coño y esta es nuestra única ley” y que así sea.

Hacemos lo que nos sale de tol coño y esta es nuestra única ley

P: ¿Para ti qué relación tiene la sensibilidad con la creación musical?
R: Con los años me he dado cuenta que elegí el grunge, el punk, el hxc, rock, la música ruidosa, para transitar la rabia, canalizar la ira de manera positiva. Enchufo la guitarra y me gusta sentirme macarra, potente, poderosa… pero nunca he renunciado a mi sensibilidad. El feminismo me hizo entender que los “valores femeninos” cotizan a la alza y esta idea supura por los poros de Perra Vieja también.

P: En la música, ¿La sensibilidad sigue siendo algo de mujeres?
R: Pues mi primera respuesta ha sido: – Tristemente si.
Pero si soy estrictamente sincera creo que dentro de la escena musical ruidosa y subversiva por la que yo me muevo, no hay cabida para la sensibilidad. Esto es fácil de analizar si hacemos un símil del patriarcado con el sistema financiero (dos sistemas de dominación que apestan y debemos erradicar). Los valores asociados con lo “masculino” rudeza, ira, violencia cotizan a la alta, lo asociado a lo “femenino” la sensibilidad, la delicadeza, a la baja. En este “escalar” hacia lo masculino y “descender” hacia lo femenino… ser una tía marimacho, nos hace sentirnos empoderadas y un tío sensible tiende a ser tachado de “nenaza” (como si esto fuera un insulto).

Fue gracias a la sororidad, la que me hizo pasar de receptora a emisora

P: ¿Puedes darle algún consejo a los hombres que quieran incorporarla?
R: Les diría lo mismo que Simone de Beauvoir nos dijo a nosotras, que “No se nace hombre, se llega a serlo”. Que el “ser hombre” es un producto cultural que se ha construido socialmente. No ser delicado, no llorar, no ser sensible o mostrar debilidad es tan absurdo como, no reír cuando algo te hace gracia, no enfadarte si alguien excede tus límites, o no beber agua si tienes sed.

Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?

Kartas a Kim #6. Fortaleza ft. Sara Uve (Árida)

Ágata Ahora. En el proceso creativo es necesario tomar decisiones y  tener un grupo, incluso en bellas situaciones de horizontalidad,  requiere mostrar tus ideas, adquirir carácter y apostar por tu criterio. No es tan sencillo, conocerse, dejarse conocer. Kim Gordon admite que, durante años, su propia timidez le llevaba al vacío creativo. Tuvo que repensarse y reafirmarse para empezar a sentirse ella misma. En esta carta a Kim hablamos sobre la fortaleza y el liderazgo en la música. Para ello, invitamos a una artista fuerte y valiente: Sara Uve, de Árida. 

Sara Uve

Sara Uve – Árida

“Aquellas mujeres [The Raincoats] tocaban y cantaban en contra de todo estereotipo, pero lo hacía sutil y musicalmente, suave y místicamente, sin la agresividad tradicional del rock y el punk y sin hacer ondear ninguna insignia estrafalaria. Me había pasado la vida entera evitando hacer lo que era fácil, lo que se esperaba de mí. No sabía qué imagen proyectaba en el escenario o fuera de él, pero estaba dispuesta a permitirme a mí misma ser desconocida para siempre. Para mí, la timidez era el principio de la muerte creativa”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).

Querida Kim,

Al hablar de las Raincoats describes una fortaleza contrapuesta a la agresividad (masculina) del rock y del punk. Otro tipo de seguridad, que tiene que ver con ser quién quieres ser. Algo que tú consideras que no habías alcanzado en aquel momento, y que yo creo que no es sencillo de lograr. Como venimos hablando desde el principio de nuestra correspondencia, los roles femeninos predominantes en la industria musical son limitados y casi siempre son más bien complacientes (ser quien él quiere que seas). La fortaleza, la seguridad, el liderazgo no se corresponden con el modelo imperante. Aunque también está Madonna, por ejemplo. O, mucho mejor, Sara Uve, de Árida. Kim, si te parece, hoy nos ayuda ella a pensar sobre liderazgo y música. Antes de nada, las presentaciones.

Sara Uve

En las fiestas de fin de curso del cole, mientras sus amigas hacían una coreografía, ella se pedía estar detrás con una guitarra de juguete. Desde siempre, a Sara Uve le fascinaba la idea de hacer música, aunque hasta los quince años se contentó con un papel de espectadora. Entonces, su familia le regaló su primera guitarra y su madre le animó a apuntarse a clases. En sus primeros grupos asumía de forma natural el segundo plano que le venía asignado, pero un buen día, The Donnas se cruzaron en su vida. Cuando vio a Allison Robertson tocando solos, llevando el peso de las canciones, algo cambió. Ahora, años después, con su dúo de stoner-grunge, Árida, dice que encuentra más gracia en aspectos más simples y primitivos de la guitarra, como un riff o un sonido. Pero seguramente, dentro de un tiempo, otra niña se dará cuenta de que sí-se-puede después de ver un video suyo (o quién sabe, un video-holograma).

 sara3“La fuerza se construye y hacerlo sola es muy difícil”

Pregunta: ¿La fortaleza es un atributo tradicionalmente masculino?
Respuesta: Para nada. Al hablar de fortaleza se suele aludir a otros conceptos como competitividad, agresividad o separación, pero para mí los valores que nos fortalecen son otros muy distintos. Una persona fuerte es empática con los demás y necesita de la gente, tiene ganas y ambición y a su vez es humilde, y desarrolla una serie de criterios propios que trata de poner en práctica. Creo que “el cuidado”, que es un valor que siempre se ha achacado a la mujer, es un buen valor a tener en cuenta. Una persona no solo es fuerte por sus valores personales, sino por la relación que tiene con los demás y su medio. No concibo en mi vida otra manera de hacer cosas, como música, que no sea bajo estas condiciones.

P: ¿Tú te consideras una persona fuerte?
R: Creo que se trata de un ejercicio y como tal, hay que practicarlo. Siempre hay dificultades y el saber sobreponerse a estas situaciones no evita que nos sintamos mal o queramos tirar la toalla. Forma parte de la vida. Pero se trata de que eso sea un punto y seguido y no un punto y final.

P: Entonces, ¿qué significa para ti ser una mujer fuerte?
R: Uf. Es una pregunta difícil y subjetiva. Supongo que para mí una mujer fuerte es la que afronta la vida con ganas, la que se expone ante sí misma y los demás y que a pesar de encontrarse obstáculos sigue adelante, con más o menos dificultad. La que reformula la realidad adaptándola a sus propios valores y objetivos y busca un espacio para sí misma que acabe realizándola de alguna manera.

Una de las claves para mí es ser menos exigente conmigo y entender que estoy en un proceso de aprendizaje y disfrute

P: Y… ¿en qué se traduce esto en la música?
R: En mi caso, en tener claro lo que me apetece hacer. Ahora mismo estoy en proceso de cambio y exploración artística a nivel compositivo, de interpretación y de situaciones nuevas que se me van presentando. Ser fuerte se traduce en estar en ese nuevo rol disfrutando, siendo consciente de todo lo que me queda por aprender y llevándome algún batacazo que otro de cuando en cuando. Me intento hacer a mi voz (que es algo relativamente nuevo para mí), apreciándola como es e intentando llevarla a un terreno más personal, exponerme a la situación de ponerme retos y fallar a veces (como componer guitarras que no me salen, o confundirme en directo),… Creo que una de las claves para mí está siendo el ser menos exigente conmigo y entender que estoy en un proceso de aprendizaje y disfrute. Empezar a interiorizar esto forma parte de una de mis fortalezas todavía en proceso. También he asumido un rol de “dirección” a nivel de composición-interpretación de una manera más relajada, más cómoda conmigo misma y más conciliadora con los demás. Trato de seguir y desarrollar mis ideas armonizándolas con las personas con las que esté tocando.

P: ¿Qué crees que te permiten estas nuevas herramientas?
R: El resultado es que estoy más feliz. Supone trabajo por mi parte y a veces coste personal, pero me siento más realizada y más lejana al “qué dirán”. Apuesto más por lo que me pide el cuerpo hacer (aunque la influencia de “los demás” siempre está ahí). Trato de irme liberando de lo que se espera de mí y creando mis propias expectativas, disfrutar de lo que me gusta de mí misma y de la música, probándome de manera constante y trabajando los que considero mis puntos flacos.

P: Para ti, ¿cuáles han sido los puntos clave para desarrollar estas fortalezas?
R: Para mi es vital contar con personas que no solo te respeten sino que te ayuden a levantarte en los tropiezos, reforzando tus puntos fuertes. La fuerza se construye y hacerlo sola es muy difícil. Se trata de un aprendizaje que vas forjando conforme a tus experiencias y tu red. Yo soy más fuerte que hace unos años y espero que menos que dentro de otros. Tengo la suerte de contar en el grupo con un gran apoyo para mí: Javi es mi compañero, mi apoyo y mi referencia, muchas veces. Gracias a que puedo contar con su hombro, todo esto es más fácil y posible. También cuento con una red de amigas y amigos que compartimos y entendemos la música y la amistad de una forma muy similar. Para mí es importante rodearse de personas que te mandan los mensajes correctos y te apoyan desde el respeto y la igualdad. Parece algo muy obvio y sencillo, pero en la práctica no es así muchas veces.

Árida

Árida

P: En Árida, ¿cómo os planteáis la toma de decisiones?
R: Javi (batería) y yo (guitarra y voz) creamos y llevamos el grupo de manera conjunta, aunque el peso compositivo recae más sobre mí por ser la guitarrista y la voz. En este sentido, desempeño un papel más directivo -que me gusta, y con el que cada vez estoy más cómoda- aunque es solo una forma de empezar a componer, que luego pasa por el filtro y el criterio de ambos. Igual que para gestionar el grupo, unas cosas las hago yo y otras él. Nos gusta compartir de esta manera el proceso, las tareas y cualquier cosa que implique al grupo.

P: Tú has puesto en marcha, desde cero, varios proyectos musicales, ¿cómo ha sido la experiencia?
R: Al principio me mostraba mucho más insegura y no tenía muy claro qué valor darle a mis ideas. Muchas veces me colocaba en ese rol de compositora o gestora y no sabía bien por donde tirar. Si se creaba confrontación de algún tipo solía terminar cediendo en mi criterio por no saber defenderlo bien o por rechazo al conflicto en sí mismo. Pero fui aprendiendo de mis errores, superando algo más mis inseguridades y moviéndome por lo que me motivaba. Si lo que quería era componer en un grupo, tenía que aprender a trabajar en equipo, a ceder a veces, a defender otras, y a manejar situaciones que, quizá por mi sensibilidad, me afectaban de más. Sigo siendo todas esas cosas pero 2.0.

P: ¿Crees que alguna vez se te ha considerado mandona por imponer tu criterio?
R: ¡Jajaja, desde luego! Seguramente algunas veces con razón, porque igual no he sabido llevar bien la situación o expresar mis ideas de la manera más adecuada. Suelo colocarme en ese lugar de emprender, gestionar, componer y en general, formo parte de una manera muy activa en los grupos; he reflexionado sobre ello y creo que voy aprendiendo poco a poco a no imponer y tampoco renunciar a mi propio criterio. No siempre resulta sencillo ya que la música puede resultar algo verdaderamente personal.

En general se nos suele tachar de mandonas a las que tenemos algo que decir, que queremos algo concreto, que sabemos cómo llegar a eso y que no tiene por qué estar en sintonía con los demás

P: Pero… ¿no crees que hay un trasfondo machista en tachar a las mujeres que lideran de mandonas?
R: Sí. Al margen de algunas situaciones, en general se nos suele tachar de mandonas a las que tenemos algo que decir, a las que tenemos claro que queremos algo concreto, que sabemos cómo llegar a eso y que no tiene por qué estar en sintonía con los demás. Aunque he vivido pocas confrontaciones explícitas de “eres una mandona” las recuerdo bien, porque me resultaron chocantes y dañinas. Al final, tras resolver lo que pasaba, siempre salían a relucir inseguridades y/o prejuicios de la otra persona.

P: ¿Puedes contarnos alguna?
R: Recuerdo una prueba a un batería con un grupo que tuve con dos chicos hace años. Yo hacía un esfuerzo grande por ser amable, integrarle y enseñarle los temas, pero él se mostraba todo el tiempo indiferente a lo que yo le dijera (como si no pudiera aportarle nada de interés) y tenía una actitud bastante borde. Resulta que le parecía que, habiendo dos chicos, el que yo le estuviera explicando las estructuras de los temas y tal era de estar “muy subidita”. “A mí no me manda la tía”. Incluso intentó que mis compañeros fueran sus aliados. Yo tenía 16 años, pero recuerdo mi shock y el no entender lo que estaba pasando. Estaba adentrándome en un mundo lleno de prejuicios sin saberlo y ese chico, ruda y repentinamente, me puso enfrente una realidad con la que no había tomando contacto antes, pero que poco a poco iría descubriendo de maneras mucho más sutiles y retorcidas. Esto de “no prestar atención”, la indiferencia, es lo que más he vivido: notar el desinterés hacia lo que yo tuviera que decir del técnico, organizador, dueño, dependiente,-ponga.aquí.lo.que.quiera- de turno.

P: ¿Cómo crees que se puede cambiar este tipo de situaciones?
R: Muchas veces esta falta de atención sucede de maneras sutiles y es difícil de identificarlo, para poder enfrentarlo adecuadamente. Muchas veces incluso pienso que en realidad soy yo; que estoy descontextualizando las cosas, que quizás esa persona no se dirige a mí –y solo a Javi- por razones que desconozco, que en realidad no me ha oído aunque los demás sí, o que incluso es un simple tema de afinidad… y paso por alto comportamientos así. La toma de conciencia me parece un ejercicio necesario, pero muchas veces no queremos ver lo que tenemos en frente. Cuando me ocurren estas cosas no puedo evitar sentir aún rabia pero trato de afrontarlo de la manera menos conflictiva para mí, insistiendo y haciendo que mi voz se escuche, acercándome de otra manera, e incluso utilizando el humor si tengo el día gracioso. No siempre funciona y es cuando las ganas de matar aumentan a tope.

sara4P: ¿Qué mensaje darías a las niñas que quieren ser guitarristas solistas?
R: Que se atrevan a ser lo que se les antoje y que no piensen que no pueden hacerlo. Solistas o rítmicas, o cualquier otra función que se les pueda ocurrir, que no esperen a ser invitadas para empezar. Que creen su propia puerta de acceso y busquen o creen espacios donde sentirse bien y crear. A mí me hubiera encantado que alguien me hubiera dicho algo así, por obvio que suene. Pero tuve que ver un concierto por internet de The Donnas para darme cuenta. Recuerdo que aluciné como en mi vida. Había visto antes chicas en un escenario aunque casi siempre era cantando o tocando la guitarra acústica. Estas chicas eran distintas: tocaban rock, se divertían, mostraban actitud y no necesitaban de un chico al lado. Me acuerdo como algo en mi mente hizo “click” cuando vi a la guitarrista tocar acordes y solos, bastándose ella y llevando el peso de las canciones. Ella sola. Pensaba “¿no tiene a alguien que le haga los solos?, ¡¿no es demasiado para ella?!”

P: Benditos modelos.
R: Sí. De repente esto empezó a formar parte de mi realidad también. Como si hubiera estado adormecida hasta entonces a la espera de algo como aquello. Por fin tenía un modelo real de que eso era posible. Entonces monté un grupo desde cero, en el que seríamos todo chicas, haciendo la música que nos gustara y sin límites. Y más tarde, mejores amigas. Esto fue Lady Grape (Señorita Uva). Esto me ha demostrado la influencia tan brutal que pueden ejercer los modelos, para bien o para mal. Para inhibirte o lanzarte a la acción. Ojalá cada vez seamos más mujeres haciendo música, del estilo que sea y desempeñando cualquier rol, para crear modelos diversos y hacer de la música un espacio donde nosotras seamos también bienvenidas.

Más información:
https://aridamadrid.bandcamp.com/album/cenizas

Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?