Kartas a Kim
Kartas a Kim #6.3. Fortaleza y riesgos. FT Dilia (Perra Vieja)
Entrevista: Dilia (ex Perra Vieja)
“Dentro de la escena musical ruidosa y subversiva no hay cabida para la sensibilidad”
Ágata Ahora. En su libro Kim Gordon reivindica la sensibilidad como atributo necesario para la creación musical. Más allá de eso, lo defiende frente a ciertas “agresiones” que ella ha recibido desde “hombres” que emplean la supuesta emancipación o fortaleza de las mujeres para negar su emotividad: “si eres una tía fuerte, ¿a qué vienen estos lamentos?”. Yo me pregunto: ¿porqué ha de ser incompatible estar empoderada con ser afectiva? Y, ¿es cierto que este mecanismo es una herramienta de opresión contra la identidad de las mujeres músicas? Para ello, contamos en esta carta con Dilia, guitarrista de la banda madrileña recién disuelta Perra Vieja, que tiene estas cosas muy pensadas, construidas y deconstruidas.
“(…) todo el mundo está al tanto de las maneras, a menudo agresivas y manipuladoras, con las que los hombres a menudo ejercen el poder en el mundo y de cómo, mediante el uso de la palabra “empoderadas” para describir a las mujeres, lo único que hacen los hombres es mantener su propio poder y control”
“Entonces me preguntaba, y sigo haciéndolo ahora: <<¿Estoy empoderada? Si tienes que esconder tu hipersensibilidad, ¿eres realmente una “mujer fuerte”?>>. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Hola Kim,
No, yo creo que no, para nada, no tienes que esconderte. A mi me parece que el arte tiene que ver, en muchos casos, con la sensibilidad. ¿Hemos de ser necesariamente las mujeres quienes aportemos ese punto sentimental y carnal? Pues no, tampoco. Y… ¿es incompatible ser sensible con ser una mujer empoderada? No, desde luego que no. Pero mejor preguntemos a Dilia, nuestra guitarrista macarra de referencia.
Yo conocí a Dilia organizando un Ladyfest en Madrid. Desde el primer momento admiré determinación y la solidez de su postura feminista, muy trabajada y con las lecturas bien asentadas. También es cálida, cercana y divertida. Además durante años ha tocado la guitarra y ha hecho coros en uno de los grupos de hardcore más cañeros de la ciudad: Perra Vieja, que, parece ser, se han tomado unas vacaciones permanentes. En esta conversación me he enterado que antes tuvo otros grupos, más cercanos al grunge quizás, con los que no llegó a grabar. Perra Vieja sí tienen un disco y un legado de fieles seguidoras que las amarán forever. Ella, mientras tanto, sigue impulsando proyectos en relación con el feminismo y el punk. En una de esas, una vez hicimos una canción juntas (y con otras amigas, nos llamábamos Animalas). A saber en qué anda metida ahora. Espero que pronto la podamos ver sobre los escenarios de nuevo.
El empoderamiento no deja de hablarnos de luchas que no paran de producirse
Ale, al lío.
P: ¿Te consideras una mujer empoderada?
R: Bueno, no creo que el empoderamiento sea una cima, una meta estática a la que llegas y de repente las tienes todas contigo. Creo que el empoderamiento no deja de hablarnos de luchas que no paran de producirse… autoestima vs inseguridad, amor propio vs vergüenza, confianza en una misma vs patriarcado… En mi caso una vez que acepto todo este potaje interno intento que no me frene, que no me paralice. Pienso si no es ahora ¿cuándo? si no soy yo ¿quién?. Y me lanzo… hay que atreverse a empujar nuestros propios límites (aunque sea un poquito) y estas pequeñas acciones empiezan a sentarse interiormente y generan más aplomo y firmeza para la próxima ocasión.
P: ¿Esto afecta a tu manera de hacer música? ¿De qué manera?
R: Supongo que todo forma parte de un proceso. Como receptora no podría entender mi existencia sin música. Fue gracias a la sororidad, la que me hizo pasar de receptora a emisora. En 1999 mis amigas querían montar “un grupo como Hole” y ellas querían que yo participara, me colgaron una guitarra y me decían que trastes tocar. En mi segundo grupo 2003 yo ya metía mis riffs y alguna letra que me gustara. Ha sido con Perra Vieja (PV) donde me he definido definitivamente, ahora compongo, melodías y letras, cada vez tengo más claro que me gusta, como quiero que suene y que es lo que quiero transmitir.
P: ¿Qué papel han tenido tú público, tu escena y tus compañeras músicas en ese empoderamiento?
R: Aquí creo que es justo hablar de grupos de mujeres. Cuando hay actitudes machistas normalmente te las callas, nos anestesiamos a nosotras mismas con toda esa basura patriarcal “no será para tanto” “eres una exagerada” lo piensas SOLA y le quitas importancia… Pero si lo compartes con otra que ha sufrido lo mismo, y con otra y otra, detectas un problema estructural que hay que señalarlo y erradicarlo. Esto me ha pasado en la música al igual que en todos los aspectos de la vida, pero concretamente en la música diría que este es un compromiso de todxs las que formamos la escena, público e intérpretes… Tengo claro que la presencia femenina visibiliza pero mantiene el estatus que no es cuestionado. Solo una presencia feminista luchará para cambiarlo generando una escena sana, igualitaria y revolucionaria.
La presencia femenina visibiliza pero mantiene el estatus (…) Solo una presencia feminista luchará para cambiarlo
P: ¿Podrías describir la escena de la que la hablamos?
R: Perra Vieja es un grupo HxC punk con letras comprometidas socialmente y hasta aquí nuestro circuito normalmente ha estado vinculado a centros sociales okupados, concierto de apoyo a causas políticas, siempre con un tinte anticapitalista y antiautoritario. Hasta aquí todo más o menos normal, ¿no?… Lo cierto es que este cambio social nosotras no lo concebíamos sin grandes dosis feministas y nos hemos encontrado con una acogida que ha ido creciendo con los años. Nuestros pogos se han ido llenando de progesterona, mujeres, lesbianas, trans se apoderan de la primera línea y se apropian de ese espacio que ha sido tan masculino por norma general. Ahora cada vez son más los festivales organizados por tías, donde se busca una alta presencia no solo femenina, si no feminista en el escenario. Es una burbuja maravillosa donde recargar pilas, donde sentir que como buenas “perras” tenemos una manada, hermanadas. Donde nos devuelven que lo que hacemos tiene sentido también para ellxs, que tiene cabida, huele a revolución, a cambio.
P: Y… ¿hay vida fuera de esa escena?
R: Si, por su puesto. Esa manada nos da fuerzas para tocar en “territorios hostiles”. Para mí, ese es uno de los mayores sentidos del gueto, recargar energía, empoderarte y salir a otras escenas más punkis, más hardcoretas y por supuesto poco feministas a priori. Y así, seguir reapropiándonos de esos espacios, recordarles a nuestros compañeros que la escena y el pogo también son nuestras, que ya nos hemos cansado de estar en la última fila y que el papel de groupie se queda bastante escaso. Como en otros ámbitos, hemos llegado para quedarnos. P: Por el contrario: ¿alguna vez te has sentido prisionera de tu supuesta fortaleza? ¿Crees que alguien ha empleado tu empoderamiento en tu contra?
R: Sí, y he hecho cosas que no me apetecían demasiado, solo para que haya presencia de mujeres. Pero bueno, de todo se aprende. No sé si alguien lo ha utilizado en mi contra, pero es cierto que a veces tienes la sensación de que te “utilizan” para cubrir cierto cupo de feminidad o feminismo, sin tenerlo demasiado interiorizado, ni trabajado. Pero bueno, que ya cuenten con esa presencia implica un cambio de mentalidad.
P: ¿Crees que es posible expresar sensibilidad desde un rol de tía dura?
R: Esto es algo que en Perra Vieja tuvimos muy claro, no queríamos tener un grupo de hardcore y hacerlo como “lo hacen los tíos”. Y quiero dejar claro que me encanta escuchar a Candace Kucsulain, dándolo todo y como ella a muchas tías más. Pero creo que es interesante explorar otras maneras de hacerlo. Destruir los roles es un reto activo. Yo me siento bien, cuando entre canción y canción presento algún tema, con mi acento canario y mi tono dulce… es mi manera de hablar. Y siento que la verdadera potencia está en lo que digo, cuando aludo al trabajo asalariado como sistema de control social, cárceles, aborto, represión, liberación, etc… No actuamos de ninguna manera, es auténtico, sale de nosotras. Uno de nuestros lemas ha sido “hacemos lo que nos sale de tol coño y esta es nuestra única ley” y que así sea.
Hacemos lo que nos sale de tol coño y esta es nuestra única ley
P: ¿Para ti qué relación tiene la sensibilidad con la creación musical?
R: Con los años me he dado cuenta que elegí el grunge, el punk, el hxc, rock, la música ruidosa, para transitar la rabia, canalizar la ira de manera positiva. Enchufo la guitarra y me gusta sentirme macarra, potente, poderosa… pero nunca he renunciado a mi sensibilidad. El feminismo me hizo entender que los “valores femeninos” cotizan a la alza y esta idea supura por los poros de Perra Vieja también.
P: En la música, ¿La sensibilidad sigue siendo algo de mujeres?
R: Pues mi primera respuesta ha sido: – Tristemente si.
Pero si soy estrictamente sincera creo que dentro de la escena musical ruidosa y subversiva por la que yo me muevo, no hay cabida para la sensibilidad. Esto es fácil de analizar si hacemos un símil del patriarcado con el sistema financiero (dos sistemas de dominación que apestan y debemos erradicar). Los valores asociados con lo “masculino” rudeza, ira, violencia cotizan a la alta, lo asociado a lo “femenino” la sensibilidad, la delicadeza, a la baja. En este “escalar” hacia lo masculino y “descender” hacia lo femenino… ser una tía marimacho, nos hace sentirnos empoderadas y un tío sensible tiende a ser tachado de “nenaza” (como si esto fuera un insulto).
Fue gracias a la sororidad, la que me hizo pasar de receptora a emisora
P: ¿Puedes darle algún consejo a los hombres que quieran incorporarla?
R: Les diría lo mismo que Simone de Beauvoir nos dijo a nosotras, que “No se nace hombre, se llega a serlo”. Que el “ser hombre” es un producto cultural que se ha construido socialmente. No ser delicado, no llorar, no ser sensible o mostrar debilidad es tan absurdo como, no reír cuando algo te hace gracia, no enfadarte si alguien excede tus límites, o no beber agua si tienes sed.
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Kartas a Kim #6.2. Lideresas y mandonas
Ágata Ahora. En su libro, Kim Gordon se sitúa como artista tímida que vence a duras penas sus fobias sociales para compartir su creación. El modelo de mujer decidida, resuelta, capaz y fuerte –que yo asignaba desde fuera a la bajista de Sonic Youth– no se refleja en su biografía, así que dedicaremos esta carta (y la anterior y la siguiente) a ello. La idea de “líder” es escurridiza: por un lado habla de una organización jerárquica, por otro lado se refiere a la capacidad de autodeterminación, de decisión, de seguridad, de convicción. Dedicamos esta carta a esta segunda acepción.
“El rollo de las estrellas del rock siempre me ha parecido insincero –esterilizado y gestual, incluso ridículo–. Siempre me he sentido incomoda dándole a la gente lo que quieren o esperan de mí”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Hola Kim,
¿Qué tal las vacaciones? ¿Estuviste por California?
Yo la verdad es que muy bien, tranquila, mirando el mar. He tenido tiempo para retomar poco a poco nuestra correspondencia, que dejé bruscamente antes del verano. Disculpa mi silencio estos meses, pero tuve muchos líos varios que ahora no vienen a cuento. La verdad es que he echado de menos tus cartas y nuestras reflexiones compartidas sobre mujeres y música, así que, si te parece bien, retomamos.
Lo último de lo que hablábamos era sobre el liderazgo, la fortaleza… Son atributos que no se suelen inculcar a las niñas ni a las mujeres, pero que tienen un papel clave a la hora de situarse como creadora, coordinadora de un grupo, etc. ¿Cómo subirse a un escenario, proponer tus ideas dentro de un grupo o defender tu opinión, cuando lo que te enseñan es a ser invisible? O aun peor, cuando se condena a la mujer que lo hace, tachándola de “mandona”. Contadba Sara Uve de Árida: “Al principio me mostraba mucho más insegura y no tenía muy claro qué valor darle a mis ideas. Muchas veces me colocaba en ese rol de compositora o gestora y no sabía bien por donde tirar. Si se creaba confrontación de algún tipo solía terminar cediendo en mi criterio por no saber defenderlo bien o por rechazo al conflicto en sí mismo. Pero fui aprendiendo de mis errores, superando algo más mis inseguridades y moviéndome por lo que me motivaba. Si lo que quería era componer en un grupo, tenía que aprender a trabajar en equipo, a ceder a veces, a defender otras, y a manejar situaciones que, quizá por mi sensibilidad, me afectaban de más”. Es es un proceso de empoderamiento, muchas veces a contracorriente.
Desde luego tú, Kim, no eres el ejemplo de líder: te defines como tímida crónica y en el libro relatas en varias ocasiones lo mal que lo pasabas y lo poco segura que te sentías sobre el escenario. Incluso consideras que al exigir fortaleza en las mujeres se cae en una trampa en la que no se les permite mostrar su sensibilidad. De eso hablaremos en la siguiente carta. En esta me gustaría hablar brevemente del perfil de “mandona”, precisamente por la falta de presencia que se extrae de tu experiencia.
Pero por otro lado, al reflexionar sobre este perfil, el de la “mandona”, me surge otro temor: caer en el feminismo liberal, ese de “porque yo lo valgo”, que sitúa el sujeto de la lucha “feminista” en el individuo, aislándolo de su entorno. Que reivindica las decisiones de las mujeres, sean solidarias, reflexionadas, políticas para la comunidad, o todo lo contrario. En este sentido, reivindicar al sujeto dirigente puede implicar defender una organización jerárquica, lo que, comprenderás, no es absoluto mi intención. Creo en la cooperación y en las estructuras horizontales, pero, para coordinar y ofrecer una opinión es necesaria también esa seguridad (o fortaleza) de la que quiero hablar en estas cartas. Y que no se corresponde, en absoluto a lo que nos educan a las mujeres (todo lo contrario, cualquier milímetro de nuestro cuerpo, que es nuestra valía social, es fuente de inseguridad, desde la escuela hasta la vejez). Buscando cosas sobre el tema del liderazgo y las mujeres, encontré una web llamada Ban Bossy [prohíbe mandona].
“Cuando un niño pequeño se reafirma se le dice que es un líder, sin embargo, cuando una niña hace lo mismo, se arriesga a ser llamada “mandona”. El uso de términos como mandona mandan un mensaje claro a las niñas: no levantes la mano o hables. Ya en la escuela secundaria, las niñas están menos interesadas en el liderazgo que los niños una tendencia que continúa en la edad adulta.”
Esta iniciativa advierte de situaciones alarmantes, que ya se observan en edades muy tempranas:
- Girls get less airtime in class. They are called on less and interrupted more.
- The confidence gap starts early. Between elementary and high school, girls’ self–esteem drops 3.5 times more than boys’.
- Bossy holds girls back. Girls are twice as likely as boys to worry that leadership roles will make them seem.
La web incluye gráficas que confirman (al menos en EE.UU.) sus observaciones, fotos de Beyoncé, Condoleezza Rice (!!), Jennifer Garner y Jane Lynch apoyando la campaña y también guías #Banbossy para chicas, para profesor*s, para padres y madres, etc. Toda la web tiene un marcado carácter individualista – liberal – túpuedesserelnúmerouno estadounidense, pero la situación que describe (al margen de la estrategia para combatirla) parece evidente: a las mujeres no se nos educa para destacar, ni para asumir puestos de coordinación.
Y esto: ¿qué impacto tiene sobre un escenario? Pues mucho, claro. El asumir un rol activo –y por tanto, romper con la normalidad de señores rockeros– en la música es mucho más que levantar la mano en clase. Si el querer hacer las cosas como quieres, tocar tus canciones, decidir tu manera de llevarlas a escena, coordinar a un equipo de músicas y de técnicas, etc. lleva a recibir calificativos mucho peores que el de mandonas, pues oye, mejor quitarse de líos y quedarse abajo del escenario, en un sitio discreto. O en casa, más tranquilas.
Por eso necesitamos otros modelos, capaces de subvertir el mensaje. Mujeres poderosas (que no tiranas), seguras y fuertes. No para que todas tengamos que ser de esta manera, claro, sino para que podamos ser como nos de la gana.
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Kartas a Kim #6. Fortaleza ft. Sara Uve (Árida)
Ágata Ahora. En el proceso creativo es necesario tomar decisiones y tener un grupo, incluso en bellas situaciones de horizontalidad, requiere mostrar tus ideas, adquirir carácter y apostar por tu criterio. No es tan sencillo, conocerse, dejarse conocer. Kim Gordon admite que, durante años, su propia timidez le llevaba al vacío creativo. Tuvo que repensarse y reafirmarse para empezar a sentirse ella misma. En esta carta a Kim hablamos sobre la fortaleza y el liderazgo en la música. Para ello, invitamos a una artista fuerte y valiente: Sara Uve, de Árida.
“Aquellas mujeres [The Raincoats] tocaban y cantaban en contra de todo estereotipo, pero lo hacía sutil y musicalmente, suave y místicamente, sin la agresividad tradicional del rock y el punk y sin hacer ondear ninguna insignia estrafalaria. Me había pasado la vida entera evitando hacer lo que era fácil, lo que se esperaba de mí. No sabía qué imagen proyectaba en el escenario o fuera de él, pero estaba dispuesta a permitirme a mí misma ser desconocida para siempre. Para mí, la timidez era el principio de la muerte creativa”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Querida Kim,
Al hablar de las Raincoats describes una fortaleza contrapuesta a la agresividad (masculina) del rock y del punk. Otro tipo de seguridad, que tiene que ver con ser quién quieres ser. Algo que tú consideras que no habías alcanzado en aquel momento, y que yo creo que no es sencillo de lograr. Como venimos hablando desde el principio de nuestra correspondencia, los roles femeninos predominantes en la industria musical son limitados y casi siempre son más bien complacientes (ser quien él quiere que seas). La fortaleza, la seguridad, el liderazgo no se corresponden con el modelo imperante. Aunque también está Madonna, por ejemplo. O, mucho mejor, Sara Uve, de Árida. Kim, si te parece, hoy nos ayuda ella a pensar sobre liderazgo y música. Antes de nada, las presentaciones.
Sara Uve
En las fiestas de fin de curso del cole, mientras sus amigas hacían una coreografía, ella se pedía estar detrás con una guitarra de juguete. Desde siempre, a Sara Uve le fascinaba la idea de hacer música, aunque hasta los quince años se contentó con un papel de espectadora. Entonces, su familia le regaló su primera guitarra y su madre le animó a apuntarse a clases. En sus primeros grupos asumía de forma natural el segundo plano que le venía asignado, pero un buen día, The Donnas se cruzaron en su vida. Cuando vio a Allison Robertson tocando solos, llevando el peso de las canciones, algo cambió. Ahora, años después, con su dúo de stoner-grunge, Árida, dice que encuentra más gracia en aspectos más simples y primitivos de la guitarra, como un riff o un sonido. Pero seguramente, dentro de un tiempo, otra niña se dará cuenta de que sí-se-puede después de ver un video suyo (o quién sabe, un video-holograma).
“La fuerza se construye y hacerlo sola es muy difícil”
Pregunta: ¿La fortaleza es un atributo tradicionalmente masculino?
Respuesta: Para nada. Al hablar de fortaleza se suele aludir a otros conceptos como competitividad, agresividad o separación, pero para mí los valores que nos fortalecen son otros muy distintos. Una persona fuerte es empática con los demás y necesita de la gente, tiene ganas y ambición y a su vez es humilde, y desarrolla una serie de criterios propios que trata de poner en práctica. Creo que “el cuidado”, que es un valor que siempre se ha achacado a la mujer, es un buen valor a tener en cuenta. Una persona no solo es fuerte por sus valores personales, sino por la relación que tiene con los demás y su medio. No concibo en mi vida otra manera de hacer cosas, como música, que no sea bajo estas condiciones.
P: ¿Tú te consideras una persona fuerte?
R: Creo que se trata de un ejercicio y como tal, hay que practicarlo. Siempre hay dificultades y el saber sobreponerse a estas situaciones no evita que nos sintamos mal o queramos tirar la toalla. Forma parte de la vida. Pero se trata de que eso sea un punto y seguido y no un punto y final.
P: Entonces, ¿qué significa para ti ser una mujer fuerte?
R: Uf. Es una pregunta difícil y subjetiva. Supongo que para mí una mujer fuerte es la que afronta la vida con ganas, la que se expone ante sí misma y los demás y que a pesar de encontrarse obstáculos sigue adelante, con más o menos dificultad. La que reformula la realidad adaptándola a sus propios valores y objetivos y busca un espacio para sí misma que acabe realizándola de alguna manera.
Una de las claves para mí es ser menos exigente conmigo y entender que estoy en un proceso de aprendizaje y disfrute
P: Y… ¿en qué se traduce esto en la música?
R: En mi caso, en tener claro lo que me apetece hacer. Ahora mismo estoy en proceso de cambio y exploración artística a nivel compositivo, de interpretación y de situaciones nuevas que se me van presentando. Ser fuerte se traduce en estar en ese nuevo rol disfrutando, siendo consciente de todo lo que me queda por aprender y llevándome algún batacazo que otro de cuando en cuando. Me intento hacer a mi voz (que es algo relativamente nuevo para mí), apreciándola como es e intentando llevarla a un terreno más personal, exponerme a la situación de ponerme retos y fallar a veces (como componer guitarras que no me salen, o confundirme en directo),… Creo que una de las claves para mí está siendo el ser menos exigente conmigo y entender que estoy en un proceso de aprendizaje y disfrute. Empezar a interiorizar esto forma parte de una de mis fortalezas todavía en proceso. También he asumido un rol de “dirección” a nivel de composición-interpretación de una manera más relajada, más cómoda conmigo misma y más conciliadora con los demás. Trato de seguir y desarrollar mis ideas armonizándolas con las personas con las que esté tocando.
P: ¿Qué crees que te permiten estas nuevas herramientas?
R: El resultado es que estoy más feliz. Supone trabajo por mi parte y a veces coste personal, pero me siento más realizada y más lejana al “qué dirán”. Apuesto más por lo que me pide el cuerpo hacer (aunque la influencia de “los demás” siempre está ahí). Trato de irme liberando de lo que se espera de mí y creando mis propias expectativas, disfrutar de lo que me gusta de mí misma y de la música, probándome de manera constante y trabajando los que considero mis puntos flacos.
P: Para ti, ¿cuáles han sido los puntos clave para desarrollar estas fortalezas?
R: Para mi es vital contar con personas que no solo te respeten sino que te ayuden a levantarte en los tropiezos, reforzando tus puntos fuertes. La fuerza se construye y hacerlo sola es muy difícil. Se trata de un aprendizaje que vas forjando conforme a tus experiencias y tu red. Yo soy más fuerte que hace unos años y espero que menos que dentro de otros. Tengo la suerte de contar en el grupo con un gran apoyo para mí: Javi es mi compañero, mi apoyo y mi referencia, muchas veces. Gracias a que puedo contar con su hombro, todo esto es más fácil y posible. También cuento con una red de amigas y amigos que compartimos y entendemos la música y la amistad de una forma muy similar. Para mí es importante rodearse de personas que te mandan los mensajes correctos y te apoyan desde el respeto y la igualdad. Parece algo muy obvio y sencillo, pero en la práctica no es así muchas veces.
P: En Árida, ¿cómo os planteáis la toma de decisiones?
R: Javi (batería) y yo (guitarra y voz) creamos y llevamos el grupo de manera conjunta, aunque el peso compositivo recae más sobre mí por ser la guitarrista y la voz. En este sentido, desempeño un papel más directivo -que me gusta, y con el que cada vez estoy más cómoda- aunque es solo una forma de empezar a componer, que luego pasa por el filtro y el criterio de ambos. Igual que para gestionar el grupo, unas cosas las hago yo y otras él. Nos gusta compartir de esta manera el proceso, las tareas y cualquier cosa que implique al grupo.
P: Tú has puesto en marcha, desde cero, varios proyectos musicales, ¿cómo ha sido la experiencia?
R: Al principio me mostraba mucho más insegura y no tenía muy claro qué valor darle a mis ideas. Muchas veces me colocaba en ese rol de compositora o gestora y no sabía bien por donde tirar. Si se creaba confrontación de algún tipo solía terminar cediendo en mi criterio por no saber defenderlo bien o por rechazo al conflicto en sí mismo. Pero fui aprendiendo de mis errores, superando algo más mis inseguridades y moviéndome por lo que me motivaba. Si lo que quería era componer en un grupo, tenía que aprender a trabajar en equipo, a ceder a veces, a defender otras, y a manejar situaciones que, quizá por mi sensibilidad, me afectaban de más. Sigo siendo todas esas cosas pero 2.0.
P: ¿Crees que alguna vez se te ha considerado mandona por imponer tu criterio?
R: ¡Jajaja, desde luego! Seguramente algunas veces con razón, porque igual no he sabido llevar bien la situación o expresar mis ideas de la manera más adecuada. Suelo colocarme en ese lugar de emprender, gestionar, componer y en general, formo parte de una manera muy activa en los grupos; he reflexionado sobre ello y creo que voy aprendiendo poco a poco a no imponer y tampoco renunciar a mi propio criterio. No siempre resulta sencillo ya que la música puede resultar algo verdaderamente personal.
En general se nos suele tachar de mandonas a las que tenemos algo que decir, que queremos algo concreto, que sabemos cómo llegar a eso y que no tiene por qué estar en sintonía con los demás
P: Pero… ¿no crees que hay un trasfondo machista en tachar a las mujeres que lideran de mandonas?
R: Sí. Al margen de algunas situaciones, en general se nos suele tachar de mandonas a las que tenemos algo que decir, a las que tenemos claro que queremos algo concreto, que sabemos cómo llegar a eso y que no tiene por qué estar en sintonía con los demás. Aunque he vivido pocas confrontaciones explícitas de “eres una mandona” las recuerdo bien, porque me resultaron chocantes y dañinas. Al final, tras resolver lo que pasaba, siempre salían a relucir inseguridades y/o prejuicios de la otra persona.
P: ¿Puedes contarnos alguna?
R: Recuerdo una prueba a un batería con un grupo que tuve con dos chicos hace años. Yo hacía un esfuerzo grande por ser amable, integrarle y enseñarle los temas, pero él se mostraba todo el tiempo indiferente a lo que yo le dijera (como si no pudiera aportarle nada de interés) y tenía una actitud bastante borde. Resulta que le parecía que, habiendo dos chicos, el que yo le estuviera explicando las estructuras de los temas y tal era de estar “muy subidita”. “A mí no me manda la tía”. Incluso intentó que mis compañeros fueran sus aliados. Yo tenía 16 años, pero recuerdo mi shock y el no entender lo que estaba pasando. Estaba adentrándome en un mundo lleno de prejuicios sin saberlo y ese chico, ruda y repentinamente, me puso enfrente una realidad con la que no había tomando contacto antes, pero que poco a poco iría descubriendo de maneras mucho más sutiles y retorcidas. Esto de “no prestar atención”, la indiferencia, es lo que más he vivido: notar el desinterés hacia lo que yo tuviera que decir del técnico, organizador, dueño, dependiente,-ponga.aquí.lo.que.quiera- de turno.
P: ¿Cómo crees que se puede cambiar este tipo de situaciones?
R: Muchas veces esta falta de atención sucede de maneras sutiles y es difícil de identificarlo, para poder enfrentarlo adecuadamente. Muchas veces incluso pienso que en realidad soy yo; que estoy descontextualizando las cosas, que quizás esa persona no se dirige a mí –y solo a Javi- por razones que desconozco, que en realidad no me ha oído aunque los demás sí, o que incluso es un simple tema de afinidad… y paso por alto comportamientos así. La toma de conciencia me parece un ejercicio necesario, pero muchas veces no queremos ver lo que tenemos en frente. Cuando me ocurren estas cosas no puedo evitar sentir aún rabia pero trato de afrontarlo de la manera menos conflictiva para mí, insistiendo y haciendo que mi voz se escuche, acercándome de otra manera, e incluso utilizando el humor si tengo el día gracioso. No siempre funciona y es cuando las ganas de matar aumentan a tope.
P: ¿Qué mensaje darías a las niñas que quieren ser guitarristas solistas?
R: Que se atrevan a ser lo que se les antoje y que no piensen que no pueden hacerlo. Solistas o rítmicas, o cualquier otra función que se les pueda ocurrir, que no esperen a ser invitadas para empezar. Que creen su propia puerta de acceso y busquen o creen espacios donde sentirse bien y crear. A mí me hubiera encantado que alguien me hubiera dicho algo así, por obvio que suene. Pero tuve que ver un concierto por internet de The Donnas para darme cuenta. Recuerdo que aluciné como en mi vida. Había visto antes chicas en un escenario aunque casi siempre era cantando o tocando la guitarra acústica. Estas chicas eran distintas: tocaban rock, se divertían, mostraban actitud y no necesitaban de un chico al lado. Me acuerdo como algo en mi mente hizo “click” cuando vi a la guitarrista tocar acordes y solos, bastándose ella y llevando el peso de las canciones. Ella sola. Pensaba “¿no tiene a alguien que le haga los solos?, ¡¿no es demasiado para ella?!”
P: Benditos modelos.
R: Sí. De repente esto empezó a formar parte de mi realidad también. Como si hubiera estado adormecida hasta entonces a la espera de algo como aquello. Por fin tenía un modelo real de que eso era posible. Entonces monté un grupo desde cero, en el que seríamos todo chicas, haciendo la música que nos gustara y sin límites. Y más tarde, mejores amigas. Esto fue Lady Grape (Señorita Uva). Esto me ha demostrado la influencia tan brutal que pueden ejercer los modelos, para bien o para mal. Para inhibirte o lanzarte a la acción. Ojalá cada vez seamos más mujeres haciendo música, del estilo que sea y desempeñando cualquier rol, para crear modelos diversos y hacer de la música un espacio donde nosotras seamos también bienvenidas.
Más información:
https://aridamadrid.bandcamp.com/album/cenizas
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Kartas a Kim #5.4. Nuestras groseras favoritas
Ágata Ahora. La grosería, como identidad condenada en las mujeres, también en la música independiente, se trata de forma contradictoria en La chica del grupo, la biografía de Kim Gordon. Por un lado se elogia a las mujeres libres, y por otro, se habla de forma despectiva de grandes abanderadas del libertinaje, como Courtney Love, Madonna, Lana del Rey… Kim Gordon es más bien un paradigma de la elegancia y lo cool, la grosería tiene poca representación en el libro. Para cubrir ese hueco os pedí ayuda a vosotras, vouyers de esta conversación ficticia con Kim Gordon: ¿Cuáles son vuestras groseras favoritas? Yo ya dije que la mía es Courtney Love pero, después de las respuestas que he recibido, la verdad es que no sé cual elegir. Os dejo que valoréis vosotras mismas.
“Culturalmente, no permitimos que las mujeres sean tan libres como estas quisieran, porque es algo que da miedo. A esas mujeres o bien las evitamos o las tenemos por locas. Las cantantes que se obstinan en llevar las cosas al límite no suelen durar demasiado tiempo. Son ráfagas, relámpagos, cometas: Janis Joplin, Billie Holiday. Pero ser esa mujer que traspasa los límites significa que, además, introduce aspectos menos deseables de sí misma. Al fin y al cabo , lo que se espera de las mujeres es que sustenten el mundo, no que lo aniquilen. Por eso Katlheen Hanna de Bikini Kill es tan grande”
Hola Kim,
Voy a seguir con el tema de las groseras –yes, ¡con esta ya llevamos cuatro cartas sobre el tema!–, pero creo que es un personaje a reivindicar que, sin embargo, no sale muy bien parado en tu libro. Hace unas semanas Agata Pzik publicaba un artículo (In Praise of Vulgar Feminism) en el que comparaba tu biografía con Hole’s Live Through This (Anwen Crawford, Bloomsbury Academic, 2014), en relación con la vulgaridad. Según Pyzik, tu figura representa un feminismo cool de clase media-alta, mucho menos interesante –por ser menos liberador, menos universalizable– que el que representa Courtney Love, al que ella llama “feminismo vulgar”: “[Live through this] es un manifiesto de feminismo positivo, alternativo y básico, que no tiene nada que ver con el buen gusto, la clase media, en el que la autoconfianza nace de la exclusión –por ser una mujer, por ser queer, por vivir en la periferia”, dice.
El texto ofrece una análisis interesante de tu libro, a partir de una lectura de clase. Y a mi me ha reforzado en mi cruzada por defender el personaje de la grosera. Aunque muchas veces incomode, moleste, agobie. ¿Por qué? Porque las groseras muestran que se puede desobedecer. Frente al bombardeo continuo de un único modelo de mujer, tan estandarizado, tan rígido, que acaba por determinar una serie de normas no escritas, las groseras son la guerrilla. Son el contramodelo, el ejemplo de las normas pueden romperse, incluso de forma estrepitosa. “Hole, y Love en particular, les dio [a sus fans adolescentes] “permiso” en sus vidas. (…) En todo el mundo, especialmente en los lugares menos privilegiados, la versión vulgar y visceral del feminismo de Love resonó, porque trataba sobre la pérdida de la vergüenza, de darte permiso a ti misma para ser como quieres ser, sin importar lo que la sociedad te dice”, concluye Pyzik en su artículo.
Me uno con Pyzik en la reivindicación de los personajes groseros y el valor subvertido y antipatriarcal que aportan, dedicando la carta a enumerar a algunas de ellos. Para hacer uan buena lista he preguntado a unas cuantas amigas, que no hay nada como la sabiduría colectiva. A ver qué te parecen. Pero antes, recordemos a qué nos referimos con “grosera”, de nuevo de mano de Palomitas en los Ojos.
Características de la mujer grosera (según Kathleen Rowe filtrada por Palomitas en los Ojos)
- Crea desorden al dominar o intentar dominar a los hombres.
- Es incapaz o rechaza confinarse en el lugar que le toca.
- Su cuerpo es excesivo o gordo, sugiriendo su incapacidad/ su rechazo a contener sus apetitos físicos.
- Su discurso es excesivo, en cantidad, contenido o tono.
- Hace bromas o se ríe de sí misma.
- Puede ser andrógina o hermafrodita, llamando la atención sobre la construcción social del género.
- Puede ser vieja o una bruja / arpía masculinizada: las mujeres mayores que se niegan a convertirse en invisibles en nuestra cultura son consideradas a menudo grotescas.
- Su conducta se asocia con ligereza de cascos o promiscuidad, pero su sexualidad no está tan definida como la de la mujer fatal (el otro reverso). Puede estar preñada.
- Está asociada con la suciedad, la liminalidad, lo intermedio, los agujeros, los márgenes, las fronteras corporales. También con el tabú.
¿Se te ocurren algunas, Kim? Tú nombras a Janis, a Billie Holiday y a Katleen Hanna. Apuntadas quedan. Mis amigas añaden (ojo, la lista es la larga):
Rita Lee y Cassia Eller [Recomienda: Tila Cappelletto]
1) Rita Lee. Fundadora del grupo psicodélico, tropicalista, experimental, de los años 70: “Os Mutantes”. Ahora, con casi 70 años, sigue manteniendo su irreverencia: en el que se supone que es el último concierto de su carrera, increpó a un grupo de policías que se habían metido entre el público, a mitad del espectáculo, para buscar a alguien que supuestamente se había encendido un porro. La arrestaron tras el concierto y después la liberaron. Aquí el video.
2) Cassia Eller. Las imágenes del tráiler del documental que se ha hecho sobre ella, aunque esté en portugués, ilustran a la perfección la descripción que hicimos de la ‘mujer grosera’. Su sexualidad también motivo de escándalo en Brasil: aunque Wikipedia en español ponga que era homosexual, Cássia fue bisexual y tuvo un hijo de una relación heterosexual; Brasil alucinó: ¡¿pero aquella mujer ejerciendo la maternidad?! Ella descolocaba la gente porque no podían etiquetarla.
Miley Cyrus
Miley Cyrus [Recomienda: Sandra Bueno]. Miley Cyrus es la reina de la grosería porque se frota la entrepierna con una mano gigante de gomaespuma. Porque saca la lengua, muchísimo. Porque se restriega y se rapa el pelo. Ai Miley, con lo cómodos que estaban todos cuando eras la princesa Disney, con largos tirabuzones y cantando con tu papi y con Dolly Parton. Ahora nadie te quiere porque eres la reina de la grosería.
Kim Deal [Recomienda: Borja Domínguez]. Mi grosera favorita es Kim Deal. No es muy original, ya que es una grosera de toda la vida, pero sobran razones para admirarla y considerarla grosera: Hace (o hacía) conciertos larguísimos en los que, entre canción y canción, bebe cerveza y cuenta anécdotas, una lata por interludio. Su aspecto siempre ha sido lo que el establishment llamaría descuidado. Fue la única que hizo sombra a Frank Black en Pixies, componiendo uno de sus clásicos (Gigantic). Tuvo éxito comercial en cuanto fue libre (Last Splash). Tiene una hermana gemela idéntica. Ha estado gorda, flaca, se ha puesto vestidos vintage, ha hecho giras enfundada en camisas de leñador, fotos promocionales con vaqueros anchos y sudadera, camisetas de baloncesto. Es atea. Reniega de la producción moderna, jamás graba con ordenadores. Fue animadora en el instituto, popular y empollona. Hace todo ella: hasta imprimir las portadas de sus singles o venderlos por internet. Vive con sus padres. Porque 20 años antes de las Pussy Riot ella hizo esto: https://www.youtube.com/watch?v=29DKkmZMTlk. Y mil cosas más que me estaré dejando.
Merrill Beth Nisker (Peaches) [Recomienda: Raúl Querido]. Es una artista total, capaz de mantener un foco rompedor en todo lo que hace. Para lograr algo así hay que ser muy lista, estar permanentemente disconforme con lo que se ve alrededor y, como respuesta, ser capaz de lanzar un discurso que, en el caso de Peaches, no va sólo en las letras o la música, ni siquiera en las declaraciones y entrevistas, va en todo. En su forma de enganchar, en como irradia un magnetismo irresistible, en como hace explícito lo sexual y lo exagera (o no) apropiándose sin disculparse de tótems de la cultura popular normalmente masculinos. Yo la he visto salir a un escenario y, a mitad de la primera canción, ya estaba lanzándose sobre el público. Tiene temazos pero esoen su caso es lo de menos. Lo de más es la provocación, que le sale sola. En su discurso musical, se ha ido apropiando te del glam hipersexualizado, de la agresividad punk-rock, pero también de los ganchos pop y del techno más inmediato. Cuando la han invitado a estar en primera línea, ahí ha estado. Sony la fichó, le dio mucho dinero para que hiciera un vídeo, e hizo ‘Set it off’. Sony lo descartó, también a ella. Y ella siguió a lo suyo. Está claro que lo suyo ha conseguido ser aceptado por un público amplio. Cuando de la parte menos guay de ese mismo público salieron voces diciendo que si no estaba mayor ya para seguir con ese ritmo, ella lo dejó claro: “I’m going to make aging cool”. ¡Que vivan las groseras! Y, joder, cómo molan las que lo son sin descanso y, además, lúcidamente y, además, no están dispuestas a retirarse, ni mucho menos a que las retiren. Las necesitamos. Ojalá nuevo disco de Peaches pronto.
También recomienda a Peaches Toña Medina: “De Peaches me gusta cómo a la mínima se agarra el coño con una actitud desafiante. A veces no sé si está haciendo una parodia de las famosas tocadas de huevos que se hacen algunos hombres arriba y abajo de los escenarios. “esto es mío y hago lo que quiero con él” parece decirme Peaches, y qué ganas me entran de hacer lo mismo”.
Beth Ditto. [Recomienda: M A Lawiss]. Sin complejos, talentosa y deslenguada. Necesitamos más role models como ella. Y ese cuerpazo <3 STANDING IN THE WAY OF CONTROL.
Loredana Bertè [Recomienda: María Frigo]. Porque siempre ha sido indomable, anárquica y orgullosamente grosera. Porque en 1974 en sus canciones hablaba de deseos salvajes femeninos, y de de hombres que se acojonan frente a una mujer empoderada y no valen ni para follar. Porque si engorda no deja de llevar minifaldas y porque si le pica el coño en concierto se lo rasca. Porque su presencia transgresora incomoda, descoloca y molesta. Porque la feminidad que ella expresa asusta, irrita e incluso indigna. Porque es autentica y sincera, porque nunca ha ocultado ni sus dependencia a las drogas ni las razones de su enganche a los psicofármacos. Porque se ha preocupado de hacer participar a su público de todos los brotes psicóticos que ha tenido desde 1974 hasta hoy. Porque ella es a sí, porque si su novio la deja ella escribe una canción titulada “te echo de menos”, ¿y qué? Porque en 30 años de carrera nunca ha aprendido a cantar, no es algo de su interés. Ella grita, y lo hace como si quisiera arrancarse las cuerdas vocales y escupírtelas en la cara. Ella no es fina, no cierra las piernas cuando se sienta, te manda a la mierda sin motivación alguna, ella NO ES UNA SEÑORA.
https://www.youtube.com/watch?v=wYnrIZy5ijs
Holy Goligtly [Recomienda: Paula JJ]
Mi ordinaria favorita de la historia del rock es Holy Goligtly, de las Hedcoatees. Se me ocurren pocas cosas más groseras que la expresión del deseo sexual femenino en primera persona y sin tapujos. Eso es exactamente lo que hace en su hit Come into my mouth, una letra maravillosa en la que Holy reivindica cantando su deseo explícito de la forma más soez posible.
María del Mar Bonet [Recomienda: Neu Grau]. Que volen aquesta gent? – https://www.youtube.com/watch?v=58O4EcMC6dQ
Groseras del metal: Candace Kucsulain, Angela Gossow y Azuzena [Recomienda: Marta Fernández]. Mi primer recuerdo fue para Candace Kucsulain de WALLS OF JERICHO, una vocalista salvaje en un grupazo increíble y en una escena totalmente masculina como es el hardcore. Además, es culturista profesional y posee un canal en YouTube donde aparece levantando pesas y mostrando unos músculos brutales. Pero creo que Candace, aunque transgresora, no es molesta, es admirada por tíos porque su personaje termina siendo una imitación del rol masculino; aunque, desde luego… no está dentro del estereotipo femenino. Su fortaleza y su rudeza hace que la admiren y teman a partes iguales. Pensé también en Angela Gossow, la primera cantante ARCH ENEMY, una de las precursoras del death metal, nada que ver con las cantantes de metal melódico (la figura femenina más habitual dentro del metal), sino que dirige su banda a través de unos guturales brutales. La primera vez que la vi en un escenario, con su camiseta de Rebel GRRRRL y la fuerza que transmitía, me quedé con la boca abierta. Pero tampoco me convence como ejemplo de grosera (ojo, sí de pionera, igual que Candace, en ámbitos de tíos), porque aunque son transgresoras no son incómodas.
Dentro de la escena del metal española, no puedo dejar de recordar a Azuzena, la cantante de SANTA que formó parte de la escena de los 80′ de Madrid, en un momento en el que el rock era actitud, transgresión y provocación, pero en el que apenas había cabida para las mujeres. Estaba Doro Pesch de WARLOCK, pero pocos referentes femeninos más se podían encontrar en la escena, y mucho menos en un país que había estado condenado al inmovilismo durante cuarenta años. Azuzena, llamada la Wendy O. española, tuvo los ovarios de salir al escenario y romper un montón de estereotipos como frontwoman de una banda de heavy metal, con su actitud macarra que la llevaba a simular felaciones con el mástil de la guitarra.
Krudas Cubensi [Recomienda: Marta Fernández]. Solo su temazo de rap “La Gorda” les basta para estar en la lista: en él reivindican su cuerpo como propio y no como objeto para el deseo ajeno, se enorgullecen de sus lorzas, de sus curvas y de su carne. En el videoclip, aparece una imagen de una de ellas afeitándose la barbilla. Brutal.
Silvia Resorte [Recomienda: Marta Fernández, ¡a tope Marta!]. Con su velo de novia, la camiseta transparente dejando entrever sus pechos y haciendo punk con ÚLTIMO RESORTE. La pura imagen del punk, no del punk de escaparate, sino el punk del “hazlo tú mism@”, donde daba igual cantar mal o bien, saberse o no los acordes, el objeto del punk no era crear música armónica, sino expresar la rabia y romper con todo lo establecido.
Merrill Garbus (Tune Yards) [Recomienda: Marta Limón]. Es grosera porque grita y se retuerce y pone muecas. Y además se aprovecha de ello para reforzar su presencia. https://www.youtube.com/watch?v=YQ1LI-NTa2s
Rockbitch y The Horny Bitches [Recomienda: Core Tres]. No una, sino groseras en grupo. Dos grupos, unidos en manada salvaje.
Nina Simone [Recomienda: Gala Plácida]. Por aquellos shows en los que se ponía a gritar que ella no iba a tocar para la gente blanca. Hay un articulo en Píkara que precisamente arranca con aquellos episodios.
Listado variado en un hilo de Facebook. [Recomiendan: Las amigas de Palomitas en los Ojos]. María Jiménez; (The teaches of) Peaches; Gwendy O y la Hagen cuando empezó; La Lupe; TATI QUEBRA BARRACO; Karen O; Paquita La del Barrio; Nicki Minaj casi casi demasiado. (Si este culo no es escandaloso yo ya no se).
Lo clásico y lo punkrocker. [Recomienda: Ingrid Guardiola]. Lo obvio es Pussy Riot, Las Vulpes, Courtney, PJ, etc., pero más allá del punk-rock o de “lo obsceno, grotesco” formal, a mí Nina Simone, aunque haga “música clásica negra” (como le gustaba definir) me parece la más maravillosamente grosera cuando suelta al público, entre otras perlas, “¡Que se jodan los que llevan esmoquin o joyas! ¡Yo no he venido a cantar para esos gilipollas vestidos de gala!”. También está Yo-Yo-Yolandi de Die Antwoord. En otro registro están las groseras por ir en contra de lo que se espera de ellas: Paquita la del barrio cuando canta aquello de “Rata de dos patas”. Como es grosera Chavela Vargas cuando en un México bastante machista compone una canción de amor lésbico con “Macorina” (pero esto ya es otra subsección del tema). Como otra subsección están las mujeres-huracanes en un cuerpo de cristal: Judy Garland, Amy Winehouse, Whitney Houston… Si son groseras es porque ya han abandonado el cuerpo que las desprotege. Pero yo soy muy clásica…y había también el maravilloso video de una artista que me gusta mucho y (se me ha ido el santo al cielo) cuyo nombre no puedo recordar que a raíz de que se publicó su foto con el pecho al aire (se le fue para Úbeda en un concierto), ella decidió dedicar un tema a la prensa y se desnudó en directo y los machacó verbalmente, ella sola con su piano… muy finito // Y Nina Hagen muy grande.
Yo añado a dos de mis favoritas:
Courtney Love (guitarrista y cantante de Hole). Ya lo he dicho, pero insisto, Kim. Para mi es la reina absoluta, lo tiene todo: es desmedida, arrogante, obscena, sucia, drogadicta, bocazas… Much*s la consideran la asesina de su propio marido: es una terrible esposa, una madre desastrosa… ¿qué puede haber más grosero que eso?
https://www.youtube.com/watch?v=TBTl611c9fs
https://www.youtube.com/watch?v=UDV6kW0FOek
Ágata Pyzik coincide conmigo, y asegura que todo esto tiene un valor mucho más allá de la propia subversión, queda el empoderamiento que genera la presencia de su personaje. Así la describe en su artículo: “Es cursi, exhibicionista, desvergonzada y al mismo tiempo vulnerable y preparada para mostrarlo”, “Problemática, inestable, lo que hizo por sus fans sin derecho al voto, por ayudarles a aceptarse a sí mismos, importa mucho más”.
Donita Sparks (guitarrista y cantante de L7). Hay una leyenda que dice que en el Festival de Reading de 1992 se quitó el tampón en el escenario y lo tiró a la multitud gritando “Cómanse mi tampón utilizado, cabrones!”. Es cierto.
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Kartas a Kim #5.3: Arte, antipsiquiatría, feminismos post-humanistas ft Claudia Sánchez-Ponce
Ágata Ahora. Kartas a Kim toma vida más allá de la comunicación bidireccional Kim-yo, yo-Kim; y a veces recibimos cartas de terceras personas. No sé si son para mí o si son para Kim. Son interferencias que entran a formar parte del mensaje (el ruido como contenido) y que, por tanto, aparecen en la sección. Esta es de Claudia Sánchez-Ponce y trata de antipsiquiatría, arte y feminismos pos-humanistas enfocados desde una perspectiva transfeminista.
Querida Kim,
Hoy, haciendo uso del FWD en la correspondencia tradicional, te voy a corta-pegar un comentario que Claudia Sánchez-Ponce me ha hecho llegar a partir no de un fragmentio de tu libro, sino de unas lineas de una de mis cartas anteriores, la carta 5.2. Claudia ofrece una lectura contrapuesta a la que yo concluía en una correspondencia anterior (“el loco fascina/enternece, la loca fastidia/estremece”), dando una visión positiva y empoderante de la locura, de la grosería de la que hablamos en las cartas anteriores. Ella parte de mi respuesta a un comentario tuyo así que, por transitividad, esto sí sigue nuestro hilo de conversaciones a partir de “La chica del grupo”. El párrafo es:
Las locas son aterradoras: cuestionan no solo el comportamiento acordado, sino incluso la percepción de la realidad. Desde luego, no pretendo banalizar, ni idealizar, ni universalizar las enfermedades mentales y la angustia que pueden generar en las personas y en su entorno, pero me parece interesante considerar esta cuestión en relación con la música (donde la excentricidad puede llegar a ser un valor) y con perspectiva de género.
Y la continuación de Claudia Sánchez-Ponce (FWD):
1. Statement. ¿Qué implica para (1) Pollock ser la hermana del Genio?
Lee Krasner-Esposa.
Charles Pollock-hermano.
Stella May Pollock-Madre.
LeRoy Pollock-Padre.
(1) Paul Jackson Pollock (Cody, Wyoming, 28 de enero de 1912-Springs, Nueva York, 11 de agosto de 1956). Más conocido como Jackson Pollock, fue un influyente pintor estadounidense y una importante figura en el movimiento del expresionismo abstracto. Era reconocido por su estilo único de salpicar pintura. Durante su vida, Pollock tuvo fama y mucha notoriedad: se podría decir que fue uno de los artistas principales de su generación. Pollock era una persona aislada y con una personalidad volátil, tenía problemas de alcoholismo que enfrentaba día a día, a lo largo de toda su vida. En 1954 se casó con la artista americana Lee Krasner, quien se convirtió en una influencia importante en su carrera y en su legado.
Pollock murió con 44 años en un accidente automovilístico, debido a que conducía en estado de ebriedad. En diciembre de 1956, meses después de su muerte, Pollock fue conmemorado con una retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). En 1967 se montó una exhibición más completa y larga de sus trabajos en el mismo lugar. En 1998 y 1999, su trabajo fue laureado con una retrospectiva a gran escala en el MoMA de Nueva York y en el Tate Modern de Londres.
(2) Virginia Woolf. De nacimiento Adeline Virginia Stephen (Londres, 25 de enero de 1882–Lewes, Sussex, 28 de marzo de 1941), fue una novelista, ensayista, escritora de cartas, editora, FEMINISTA y cuentista británica, considerada una de las más destacadas figuras del modernismo literario del siglo XX. Durante el período de entreguerras, Woolf fue una figura significativa en la sociedad literaria de Londres y un miembro del grupo de Bloomsbury. Sus obras más famosas incluyen las novelas La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando: una biografía (1928), Las olas (1931), y su largo ensayo Una habitación propia (1929), con su famosa sentencia: «Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción». Fue redescubierta durante la década de 1970, gracias a este ensayo, uno de los textos más citados del movimiento feminista, que expone las dificultades de las mujeres para consagrarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres.
(3) Vincent Van Gogh (Zundert, Países Bajos, 30 de marzo de 1853-Auvers-sur-Oise, Francia, 29 de julio de 1890). Fue un pintor neerlandés, uno de los principales exponentes del postimpresionismo.
Hermana
Influencia femenina
Hermano-Cartas a Theo
(3) “Vincent Van Gogh falleció a los 37 años por una herida de bala de pistola; aún no se sabe con seguridad si fue un suicidio o un asesinato accidental. A pesar de que existe una tendencia general a especular que su enfermedad mental influyese en su pintura, el crítico de arte Robert Hughes cree que las obras del artista están ejecutadas bajo un completo control, de hecho, el pintor jamás trabajó en los periodos en los que estaba enfermo.
(4) Peggy Guggenheim (Nueva York, 26 de agosto de 1898 – Padua, 23 de diciembre de 1979) fue una coleccionista y mecenas estadounidense de arte, y tercera esposa del pintor surrealista Max Ernst).
Reconocida como una de las mecenas artísticas más influyentes del siglo XX, Peggy Guggenheim (1898–1979), sobrina de Solomon R. Guggenheim, reunió una colección de arte moderno inigualable a partir de finales de la década de 1930 en el París y el Londres prebélico. Apoyó los tres movimientos artísticos más importantes de los últimos cien años: el cubismo, el surrealismo y el expresionismo abstracto. Falleció a los 37 años por una herida de bala de pistola; aún no se sabe con seguridad si fue un suicidio o un asesinato accidental. A pesar de que existe una tendencia general a especular que su enfermedad mental influyese en su pintura, el crítico de arte Robert Hughes cree que las obras del artista están ejecutadas bajo un completo control, de hecho, el pintor jamás trabajó en los periodos en los que estaba enfermo.
Y bien: ¿Cómo ha sido la experiencia de uno de los grandes “genios” del arte contemporáneo reconocido en vida y no después de muerto?
Traumática durante la vida, deificada post-mortem. Deificado el dolor, satirizada la masculinidad no hegemónica. Traumática no solo para él sino para todo su círculo de SEGURIDAD, AFINIDAD Y CUIDADOS. O séase: las “mujeres” [o personas–>socializadas como–>mujer] que lo rodeaban.
¿Nos dice eso algo sobre el panorama general artístico contemporáneo?
Que sigue siendo de corte tan patriarcal y capitalizado y re-capitalizado y embrutecido como a principios el siglo XX, y que los principios de siglo según el calendario occidental siempre son duros. Los comienzos de ciclo para aquellxs que pueden ver, sentir, oler y pre-ver lo que va a de-ve-nir. Lo que está deviniendo. Lo “Posmoderno”.
¿Qué pasa si la chica genia además está loca? De hecho, yo planteo otra pregunta: ¿Qué hay si la genia está loca y es reconocida y se cría y desarrolla en un ambiente agradable personal y políticamente? Y yo misma me respondo (ya que me dan voz y voto, querida Kim): Que vive a gusto, muchos años, muchas fases creativas, no maltrata a sus parejas sentimentales-afectivo-sexuales o lo que sea… pero su historia no la contará la Historia.
Que siempre está bien leer a Alejandra Pizarnik en todas sus etapas, que son muchas y variadas, no como Pablo Picasso, que era igual de GENIO pero en su vida personal era un maltratador en todos los aspectos que te puedas imaginar. Y que bueno, seguiremos en pie, sentadas, tumbadas, rodando… porque así es la vida, constante movimiento.
Que como dijo alguien (alguien que no importa)
“El equilibrio se consigue en movimiento”.
Un gran abrazo, Kim. Y muchos, muchos, muchos besos.
La Chica Tripolar
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015) Y SUS INTERFERENCIAS. Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general? Y CUALQUIER OTRA COSA.
Kartas a Kim #5.2: La grosería de la chalada
Ágata Ahora. Buscar el límite, en la creación, en el discurso, en la vida, puede llevar a caminos torcidos. El artista atormentado ¿también puede ser mujer? Y el público, ¿cómo recibe su voz perturbada? Somos capaces de pasar por encima de los síntomas de una esquizofrenia medicada de Daniel Johnston y quedarnos con lo que realmente importa –su música, sus canciones-, pero mientras tanto, a muchos les aterra hasta la parálisis el nerviosismo y la inseguridad de Cat Power. La loca es una de las groseras más aterradoras.
“Culturalmente, no permitimos que las mujeres sean tan libres como estas quisieran, porque es algo que da miedo. A esas mujeres o bien las evitamos o las tenemos por locas. Las cantantes que se obstinan en llevar las cosas al límite no suelen durar demasiado tiempo. Son ráfagas, relámpagos, cometas: Janis Joplin, Billie Holiday. Pero ser esa mujer que traspasa los límites significa que, además, introduce aspectos menos deseables de sí misma. Al fin y al cabo , lo que se espera de las mujeres es que sustenten el mundo, no que lo aniquilen. Por eso Katlheen Hanna de Bikini Kill es tan grande”
Hola Kim,
Te vuelvo a escribir a raíz del párrafo anterior, porque el tema que tratas (las mujeres que traspasan las fronteras de lo deseable, las groseras) tiene muchas implicaciones. Hoy me gustaría centrarme en las que desafían la normalidad de la forma más radical: en sus cabezas. En tu libro tratas el tema de la enfermad metal hablando de tu hermano, de su esquizofrenia. Planteas cómo eso te marcó también a ti, pero no lo tratas en relación con la mujer creadora. Yo creo que es una cuestión sustancial, y te propongo que la consideremos juntas en este carta: ¿qué pasa si la chica del grupo además está chalada?
Para el sistema normativo las locas son aterradoras: cuestionan no solo el comportamiento acordado, sino incluso la percepción de la realidad. Y… ¿qué pasa en el arte, que se supone que transcurre en los límites? No pretendo banalizar, ni idealizar, ni universalizar las enfermedades mentales y la realidad de las personas que las padecen y de su entorno, pero me parece interesante considerar esta cuestión en relación con la música (donde la excentricidad puede llegar a ser un valor), y con perspectiva de género porque, así en general, me chirría mucho la diferencia de tratamiento de los trastornos mentales de los artistas en función de su género. Creo que reponde a lo mismo que hablábamos en la carta anterior, al fenómeno que describes en el párrafo señalado de tu libro: evitar (por decirlo suavemente) a las mujeres que llevan las cosas al límite, a las que hemos llamado las groseras. Al final, la locura supone una forma de grosería, del que no sabe estar, no sabe ser. Es, por tanto, es un rol no deseable en las mujeres y condenado:
“(…) el heteropatriarcado [les] tiene reservado un lugar especial en su infierno social, el de la broma de casino, barra de bar y sobremesa familiar. Broma y violencia verbal, la salita de estar de la violencia física”, decía Palomitas en los Ojos.
El discurso mediático sirve poner en marcha estos mecanismos y recordarnos cuál es el lugar de cada una (y cada uno). Para mostrarte el doble rasero al que me refiero, voy a usar dos casos paradigmáticos de majaretas de la música independiente: Daniel Johnston y Cat Power. Ambos artistas han afirmado paceder trastornos mentales: Daniel Johnston esquizofrenia (ahora medicada y mediática tras el fabuloso documental “El Diablo y Daniel Johnston“), y Cat Power ha reportado varios brotes psicóticos y su ingreso en clínicas psiquiátricas, a raíz de su alcoholismo y del agotamiento mental. Amb*s siguen sus carreras, sacando discos y dando conciertos. Power, apenas lanzó su último disco, mandó el siguiente comunicado: “Me puse enferma al día siguiente de que mi disco saliera, y he estado luchando por mantener en equilibro mente, espíritu y salud. Estoy haciendo todo lo que puedo. Amo este jodido planeta y me niego a darme por vencida”. Luchando, llegó de gira de presentación a España a finales del año pasado. Esta fue la impresión de la crítica:
“Dejando constancia de cierta inseguridad y un nerviosismo que se manifestaba en un constante movimiento del soporte de micro, como si no acabara de encontrarse cómoda ni con la situación, ni con su propia forma de manifestarse. Parecía que todo pendía de un finísimo hilo que podía romperse en cualquier momento y finalizar, como en otras ocasiones, en una poco alentadora tragedia.” (“Pendiente de un hilo”, crónica del último concierto de Cat Power en Barcelona en Mondosonoro).
A mi, en la fecha de Madrid de esa misma gira, la actuación de Cat Power me llegó de forma profunda y transcendente. Pero también tengo que decir que percibí en varios comentarios (de mi grupo de amigas, del público) la tensión que relata el redactor de la revista. Y, por momentos, la sentí (sin añadir ni una gota del paternalismo ni del desprecio que incorpora la crítica, claro). En los días posteriores estuve pensando sobre ello y creo que se debe a que, efectivamente, presenciamos una situación anormal. Cat Power rompe las reglas sobre el escenario y le daba igual agradar con su presencia femenina (escupía, se movía nerviosa, carraspeaba, hablaba entrecortada). Se centró en transmitir su música, que llegaba nítida, brillante, emocionante, a través de su cuerpo embarazado, torpe e inseguro. ¿Pudieron estas circunstancias hacer de barrera –por lo visto, casi infranqueable- con su público?
Sin embargo, al hablar del último concierto de Daniel Johnston en Madrid, el tratamiento de su enfermedad es otro, más positivo, como una historia de superación, casi heroica:
“Durante los tres primeros temas, la estampa del californiano aporreando su instrumento y balbuceando era -por decirlo suavemente- rara. (…) Pero entonces entró la banda de acompañamiento y la cosa mejoró. Bastante. “Love Not Dead” sonó limpia y potente, y con ella el mito entró en ritmo. Empezaron a sucederse entonces los versos románticos de sus preciosas composiciones. Los Don’t forget me, los I love you, o el genial Happy ending to my soul de “Silly Love”. Momento de vítores y emoción. Momento de comenzar a despejar la incógnita. Incluso el temblor de las manos de Johnston parecía remitir conforme nos regalaba algunas de sus canciones más populares” (“Daniel Johnston, a despejar la incógnita”, crítica de la visita de Daniel Johnston a Madrid en 2012).
Yo vi un par de días después a Daniel Johnston en Valencia. Me gustó el concierto, lo viví como un momento histórico y de nostalgia, pero me costó mucho despegarme de la enfermedad del cantautor, y no prestar atención a sus manos temblorosas –que apenas le permitían tocar la guitarra–, a su voz infantil y pastosa, a sus comentarios desorientados… Sin embargo, en prensa –y de nuevo, como eco en la sala, entre mis amigas– el relato del concierto Daniel Johnston es épico: el héroe sale victorioso, no solo él, sino todo el público, que se eleva triunfante por encima de su enfermedad para llegar al núcleo verdadero del artista/creador. Sí, al principio apenas se distinguían los acordes, pero… ¡qué buenas son sus canciones!
El loco fascina/enternece, la loca fastidia/estremece. La loca es grosera, ya que al pervertir la pátina exterior y, por tanto, no ser directamente un objeto de deseo, les ha defraudado. No son capaces de ir más allá porque, quizás, no consideren que haya nada más que valorar. Si solo es una chica guapa que está sobre el escenario, y deja de serlo, entonces no es más que un fantasma pavoroso. No merece ninguna tregua.
Bullshit. Merece corazones temblorosos, ojos abiertos y aplausos mayúsculos. Por su música. Y por su valentía de querer seguir compartiéndola, por encima de las dificultades. Como escribía Carlos Bouza en Píkara (siempre contrarrestando para BIEN):
“Pudo haber entrado en la leyenda negra del pop, esa que se alimenta de existencias envueltas en sombras, finalmente truncadas. Pero ella eligió pelear, documentando su lucha en un puñado de discos que son un canto a la redención. En la portada de uno de ellos, dos guantes de boxeo penden de un colgante, listos para reposar sobre su pecho. Nadie como Cat Power para exhibir el trofeo”.
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?
Kartas a Kim #5. Las groseras, las ruidosas.
Ágata Ahora. Oh, la provocación. Es un elemento muy recurrente en el arte y más en el que, con la etiqueta de “alternativo”, se sitúa en los márgenes. Lo provocador, lo irreverente es en muchos casos grosero. ¿Qué pasa cuando las mujeres se ponen en ese papel? ¿Hasta dónde pueden llevarlo? Kim Gordon asegura que se les cortan las alas, porque esa libertad atemoriza. ¿Y que pasa con las que no se dejan amordazar? Que arden. Groseras, a la hoguera. Para hablar de ellas, tenemos una artista invitada en este post: Palomitas en los Ojos.
“Culturalmente, no permitimos que las mujeres sean tan libres como estas quisieran, porque es algo que da miedo. A esas mujeres o bien las evitamos o las tenemos por locas. Las cantantes que se obstinan en llevar las cosas al límite no suelen durar demasiado tiempo. Son ráfagas, relámpagos, cometas: Janis Joplin, Billie Holiday. Pero ser esa mujer que traspasa los límites significa que, además, introduce aspectos menos deseables de sí misma. Al fin y al cabo , lo que se espera de las mujeres es que sustenten el mundo, no que lo aniquilen. Por eso Katlheen Hanna de Bikini Kill es tan grande”. Kim Gordon, La chica del grupo (Editorial Contra, 2015).
Hola Kim,
Espero que esta carta te encuentre contenta y con salud. El asunto que planteas en el fragmento anterior es interesante: las mujeres ruidosas, que se salen del orden establecido y que, en consecuencia, resultan molestas. Son las groseras que Palomitas en los Ojos, colaboradora del Fanzine Sisterhood #1 Salvajes, define como “aquellas mujeres de bestiales comportamientos públicos, con cuerpos expansivos, orificios pantagruélicos y voces irritantes”.
A mi se me ocurren unas cuantas, pero sin duda, el paradigma absoluto me parece Courtney Love. Sí, sé que vosotras no os acabáis de llevar del todo bien –aunque produjeras el mejor disco de Hole-, pero me sorprende que no lo veas, es más, que hayas asumido esa postura fácil de crítica, y más después de leer lo siguiente: “a esas mujeres, o bien las evitamos o las tenemos por locas”. C-O-U-R-T-N-E-Y.
Dices: “las cantantes que se obstinan en llevar las cosas al límite no suelen durar demasiado tiempo”, y pones ejemplos de artistas muertas que admiras, pero te olvidas de las que incluso tú aborreces, las que son demasiado groseras para ti. Love, encima de llevar las cosas al límite, ha tenido la desfachatez de seguir viviendo. A ver, estoy segura que no es de trato fácil, ¿eh? Pero me parece un ejemplo clarísimo de la figura que reivindicas en la cita anterior. En fin, seguiremos hablando de Courtney en futuras cartas, si te parece.
Groseras, las salvajes cotidianas
Ahora me gustaría compartir contigo algunas ideas del reportaje Groseras las salvajes cotidianas (Fanzine Sisterhood #1, enero de 2015) de Palomitas en los Ojos, en el que retrata, de forma general, a la mujer ruidosa e incómoda de la que hablas en la cita. Todo lo que plantea en su reportaje puede aplicarse a la perfección en el caso de las músicas, y nos sirve para delinear el concepto y comprender el fenómeno social en torno a estas figuras (la ridiculización, la negación y el castigo a los que se les condena). Le cedo la palabra a Palomitas hasta el siguiente ladillo, robando párrafos sueltos de su texto:
(…) las mujeres groseras niegan su invisibilidad en espacios público y subvierten activamente el sistema de miradas. Las mujeres preñadas, las gordas y las gritonas ocupan espacio y se apoderan de las miradas, rompen la jaula con la que tradicionalmente se ha exhibido a las salvajes.
(…)
La mujer grosera es una salvaje que se ha apropiado de la mirada y que la dirige a un cuerpo grotesco, que no tiene límites, que menstrua sangre, no ese ñoño líquido azul de los anuncios, que esta desvergonzadamente preñada y que subraya sus protuberancias y procesos. Y dentro de esos procesos, especialmente aquellos que producen terrores masculinos por estar relacionados con follar, con la puerta de acceso a la vida y con la puerta de acceso a la muerte o a la mierda. El cuerpo grotesco es sobre todo el cuerpo femenino, el cuerpo maternal, que a través de la menstruación, el embarazo y la lactancia participa en el drama carnavalesco de estar dentro y fuera, de subvertir los límites.
(…)
Groseras son las gordas consideradas en nuestra cultura mediática como poco femeninas, rebeldes y sexualmente desviadas ya sea por asexuales o por hipersexuales en una lectura psicológica y moralmente interesada de la obesidad. Porque las mujeres, especialmente su cuerpo, tiene que estar dominado por el autocontrol y en nuestra cultura el comportamiento de la boca de arriba nos dice mucho del de la boca de abajo.
(…)
Groseras son las gritonas, las mujeres que hablan mucho, porque la suya es una boca que se expande y que intimida. Una mujer habladora se reduce a una boca incontrolable que, igual que la que come mucho, produce muchos discursos, que en nuestra cultura patriarcal son tachados de banales.
Gritonas sobre el escenario
Todas las descripciones anteriores son fácilmente contextualizables al escenario, a la música. Las músicas groseras van un paso más allá de las rebeldes, que aun podrían salir en la portada de Vogue aunque no se depilen el entrecejo. Son las negadas. De hecho, son las que no llegan, a las que apagan los micrófonos y sus amig*s no dudan en amedrentar en la adolescencia. Incluso, aunque se empeñen en montar la banda, son las que no reciben ninguna palmadita en el culo del manager, ni el fotógrafo enfoca sus tetas, son las que no cuentan con el apoyo de nadie; no en un sistema en el que la mujeres están tan limitadas por el molde objeto de deseo. Desde luego, ellas no lo son desables. Al menos no de nadie en sus santos cabales. Sin embargo, Kim yo creo que estas mujeres tienen mucho que decir. Y si el arte va de conmocionar (y no solo emocionar en plan ñoño), ¿cuál es el problema?
Características de la mujer grosera (según Kathleen Rowe filtrada por Palomitas en los Ojos) – ¿Reconoces en ellas a alguien familiar, Kim? Por fa, a medida que enuncies los puntos, piensa en Courtney Love.
- Crea desorden al dominar o intentar dominar a los hombres.
- Es incapaz o rechaza confinarse en el lugar que le toca.
- Su cuerpo es excesivo o gordo, sugiriendo su incapacidad/ su rechazo a contener sus apetitos físicos.
- Su discurso es excesivo, en cantidad, contenido o tono.
- Hace bromas o se ríe de sí misma.
- Puede ser andrógina o hermafrodita, llamando la atención sobre la construcción social del género.
- Puede ser vieja o una bruja / arpía masculinizada: las mujeres mayores que se niegan a convertirse en invisibles en nuestra cultura son consideradas a menudo grotescas.
- Su conducta se asocia con ligereza de cascos o promiscuidad, pero su sexualidad no está tan definida como la de la mujer fatal (el otro reverso). Puede estar preñada.
- Está asociada con la suciedad, la liminalidad, lo intermedio, los agujeros, los márgenes, las fronteras corporales. También con el tabú.
Ostracismo y ridiculización
La presencia de las groseras ahí, en el centro de atención, en la tele, en el escenario, les irrita. Cuestionan roles e identidades y rompen con la hegemonía, ante lo que el establishment pone en marcha sus mecanismos para mantener la normatividad. De esta manera, las viejas como Madonna, o las gordas como Beth Ditto, o las locas como Cat Power, o las sucias drogadictas (encima, con ambición desmedida) como Courtney Love y el resto de la panda de mujeres salvajes, no merecen el más mínimo respeto como artistas ni como personas, ni por la prensa ni por la propia comunidad. Son escoria. El sistema les recordará sin descanso cuál es su lugar, como decía Palomitas en los Ojos:
“(…) el heteropatriarcado [les] tiene reservado un lugar especial en su infierno social, el de la broma de casino, barra de bar y sobremesa familiar. Broma y violencia verbal, la salita de estar de la violencia física”
Es la manera de decir que no, que ese no es tu sitio. A hostias. Lo han intentando con un paternalismo suave pero si nos empeñamos en no hacer caso, pues tendrán que ponerse serios. Pero oye, que a lo mejor Keith Richards no es el único payaso. Que igual las mujeres también pueden ser desagradables sobre un escenario. La provocación y la irreverencia forman parte de muchas manifestaciones de la música alternativa que tenemos más que asimiladas. Que las mujeres pueden decidir, y también pueden decidir ser groseras, y por eso Courtney Love es DIOS. Piénsalo, Kim.
Encuesta sisterhood
La siguiente no, la otra #kartaakim va a estar dedicada a las mujeres groseras y ruidosas en la música. A las que son todo lo libres que ellas quieren, por encima de los remilgos del resto. Queremos mandar a Kim una buena lista de nuestras groseras favoritas (locales o no), ¿nos ayudáis? Mi favorita es Courtney Love, ¿cuáles son las vuestras? ¿Porqué son las reinas de la grosería? Escríbenos a sisterhood.mad@gmail.com
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Kartas a Kim es un diálogo ficticio con Kim Gordon (Sonic Youth, Body/Head) a través del libro La chica del grupo (Editorial Contra, 2015). Con un té de ginseng en la mano, nos centramos en la relectura con perspectiva de género de sus experiencias en la música independiente desde los 80, y tratamos de responder preguntas como: ¿Qué significa para Kim Gordon ser la chica del grupo? ¿Cómo ha sido la experiencia de una de las grandes estrellas del rock alternativo de los 90? ¿Nos dice eso algo sobre el panorama general?